Diferencia entre revisiones de «Iglesia de San Cipriano (Toledo)»

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También por estos años, en 1708, se reconstruyó la torre; aunque respetando, en este caso, la estructura original. Se trata, como se dijo, del único resto conservado de época medieval. Sigue el modelo más antiguo dentro de la tipología de torres mudéjares toledanas, caracterizado por la construcción de paramentos lisos de mampostería encintada y un cuerpo superior en ladrillo, destinado a campanario. En el interior se mantiene la estructura de planta cuadrada con machón central, rodeado por las escaleras de acceso; disposición que deriva también de los alminares y que es habitual en las torres Mudéjares. En su forma primitiva estuvo exenta; pero quedó incorporada al resto del edificio tras la reforma de la cabecera, a comienzos del siglo XVII. Reforma a la que también se debe la portada que está al lado, desde la cual se accede al atrio resultante de la incorporación del antiguo cementerio parroquial. Esta portada, que se repite en la que desde el atrio o compás sirve de entrada a la iglesia, sigue trazas de Monegro y, según F. Marías, responde a la simplificación del esquema utilizado en San Pedro Mártir; se reduce aquí a un arco de medio punto, con aparejo de sillares resaltados y escudos de don Carlos Venero en las enjutas, y a una hornacina entre aletones, que actúa como remate.  
También por estos años, en 1708, se reconstruyó la torre; aunque respetando, en este caso, la estructura original. Se trata, como se dijo, del único resto conservado de época medieval. Sigue el modelo más antiguo dentro de la tipología de torres mudéjares toledanas, caracterizado por la construcción de paramentos lisos de mampostería encintada y un cuerpo superior en ladrillo, destinado a campanario. En el interior se mantiene la estructura de planta cuadrada con machón central, rodeado por las escaleras de acceso; disposición que deriva también de los alminares y que es habitual en las torres Mudéjares. En su forma primitiva estuvo exenta; pero quedó incorporada al resto del edificio tras la reforma de la cabecera, a comienzos del siglo XVII. Reforma a la que también se debe la portada que está al lado, desde la cual se accede al atrio resultante de la incorporación del antiguo cementerio parroquial. Esta portada, que se repite en la que desde el atrio o compás sirve de entrada a la iglesia, sigue trazas de Monegro y, según F. Marías, responde a la simplificación del esquema utilizado en San Pedro Mártir; se reduce aquí a un arco de medio punto, con aparejo de sillares resaltados y escudos de don Carlos Venero en las enjutas, y a una hornacina entre aletones, que actúa como remate.  
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