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Diferencia entre revisiones de «Acceptera»

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'''Acceptera''' (1931) es un manifiesto de arquitectura moderna sueco escrito por los arquitectos [[Gunnar Asplund]], [[Wolter Gahn]], [[Sven Markelius]], [[Eskil Sundahl]], [[Uno Åhrén]], y el historiador de arte Gregor Paulsson y publicado poco después de la [[Exposición de Estocolmo de 1930]] que fue dirigida en parte por Asplund y contó con contribuciones de cada uno de los autores, donde se ofreció una variedad de estructuras representativas de los estilos funcionalista e internacional. La exposición tomó como eslogan la frase Acceptera! -traducible "¡aceptar!".
'''Acceptera''' (1931) es un manifiesto de arquitectura moderna sueco escrito por los arquitectos [[Gunnar Asplund]], [[Wolter Gahn]], [[Sven Markelius]], [[Eskil Sundahl]], [[Uno Åhrén]], y el historiador de arte Gregor Paulsson y publicado poco después de la [[Exposición de Estocolmo de 1930]] que fue dirigida en parte por Asplund y contó con contribuciones de cada uno de los autores, donde se ofreció una variedad de estructuras representativas de los estilos funcionalista e internacional. La exposición tomó como eslogan la frase Acceptera!, traducible como "¡aceptad!".


Al afirmar que el "arte de construir" sueco (''byggnadskonst'') no se ha mantenido al ritmo del cambio social y tecnológico revolucionario que barrió Europa a principios del siglo XX, los autores sostienen que la producción de bienes de consumo y vivienda debe adoptar una orientación funcionalista para satisfacer las necesidades culturales y materiales particulares tanto de la sociedad como del individuo moderno. Combinando el análisis social con una crítica iconoclasta de la arquitectura y la artesanía contemporáneas, la aceptación exige fervientemente a sus lectores que no retrocedan en la modernidad, sino que "acepten la realidad que existe, solo de esa manera tenemos alguna posibilidad de dominarla, tomándola en la mano, y alterandola para crear una cultura que ofrezca una herramienta adaptable para la vida ".
Al afirmar que el "arte de construir" sueco (''byggnadskonst'') no se ha mantenido al ritmo del cambio social y tecnológico revolucionario que barrió Europa a principios del siglo XX, los autores sostienen que la producción de bienes de consumo y vivienda debe adoptar una orientación funcionalista para satisfacer las necesidades culturales y materiales particulares tanto de la sociedad como del individuo moderno. Combinando el análisis social con una crítica iconoclasta de la arquitectura y la artesanía contemporáneas, la aceptación exige fervientemente a sus lectores que no retrocedan en la modernidad, sino que "acepten la realidad que existe, solo de esa manera tenemos alguna posibilidad de dominarla, tomándola en la mano, y alterandola para crear una cultura que ofrezca una herramienta adaptable para la vida ".
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Juntos, la Exposición de Estocolmo y la publicación de Acceptera constituyen un momento definitivo en el desarrollo de la arquitectura moderna sueca y el planeamiento urbano, ambos influenciados en las décadas siguientes por muchas de las ideas sobre producción industrial, planificación, estandarización y funcionalidad promulgadas por los autores del manifiesto.
Juntos, la Exposición de Estocolmo y la publicación de Acceptera constituyen un momento definitivo en el desarrollo de la arquitectura moderna sueca y el planeamiento urbano, ambos influenciados en las décadas siguientes por muchas de las ideas sobre producción industrial, planificación, estandarización y funcionalidad promulgadas por los autores del manifiesto.


Sorprende que el primer manifiesto de la modernidad sueca fuera publicado en el preciso instante en que las vanguardias europeas –según señala [[Tafuri]] en su Proyecto y utopía (1973)– comenzaban una descomposición irreversible. Y es evidente que, en muchos aspectos, el manifiesto sueco está profundamente arraigado en las discusiones de estas vanguardias sobre planificación urbana; pero, por otro lado, muestra un énfasis inusual y distinto sobre una nueva forma de ingeniería social que no sólo pretendía adaptar la modernidad a un contexto nacional, sino también retratar su teoría misma como un fenómeno específicamente sueco a diferencia del carácter absoluto que pretendía el movimiento en el resto del continente.
En este sentido existe una diferencia fundamental entre Acceptera y otros manifiestos similares como [[Vers une architecture]] (1923) de [[Le Corbusier]] o [[Gorßstadtarkitektur]] (1927) de [[Hilberseimer]]: en su versión sueca, la modernidad no fue percibida como una ruptura con la tradición sino como un programa de reconexión con los valores tradicionales del desarrollo contemporáneo. Dicho de otro modo, pretendía crearse un puente entre pasado y presente, en lugar de una oposición entre el moderno progreso y la persistencia de la tradición. Lo cual era referido en otro texto de Gustaf Näsström publicado el mismo año del manifiesto, Svensk funktionalism (1931).
Aún así, la presentación y composición de los fotomontajes del interior reforzaba la idea de Acceptera como un manifiesto radical. No en vano existe una resonancia visual innegable entre el diseño gráfico del manifiesto –obra de Uno Åhrén– y la revista de la vanguardia danesa dirigida por [[Poul Henningsen]], [[Kritisk revy]] (1926–28), en la que colaboraba el propio Åhrén. A pesar de las apariencias, Acceptera abandonó cualquier postulado agresivo o utopía; su propósito era presentar los principios del diseño moderno de un modo optimista, exponiendo los argumentos “con calma y tono positivo, sin controversias” y, como se evidencia en numerosos momentos del texto y sus fotomontajes asociados, “a veces con sentido del humor”. Es más, contrariamente a como se ha tendido a traducir el título a menudo –como un imperativo ¡Aceptad!– la aceptación incitada estaba vinculada a la adquisición de unos nuevos resortes para la arquitectura no tanto desde una urgencia por agitar algo que conmocionase o rompiera un status quo morfo–tipológico, sino más bien desde una creencia de que su tiempo debía ser aceptado como el resultado inevitable de unas circunstancias históricas. Así el título destacado en letras rojas de la portada, formaba parte de la publicidad de la política de vivienda
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Revisión del 18:43 31 jul 2018

Acceptera 1931b.jpg

Acceptera (1931) es un manifiesto de arquitectura moderna sueco escrito por los arquitectos Gunnar Asplund, Wolter Gahn, Sven Markelius, Eskil Sundahl, Uno Åhrén, y el historiador de arte Gregor Paulsson y publicado poco después de la Exposición de Estocolmo de 1930 que fue dirigida en parte por Asplund y contó con contribuciones de cada uno de los autores, donde se ofreció una variedad de estructuras representativas de los estilos funcionalista e internacional. La exposición tomó como eslogan la frase Acceptera!, traducible como "¡aceptad!".

Al afirmar que el "arte de construir" sueco (byggnadskonst) no se ha mantenido al ritmo del cambio social y tecnológico revolucionario que barrió Europa a principios del siglo XX, los autores sostienen que la producción de bienes de consumo y vivienda debe adoptar una orientación funcionalista para satisfacer las necesidades culturales y materiales particulares tanto de la sociedad como del individuo moderno. Combinando el análisis social con una crítica iconoclasta de la arquitectura y la artesanía contemporáneas, la aceptación exige fervientemente a sus lectores que no retrocedan en la modernidad, sino que "acepten la realidad que existe, solo de esa manera tenemos alguna posibilidad de dominarla, tomándola en la mano, y alterandola para crear una cultura que ofrezca una herramienta adaptable para la vida ".

Juntos, la Exposición de Estocolmo y la publicación de Acceptera constituyen un momento definitivo en el desarrollo de la arquitectura moderna sueca y el planeamiento urbano, ambos influenciados en las décadas siguientes por muchas de las ideas sobre producción industrial, planificación, estandarización y funcionalidad promulgadas por los autores del manifiesto.


Sorprende que el primer manifiesto de la modernidad sueca fuera publicado en el preciso instante en que las vanguardias europeas –según señala Tafuri en su Proyecto y utopía (1973)– comenzaban una descomposición irreversible. Y es evidente que, en muchos aspectos, el manifiesto sueco está profundamente arraigado en las discusiones de estas vanguardias sobre planificación urbana; pero, por otro lado, muestra un énfasis inusual y distinto sobre una nueva forma de ingeniería social que no sólo pretendía adaptar la modernidad a un contexto nacional, sino también retratar su teoría misma como un fenómeno específicamente sueco a diferencia del carácter absoluto que pretendía el movimiento en el resto del continente.

En este sentido existe una diferencia fundamental entre Acceptera y otros manifiestos similares como Vers une architecture (1923) de Le Corbusier o Gorßstadtarkitektur (1927) de Hilberseimer: en su versión sueca, la modernidad no fue percibida como una ruptura con la tradición sino como un programa de reconexión con los valores tradicionales del desarrollo contemporáneo. Dicho de otro modo, pretendía crearse un puente entre pasado y presente, en lugar de una oposición entre el moderno progreso y la persistencia de la tradición. Lo cual era referido en otro texto de Gustaf Näsström publicado el mismo año del manifiesto, Svensk funktionalism (1931).

Aún así, la presentación y composición de los fotomontajes del interior reforzaba la idea de Acceptera como un manifiesto radical. No en vano existe una resonancia visual innegable entre el diseño gráfico del manifiesto –obra de Uno Åhrén– y la revista de la vanguardia danesa dirigida por Poul Henningsen, Kritisk revy (1926–28), en la que colaboraba el propio Åhrén. A pesar de las apariencias, Acceptera abandonó cualquier postulado agresivo o utopía; su propósito era presentar los principios del diseño moderno de un modo optimista, exponiendo los argumentos “con calma y tono positivo, sin controversias” y, como se evidencia en numerosos momentos del texto y sus fotomontajes asociados, “a veces con sentido del humor”. Es más, contrariamente a como se ha tendido a traducir el título a menudo –como un imperativo ¡Aceptad!– la aceptación incitada estaba vinculada a la adquisición de unos nuevos resortes para la arquitectura no tanto desde una urgencia por agitar algo que conmocionase o rompiera un status quo morfo–tipológico, sino más bien desde una creencia de que su tiempo debía ser aceptado como el resultado inevitable de unas circunstancias históricas. Así el título destacado en letras rojas de la portada, formaba parte de la publicidad de la política de vivienda


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