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Diferencia entre revisiones de «Iglesia de San Pedro Mártir»

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Los Dominicos de Fuencarral van a representar, en este sentido, un avance formal, en el que sin pretender una ruptura con la tradición, sí planteará su relectura, introduciéndose en la esencia del espacio religioso para conseguir uno nuevo o renovado, que estreche la vinculación del hombre con Dios de un modo dinámico, no conformado, austero, pero de gran riqueza cromática, en el que la arquitectura recupera su papel integrador de todas las artes.
Los Dominicos de Fuencarral van a representar, en este sentido, un avance formal, en el que sin pretender una ruptura con la tradición, sí planteará su relectura, introduciéndose en la esencia del espacio religioso para conseguir uno nuevo o renovado, que estreche la vinculación del hombre con Dios de un modo dinámico, no conformado, austero, pero de gran riqueza cromática, en el que la arquitectura recupera su papel integrador de todas las artes.


La planta del templo se resuelve en hipérbola, con el altar en el centro, entre el coro y los feligreses, con capacidad para 300 frailes y 700 personas respectivamente, e iluminado cenitalmente por una original celosía de tubos metálicos, el cual separa enfáticamente el coro para la comunidad dominica de la nave de los fieles. Resulta así un espacio sobrio y silencioso, pero convergente y dramático a la vez, con la luz que cae como un torrente, un foco de iluminación natural que aporta dramatismo a la escena y marca el altar como centro dominante y estructurador del espacio dominado por el gran crucifijo del escultor Pablo Serrano, suspendido sobre el altar con cables en el aire.
La planta del templo se resuelve en hipérbola, con el altar en el centro, entre el coro y los feligreses, con capacidad para 300 frailes y 700 personas respectivamente, e iluminado cenitalmente por una original celosía de tubos metálicos, el cual separa enfáticamente el coro para la comunidad dominica de la nave de los fieles. Las paredes también te dirigen al altar. donde el espacio se comprime para continuar un recorrido virtual hacia arriba. El uso de una estructura colocada longitudinalmente, permite la ubicación de vidrieras de distintas tonalidades sobre los muros laterales, lo que hará que la iluminación a lo largo de la ceremonia vaya cambiando suavemente. No es casual tampoco el fondo de escena, cuyas vidrieras muestran el martirio de San Pedro. Resulta así un espacio sobrio y silencioso, pero convergente y dramático a la vez, con la luz que cae como un torrente, un foco de iluminación natural que aporta dramatismo a la escena y marca el altar como centro dominante y estructurador del espacio dominado por el gran crucifijo del escultor Pablo Serrano, suspendido sobre el altar con cables en el aire.


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