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Diferencia entre revisiones de «Mercado Central de Salamanca»

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(→‎El Mercado Central de Salamanca actualmente.: clean up, replaced: La Alberca → La Alberca, toro de lidia → Toro de lidia)
(clean up, replaced: Casa Lis → Casa Lis, Estación del Norte → Estación del Norte)
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Pero aunque el comienzo y la inauguración distan once años, la realidad fue que se trabajaron solamente tres. Las grandes lagunas de tiempo inactivo correspondieron a la falta de dinero en el Ayuntamiento para hacer frente a las certificaciones del contratista y no faltaron meses de inactividad motivada por las demandas de mayor salario de los trabajadores. Aunque en unas etapas el número de trabajadores era mayor que en otras, podemos establecer la media de 40 obreros durante tres años que prácticamente ocuparon la obra.
Pero aunque el comienzo y la inauguración distan once años, la realidad fue que se trabajaron solamente tres. Las grandes lagunas de tiempo inactivo correspondieron a la falta de dinero en el Ayuntamiento para hacer frente a las certificaciones del contratista y no faltaron meses de inactividad motivada por las demandas de mayor salario de los trabajadores. Aunque en unas etapas el número de trabajadores era mayor que en otras, podemos establecer la media de 40 obreros durante tres años que prácticamente ocuparon la obra.


En 1899 cuando la decisión de construir el Mercado estuvo tomada, se encargó al arquitecto provincial y diocesano D. Joaquín de Vargas Aguirre que redactara el proyecto, arquitecto que a su vez dirigía la obra de la [[Casa Lis]], ambos proyectos fieles a los cánones del modernismo de hierro del siglo XIX.
En 1899 cuando la decisión de construir el Mercado estuvo tomada, se encargó al arquitecto provincial y diocesano D. Joaquín de Vargas Aguirre que redactara el proyecto, arquitecto que a su vez dirigía la obra de la Casa Lis, ambos proyectos fieles a los cánones del modernismo de hierro del siglo XIX.


Para adjudicar esta iniciativa, el Ayuntamiento decide sacar a subasta la construcción y lo hace el 5 de agosto de 1899. Por entonces D. Mariano Reymundo, primer teniente de alcalde fue el encargado de presidir la mesa y abrir los tres sobres presentados. Uno, de los señores Moneo, otro de Julián de la Rosa y un tercero de Santiago Flores. El tipo de presupuesto fijado por la municipalidad fue de 433.635,81 pesetas. Las pujas, por orden indicado fueron de 429.298, 420.000 y 381.599.
Para adjudicar esta iniciativa, el Ayuntamiento decide sacar a subasta la construcción y lo hace el 5 de agosto de 1899. Por entonces D. Mariano Reymundo, primer teniente de alcalde fue el encargado de presidir la mesa y abrir los tres sobres presentados. Uno, de los señores Moneo, otro de Julián de la Rosa y un tercero de Santiago Flores. El tipo de presupuesto fijado por la municipalidad fue de 433.635,81 pesetas. Las pujas, por orden indicado fueron de 429.298, 420.000 y 381.599.
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Hasta ahí las características constructivas generales. Sin embargo, siendo este Mercado un buen ejemplo de la arquitectura al servicio de la época, participa de un tratamiento singular con una clara intencionalidad formal. Ateniéndonos al tratamiento estilístico que reciben las fachadas, Vargas maneja con evidente libertad un vocabulario clasicista. Merece especial atención la portada principal por presentar un claro ejemplo de adaptación entre la forma y la función, intención característica de la [[arquitectura racionalista]] del siglo XIX . Se trata de una transposición al hierro del arco de triunfo romano que si en el [[Renacimiento]] fue motivo de inspiración para realizar transposiciones gramaticales, Vargas, al igual que los racionalistas de su época, recurre a la misma fórmula, pero no como renovación de una disciplina estética sino como un medio cuya tectónica satisface las exigencias funcionales que plantea el uso del hierro en las nuevas tipologías. La diafanidad con la que están concedidos los arcos principal y laterales, los óculos, el ático o el friso, sin perder por ellos los característicos ritmos o proporciones, o la mesura decorativa a base de ápteras, antefijas, etc., constituye una excelente muestra de portada para un edificio de estas características, aspecto éste que muchos arquitectos de ideales semejantes a los de Vargas eludían hacer en hierro a la hora de componer la fachada de un edificio similar.  
Hasta ahí las características constructivas generales. Sin embargo, siendo este Mercado un buen ejemplo de la arquitectura al servicio de la época, participa de un tratamiento singular con una clara intencionalidad formal. Ateniéndonos al tratamiento estilístico que reciben las fachadas, Vargas maneja con evidente libertad un vocabulario clasicista. Merece especial atención la portada principal por presentar un claro ejemplo de adaptación entre la forma y la función, intención característica de la [[arquitectura racionalista]] del siglo XIX . Se trata de una transposición al hierro del arco de triunfo romano que si en el [[Renacimiento]] fue motivo de inspiración para realizar transposiciones gramaticales, Vargas, al igual que los racionalistas de su época, recurre a la misma fórmula, pero no como renovación de una disciplina estética sino como un medio cuya tectónica satisface las exigencias funcionales que plantea el uso del hierro en las nuevas tipologías. La diafanidad con la que están concedidos los arcos principal y laterales, los óculos, el ático o el friso, sin perder por ellos los característicos ritmos o proporciones, o la mesura decorativa a base de ápteras, antefijas, etc., constituye una excelente muestra de portada para un edificio de estas características, aspecto éste que muchos arquitectos de ideales semejantes a los de Vargas eludían hacer en hierro a la hora de componer la fachada de un edificio similar.  


Piénsese, por ejemplo, en la [[Biblioteca de Santa Genoveva]] en París ( 1843-1850) de [[Henri Labrouste]] o en la [[Estación del Norte]] de París (1861-1864) de Jacques Hittorf, que si como afirma Chueca Gotilla respecto a la fachada de la primera “responde hábilmente a lo que pasa en el interior” y teniendo en cuenta la diferencia cronológica o la importancia de su volumen o uso, la piedras, tratada con respeto clásico, esconde en cierto modo el hierro del interior. En este sentido, esta portada se relaciona más directamente con la de mercados como el de [[Bonn]] o el de San Antonio de Barcelona, en donde la portada forma un conjunto orgánico con el resto de la construcción.  
Piénsese, por ejemplo, en la [[Biblioteca de Santa Genoveva]] en París ( 1843-1850) de [[Henri Labrouste]] o en la Estación del Norte de París (1861-1864) de Jacques Hittorf, que si como afirma Chueca Gotilla respecto a la fachada de la primera “responde hábilmente a lo que pasa en el interior” y teniendo en cuenta la diferencia cronológica o la importancia de su volumen o uso, la piedras, tratada con respeto clásico, esconde en cierto modo el hierro del interior. En este sentido, esta portada se relaciona más directamente con la de mercados como el de [[Bonn]] o el de San Antonio de Barcelona, en donde la portada forma un conjunto orgánico con el resto de la construcción.  


De otro lado, la particular estética, de corte clasicista, se trata más de consonancia con valores plásticos o cromáticos que con criterios de valoración estilística. No hay en la memoria del proyecto una sola alusión al estilo adoptado, destacándose, en cambio, preocupaciones referentes al ritmo, al movimiento de las líneas arquitectónicas o al cromatismo, aspecto este último muy en boga en la arquitectura de la época y de especial significación en la obra de Vargas. En cuanto al primero, el Mercado adopta una peculiar planimetría que en cierto modo responde al enclave del solar: cerrado por las fachadas de casas que configuraban la Plaza de la Verdura, a tal efecto, Vargas quiebra su lisura “para conseguir dar más movimiento a las líneas y lograr efectos arquitectónicos por los cuales resulta con mayor aspecto y proporciones" , al mismo tiempo no hay que olvidar que las esquinas que provoca su quebrada planimetría cumplen una función sustentante, evidenciado en el exterior por el refuerzo de las columnas de hierro enlazadas por aspas, produciendo un efecto plástico de gran belleza estructural.  
De otro lado, la particular estética, de corte clasicista, se trata más de consonancia con valores plásticos o cromáticos que con criterios de valoración estilística. No hay en la memoria del proyecto una sola alusión al estilo adoptado, destacándose, en cambio, preocupaciones referentes al ritmo, al movimiento de las líneas arquitectónicas o al cromatismo, aspecto este último muy en boga en la arquitectura de la época y de especial significación en la obra de Vargas. En cuanto al primero, el Mercado adopta una peculiar planimetría que en cierto modo responde al enclave del solar: cerrado por las fachadas de casas que configuraban la Plaza de la Verdura, a tal efecto, Vargas quiebra su lisura “para conseguir dar más movimiento a las líneas y lograr efectos arquitectónicos por los cuales resulta con mayor aspecto y proporciones" , al mismo tiempo no hay que olvidar que las esquinas que provoca su quebrada planimetría cumplen una función sustentante, evidenciado en el exterior por el refuerzo de las columnas de hierro enlazadas por aspas, produciendo un efecto plástico de gran belleza estructural.  
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