A diferencia de la obra de Le Corbusier, el trabajo de Mallet-Stevens no cruza la línea de corte de la II Guerra Mundial y solo sale de la oscuridad relativa en la década de 1980. Al igual que Le Corbusier, Mallet-Stevens está comprometido con los artistas de su tiempo, se nutre de la época cubista y se afirma como un arquitecto en el corazón de los movimientos europeos en relación con Alemania, Austria y Bélgica.
Tras la inevitable influencia de Josef Hoffmann que se percibe en sus primeros trabajos, después de supervisar la construcción del Palacio Stoclet de Bruselas y que determinará más que el simple aspecto estético, la idea de una obra global guiará también no solo la concepción arquitectónica y urbana sino también los espacios interiores y el mobiliario.
Esta concepción general, que encarna una imagen icónica de la modernidad, Mallet-Stevens la elabora mediante la realización de diversos decorados para películas. Este entorno moderno está acompañado del universo estético de muchos artistas y así, su Villa Noailles inspira la película Les Mystères du Château de Man Ray, siendo el que mejor anticipó lo que viene a denominarse cultura de la imagen contemporánea, a través de la fotografía y el cine.
Mallet-Stevens, fundador de la Unión de artistas modernos, fue un destacado miembro de la asociación, participando en todas las experiencias colectivas de diseño de interiores o de industrialización, donde se descubre un líder del movimiento que acaba siendo director de la Escuela de Bellas Artes de Lille donde trata de transformar en enseñanza las proclamas de un manifiesto, de constituir en escuela, que era entonces un lugar donde se reunían un conjunto de habilidades, la constatación de que las expresiones artísticas deben valorarse a través de manifestaciones de naturaleza efímera.
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