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Arquitectura visigoda

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Arquitectura visigoda

La arquitectura visigoda se encuadra en la península ibérica desde la creación del reino visigodo en España, en el año 456 cuando el rey Teodorico desbarata a los suevos en Astorga y la mayor parte de la Hispania romana queda bajo la dominación visigoda, hasta que en el 711 y después de la batalla del río Guadalete prácticamente toda la península pasó a estar dominada por los musulmanes. El estilo no posee características rígidas y constantes, sino que se trata de una serie de elementos que están presentes, como el arco en herradura, la bóveda de cañón, la sillería encajada sin mortero, la techumbre de ladrillo, que maneja los sistemas constructivos conocidos del mundo bizantino, pero con un carácter propio y variado.

El estilo visigodo se conforma con unos cuantos elementos genéricos, como la organización de la planta en naves paralelas o en cruz, el empleo del arco en herradura, y una personalidad propia y diferente de otros países. Las iglesias visigodas están construidas con bloques de piedra de gran tamaño, recortados en planos rectos, que encajan por juntas verticales o inclinadas, sin necesidad de formar hiladas de igual altura, y sin necesidad de mortero, la estabilidad se consigue por el ajuste de los sillares.

La bóveda en sillería o de ladrillo, es preferible a la cubierta de carpintería. La bóveda de cañón, prolonga su sección hasta formar la herradura, como en los arcos, es preferida en capillas, cámaras y naves de poca longitud, en naves largas, se colocan armaduras de madera. En ocasiones, se reduce la longitud de las naves, o se las divide en tramos, para facilitar el abovedado.

Historia

Después de las devastaciones que en los primeros años del siglo V sufrió la Península Ibérica por las terribles oleadas de vándalos, alanos, suevos y visigodos que la invadieron, quedó al fin relativamente sosegada con la dominación de éstos últimos a partir del año 412 y más todavía cuando en el 589 se realizó la conversión de los visigodos arrianos al Catolicismo con Recaredo, su monarca. A mediados del siglo VI llegaron a España legiones imperiales de Constantinopla con objeto de ayudar y afirmar en su torno al rey Atanagildo y posesionándose de algunas plazas en las costas e Levante y Mediodía, las retuvieron por más de medio siglo (552-615) con su obligado acompañamiento de artistas bizantinos contribuyendo de esta suerte a reforzar los elementos orientales que ya formaban parte del caudal artístico de los godos.

Por el tesoro del siglo VII hallado en Guarrazar (Toledo) y por las inscripciones que se guardan de la misma época se demuestra con evidencia el gran influjo que el arte visigodo había recibido del septentrional y del bizantino y el adelanto a que habían llegado las artes suntuarias en España lo cual da derecho a inferir que no les iría a la zaga la arquitectura.

Los pocos restos de construcciones visigodas que, salvando las distancias de los siglos y las terribles vicisitudes por las cuales pasó el suelo español han podido llegar hasta nosotros demuestran que la España visigoda poseía un arte propio y nacional distinto del de otros países por lo menos desde la época de Recaredo. No constan con certeza edificios visigodos o ruinas de ellos anteriores a su reinado.

Siglo V

Durante todo el siglo V, en el que se produjeron las invasiones, los visigodos eran un pueblo nómada sin ninguna tradición arquitectónica y estaban dedicados a asegurar sus conquistas. En cuanto a los hispano-romanos, asentados principalmente en el este y el sur de la península, mantienen el estilo paleocristiano, heredero del romano, que existía desde el siglo III y del que pueden ser muestras significativas en España un conjunto de basílicas de tipo clásico, construidas entonces en esa zona y en las Islas Baleares, de las que nos quedan sólo los restos de sus plantas en excavaciones, y los mausoleos de Centcelles, de gran interés porque es el único edificio de ese periodo que se conserva en pie, y de La Alberca que es la construcción de doble bóveda más antigua que se conoce en España, a la que seguirán en siglos posteriores otros monumentos con esta misma característica como Santa Eulalia de Bóveda en Lugo, la Cripta de San Antolín en la Catedral de Palencia o la Cámara Santa de la catedral y Santa María del Naranco en Oviedo.

Siglo VI

El siglo VI y la primera parte del VII están marcados por la aparición de dos estilos de construcción importados que tendrían una gran influencia en el desarrollo posterior del prerrománico español: el bizantino y el de las iglesias norteafricanas.

En el año 551 Justiniano, emperador de Bizancio, envió a España un ejército para ayudar a Atanagildo, que se había levantado en armas contra el rey Agila. Una vez que éste ha sido vencido y asesinado, accede Atanagildo al trono y, a cambio del apoyo de los bizantinos, deberá admitir que se apoderen de parte de las provincias Bética y Tarraconense, permaneciendo en ellas hasta que en el 624 fueron definitivamente expulsados por Suintila.

Durante esos 73 años, la influencia cultural de Bizancio se reflejó en las construcciones de la época, de las que queda únicamente el Baptisterio de Gabia Grande, cerca de Granada, cubierto por cúpula semiesférica y con restos de decoración en mármol, vidrio, ónix y figuras recortadas en placas planas de piedra, estilo que recuerda al de los canceles aparecidos en la basílica de Elche, de la misma época y de la que sólo queda la planta. Tanto el tipo de decoración como las formas de cobertura a base de bóvedas se reflejarían posteriormente en las construcciones visigodas.

De mayor importancia es la influencia del estilo norteafricano. A causa de la persecución de los cristianos por los vándalos en el norte de África, se produjo una corriente migratoria de aquellos hacia el reino visigodo que, aunque arriano, permitía la existencia de comunidades cristianas en su territorio. La aparición en España de estos nuevos grupos de cristianos se reflejó en gran parte de las iglesias que se construyeron en el siglo VI.

Estilos

Siglos V y VI

  • Paleocristiano. Dentro de este grupo se consideran los dos mausoleos de Centcelles y de La Alberca y un conjunto de basílicas de tipo clásico, todas ellas de una o tres naves y con uno o tres ábsides, situadas en el levante y el sur de la península: Baleares, Cataluña, Levante y Extremadura. Es interesante destacar que todas ellas están situadas en la zona de España más romanizada, donde se mantuvo casi sin variaciones la estructura administrativa, religiosa y social existente antes de la caída del imperio. Mención aparte merece el interesante edificio de Santa Eulalia de Bóveda, de este periodo pero no asimilable a ningún grupo.
  • Bizantino. Aunque existen dudas sobre su origen, en principio podemos encuadrar en este grupo, tanto por sus restos de decoración como por su situación en la zona de dominación bizantina en la época de su supuesta construcción, varias basílicas de planta clásica como las de Elche, Játiva y quizá la de Aljezares y, sobre todo el Baptisterio de Gabia Grande. En este caso su estructura también nos anima a considerarla bizantina.
  • Norteafricano. Si se acepta la existencia de dos ábsides contrapuestos como elemento diferenciador de las iglesias construidas por los cristianos que llegaron desde el norte de África, parece seguro que se establecieron en Extremadura y el sudoeste de Andalucía, donde se ha encontrado un conjunto importante de restos de este tipo. Otra característica muy habitual en estas iglesias es la existencia de un baptisterio exterior.
  • Iglesias de transición. Mientras todos los grupos anteriores corresponden a construcciones, de las que no tenemos ninguna información histórica pero que sabemos que estaban situadas en la zona hispano-romana y, por lo tanto, eran de adscripción cristiana, de las dos de este grupo, las de Cabeza de Griego y Recópolis, situadas en la franja central de la península, sí tenemos suficiente información para datarlas y saber que fueron construidas por los visigodos y que pertenecieron al rito arriano. En ambos casos se modifica la basílica clásica añadiendo una especie de seudocrucero, quizá debido a características especiales de este rito.

Siglo VII

  • Iglesias de transición. En ella incluimos cuatro edificios. dos de difícil clasificación y las dos iglesias del siglo VII cuya planta, de forma basilical con cabecera de tres ábsides separados y seudocrucero, parece continuar la búsqueda de espacios de culto muy diferentes a los generados en las basílicas clásicas. En relación con este tema, creemos que un estudio en profundidad de las diferencias entre el culto en la época paleocristiana, el de las comunidades monacales norteafricanas, el arriano y el visigodo cristiano sería fundamental para poder interpretar la arquitectura de esta fase.
  • Iglesias cruciformes. Conjunto de iglesias, todas ellas situadas en entornos rurales, que nos presentan la evolución desde la planta cruciforme pura de un monumento funerario como San Fructuoso de Montelios hasta las plantas más complejas alrededor de una estructura cruciformes utilizadas en las últimas iglesias monacales. Sobre este grupo es interesante destacar la gran importancia que tuvo la vida monacal en los últimos años de la monarquía visigoda de la que nos han llegado noticias de muchos santos ermitaños que se retiraron desde una situación de cierta importancia en la sociedad visigoda para crear comunidades monacales de las que quedan interesantes construcciones altomedievales y tradiciones de culto muy significativas, como San Frutos (Duratón, Cueva de Siete Altares), San Millán (San Millán de Suso) o San Fructuoso (San Pedro de Montes, Valle del Silencio).

Elementos

Los principales elementos componentes de la arquitectura visigoda pueden fijarse de este modo para las iglesias propiamente dichas:

  • plano de basílica latina, con tres naves y un ábside cuadrado (a veces, en herradura) en el cual se elevaba el altar único
  • columnas exentas y monolíticas para dividir las naves y, alguna vez, para lo mismo, pilastras sencillas
  • capiteles de orden corintio o compuesto degenerados y con escultura de poco relieve
  • arcos de herradura y también de medio punto y peraltados
  • techumbre de madera en las naves y de bóveda de cañón o de cuarto de esfera en los ábsides
  • los muros, de piedra sin combinación de ladrillo y con aparejo de hiladas irregulares
  • no se usan contrafuertes y el contrarresto se logra con el espesor de los muros
  • las ventanas suelen ser ajimeces con celosías de piedra calada
  • la ornamentación sigue las formas bizantinas de estrella, cruces (a veces, con el alfa y el omega), florones y varios motivos geométricos
  • se decoran los muros con pinturas o con revestimientos de mármoles y los pavimentos con mosaico, hoy desaparecidos

Había también iglesias que imitaban el tipo bizantino acaso destinadas a servir de baptisterios. Dicho tipo se manifiesta en la planta de cruz griega o cuadrada y dividida en tramos sobre cuyo centro se alzaba una cúpula o por lo menos una bóveda vaída. Y no faltaban humildes Oratorios y memorias de mártires (martyrium como las llama San Isidoro) de sencilla planta rectangular y de pequeñas dimensiones con ábside o sin él y con más o menos ornamentación que las denuncia como de esta época.

El arco de herradura

El arco de herradura usado por los visigodos se distingue del mahometano en su arranque, en su amplitud, en su altura relativa y en su despiezo. El visigodo arranca directamente del ábaco del capitel y es algo más ancho que el intercolumnio por él cubierto; su peralte (porción que media entre el arranque y la línea horizontal que pasa por el centro) equivale a un tercio del radio o poco más y su despiezo es comúnmente horizontal en el peralte y radial desde la terminación de éste y alguna vez radial en todo. Su curvatura no es sencillamente ultrasemicircular sino que desde la línea horizontal del centro desciende la curva obedeciendo a otro centro más lejano o formada al tanteo. En cambio, el arco musulmán de herradura se apoya en zapatas salientes sobre el capitel, ofrece igual amplitud que el vano por él cubierto, tiene un peralte cada vez mayor (en el siglo IV, de medio radio y desde el siglo XIII se convierte en arco en ojiva túmida, resultando el peralte muy elevado) su despiezo es horizontal hasta más arriba de la línea del centro por lo menos desde siglo IX y su curvatura es simplemente ultrasemicircular.

Principales monumentos

Los monumentos de arquitectura que hoy se consideran como visigodos en la península ibérica aunque hayan sufrido posteriores y variadas restauraciones o sólo se conserven ruinas de ellos, se reducen a los siguientes:

Todas estas iglesias son del siglo VII aunque las de San Martín y San Pedro pueden alcanzar los principios del siglo VIII. También se adjudican en su origen a la misma época (del siglo VI al VII) las tres iglesias antiguas de Tarrasa, a saber:

  • San Miguel, que debió ser el baptisterio de la catedral de Egarra (Tarrasa), tiene planta cuadrada, dividida en nueve compartimentos, un ábside de herradura, arcos peraltados, cúpula central (que antes debió ser vaída), apoyada sobre ocho columnas con sus capiteles visigodos. Consta de bóveda de concha en los cuatro ángulos de la iglesia y una cripta con ábside en herradura compuesto de tres lóbulos semicirculares como el de la iglesia de San Pedro.
  • San Pedro
  • Santa María, al igual que la de San Pedro con forma basilical, conservando apenas la fábrica primitiva tan sólo el ábside en herradura.

Las tres fueron restauradas en los siglos IX|IX y XI y la última, otra vez en el XII. Como ejemplares de pequeños oratorios se citan:

  • la cripta de San Antolín (que es una parte de la cripta de la catedral de Palencia)
  • la ermita de los Santos Justo y Pastor, cerca de Medina Sidonia (Cádiz)
  • una capilla en la pequeña iglesia románica de San Miguel in Excelsis (Navarra)
  • los cimientos de las basílicas de
    • Burguillos (Cáceres)
    • Palma de Mallorca
    • Guarrazar (Toledo)
    • Segóbriga (cerca de Uclés, Cuenca) en donde se descubrió la planta del ábside en herradura
    • los de las basílicas de origen griego en la costa levantina como la de Elche y quizás la de Játiva de la cual se conservan restos en el interior de la de San Félix.

Hay también otras preciosas reliquias de arquitectura visigoda diseminadas en varias poblaciones de España como las de

  • Mérida (capiteles en la iglesia de Santa Eulalia y otros restos en el Museo)
  • Toledo (capiteles en las iglesias de San Román, Santa Eulalia, San Sebastián y Cristo de la Luz)
  • Córdoba en la que se pueden ver fustes y capiteles visigodos en la antigua mezquita mayor o aljama (siglo VIII) aprovechados por los musulmanes de las basílicas por ellos destruidas.


Referencias

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Referencias e información de imágenes pulsando en ellas.

Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
Arte Prerrománico Español: Introducción al Arte Visigodo
HombreVitrubio.jpg
Ver artículo aleatorio en:Historia de la Arquitectura.

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Alberto Mengual, ,, .

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