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Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas

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La Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas (Exposition Internationale des Arts Décoratifs et Industriels Modernes) fue una Exposición Internacional celebrada en París en el año 1925 que tenía como finalidad mostrar los adelantos industriales y en las artes decorativas, donde el Art Déco (abreviatura de la especialidad de la exposición) se convirtió en un fenómeno de masas democratizándose y extendiéndose uno de los estilos más exquisitos y elitistas que había cultivado con veneración el objeto de lujo y el detalle al situarse todo el catálogo de lo construido y exhibido dentro de la órbita de dicho estilo.

El 28 de abril de 1925 se abrió al público en París l’Exposition Internacional des Arts Décoratifs et Industriels Modernes. La importancia simbólica del lugar elegido, que abarcada desde el Grand Palais a la explanada de los Inválidos con el puente Alexandre III como eje de unión, fue un condicionante que impuso una vida efímera a las construcciones allí levantadas, destacando como puntos fundamentales el Grand Palais, la Avenida de las Naciones, que bordeaba la orilla derecha del Sena, y la explanada de los Inválidos, unida a la Puerta de Honor por el puente de Alejandro III.

El plan de conjunto de esta nueva ciudad interior fue concebido por el arquitecto Charles Plumet, director arquitectónico del certamen, y Louis Bonnier para la arquitectura de paisaje, en la que se englobaron restos monumentales de la exposición de 1900, pertenecientes más a la tradición Beux-Arts que al Art Noveau.

Las perspectivas de la exposición, que reflejan las fotografías de la época, dejan ver un conjunto armónico y equilibrado con arquitecturas simétricas de geometrías puras que barajaban las formas cúbicas y aristadas en contraste con las curvas y circulares, abundando los óvalos, las superficies estriadas y acanaladas, los diseños rectilíneos, las esferas, los arcos poligonales, las decoraciones triangulares y romboidales, las composiciones en damero, las fuentes y la escultura.

En esta Exposición, fue decisiva la colaboración y diálogo entre la escultura y la arquitectura. La escenografía de la luz fue otro de los aspectos más cuidados e innovadores del certamen. La exposición de noche se convertía en un espectáculo con luces indirectas y controladas que descubrían detalles nuevos de las arquitecturas.

Planta de conjunto

Puertas de acceso

Especialmente significativas y cuidadas fueron las puertas de acceso al recinto, diseñadas por diferentes autores, que impusieron el sello particular de su estilo en perfecta sintonía con el espíritu de la arquitectura interior de la que hacían de reclamo. La Puerta de Honor hacía gala a su carácter de entrada principal a la muestra. Sus autores fueron los arquitectos Henry Favier y A. Ventre. El esquema estaba basado en una ordenación en perspectiva de parejas de pilares unidos por relieves escultóricos en los frentes y en los laterales por paneles de rejas, dando lugar a un juego de angulaciones y geometrías muy propias del Art Déco.

La Puerta de la Concordia fue diseñada por el arquitecto Pierre Patout. Su composición y ordenación era completamente diferente de la de Honor. Formada por un círculo de diez pilares monumentales acogía en el centro un gran árbol del jardín, ya que no se podía cortar ninguna de las plantas existentes. Los accesos estaba en los laterales; los pilares eran en realidad un símbolo monumental. Los pilares se iluminaban por la noche en la parte superior como enigmáticos faros.

La Puerta de Orsay, que, fue diseñada por Louis Boileau ostentaba un gran panel a modo de cartel pintado por Louis Voguet. Existían otras diversas puertas, pero sin la monumentalidad de las citadas.

Pabellones franceses

El puente Alejandro III fue transformado en una calle comercial que revivía el espíritu de los puentes históricos italianos. Maurice Dufrénne diseñó dos alargadas construcciones simétricas a lo largo del puente, donde exponían sus productos las marcas comerciales francesas. Tras el puente comenzaba el despliegue de los pabellones de las casas comerciales francesas del consumo y la producción artística.

El pabellón Primavera para los Magasins du Printemps, de Sauvage y Wymbo, se salía un tanto de las directrices dominantes, evocando, con su cubierta cónica a la arquitectura africana.

El Pabellón Pomone para Au Bon Marché, proyectado por L. H. Boileau constaba de un bloque central de planta cuadrada al que se agregaron distintos cuerpos que trazaban un conjunto escalonado al que en definitiva aspiraban las más puras creaciones Art Déco sugiriendo la forma piramidal. El edificio se cerraba con una cúpula o tambor octogonal.

El pabellón de La Maitrise de las Galeries Lafayette de J. Hiriart, G. Tribout y G. Beau, contaba con una escalinata que conducía al acceso principal con una decoración pantalla que reproducía el motivo del sol tan caro a la iconografía Art Déco. A los mismos arquitectos se debía el pabellón de la casa de edición G. Crés. El Pabellón Studium-Louvre, de A. Laprade, era de planta centralizada, cubierto con una cúpula rebajada que le daba un aire de cierto bizantinismo. En la planta baja los vanos mantenían la composición de marcos repetidos hoffmannianos.

El pabellón de las manufacturas de Sèvres, obra de P. Patout y A. Ventre, era un sencillo y elegante edificio de lisas superficies con revestimientos de cerámicas en planos exteriores y refinados interiores.

Pabellones internacionales

  • El pabellón austríaco, obra de Josef Hoffmann, estaba construido en hormigón con paredes moldeadas horizontalmente. Estaba iluminado cenitalmente excepto en el vestíbulo.
  • El pabellón belga, obra de Victor Horta, sugería en su fachada la construcción en madera, y recordaba al Palacio de Justicia de Bruselas.
  • El pabellón checo, de Josef Gočár, sorprendía por su concepción. La parte delantera tenía la forma de una proa de nave con una figura impresionante en cabeza. El resto tenía la apariencia de un almacén de grano o de un edificio de almacenamiento en frío.
  • El pabellón holandés, de Jan Frederik Staal no daba la sensación de una galería o sala de recepción, sino más bien de un mausoleo. Era de un carácter monumental pesado ​​y el interior estaba en penumbra.
  • El pabellón italiano, de Armando Brasini, de estilo esencialmente barroco, fue construido principalmente con materiales permanentes y en una escala muy grande. Tenía columnas de travertino y ladrillos de colores.
  • El pabellón polaco, de Joseph Czajkowski se desarrollaba sobre un largo eje y tenía un octógono central coronado por una linterna de cristal.
  • El pabellón español, de Pascual Bravo Sanfeliú, recordaba una villa con un sabor tradicional. Fue construida en torno a un "patio" y tenía torres y torreones de carácter interno.
  • El pabellón sueco, de Carl G. Bergstein, tenía un caracter neogriego, y sin llegar a la aceptación de molduras o detalles griegos, el arquitecto creó una atmósfera jónica arcaica.

Referencias

Editores y colaboradores de este artículo ¿?
Alberto Mengual, .

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