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Diferencia entre revisiones de «Konstantín Mélnikov: Ciudad como máquina para dormir (Jelena Prokopljevic)»

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La Ciudad Verde, sin embargo, era otra cosa. Se trataba de una ciudad satélite cerca de Moscú para 100.000 habitantes (o usuarios) que no se vinculaba directamente a los centros de trabajo. De hecho, todo lo contrario: su razón de ser era el descanso intensivo de los trabajadores y por tanto, interesaba su más extremo alejamiento de la industria. Se preveía un tipo de alojamiento temporal, una especie de segunda residencia intercambiable, unida por los centros de cultura y educación y grandes masas verdes.
La Ciudad Verde, sin embargo, era otra cosa. Se trataba de una ciudad satélite cerca de Moscú para 100.000 habitantes (o usuarios) que no se vinculaba directamente a los centros de trabajo. De hecho, todo lo contrario: su razón de ser era el descanso intensivo de los trabajadores y por tanto, interesaba su más extremo alejamiento de la industria. Se preveía un tipo de alojamiento temporal, una especie de segunda residencia intercambiable, unida por los centros de cultura y educación y grandes masas verdes.
[[Archivo:Melnikov.CiudadMaquina.1.jpg|right|400px|thumb|Maqueta del bloque de dormitorios]][[Archivo:Melnikov.CiudadMaquina.2.jpg|right|400px|thumb|Planta y sección]][[Archivo:Melnikov.CiudadMaquina.3.jpg|right|400px|thumb|Alzado]]
 
La propuesta de [[Mélnikov]] fue posiblemente su proyecto más radical: la idea principal era asegurar la máxima calidad de sueño, planteando la ciudad como la máquina para dormir. Su elemento base eran las unidades residenciales de dormitorios colectivos, cada una para 4.000 personas, organizadas de tal manera que permitían un sueño profundo e ininterrumpido y cuyo diseño tendría que unir los conocimientos de médicos, músicos, arquitectos y otros técnicos. El problema de la clase obrera era el descanso. Las 8 horas de trabajo se alargaban sistemáticamente para cumplir o superar las cuotas de productividad establecidas por el plan. Había además el trabajo voluntario para la comunidad, horas de educación continua, reuniones interminables de las células políticas y sesiones de autocrítica que hacían desaparecer a las 8 horas libres además de alguna hora del sueño que también se reducía por la pérdida de tiempo en desplazamientos o abastecimiento. En la memoria del proyecto Mélnikov escribía: “Y ahora cuando oigo que nuestra salud necesita de alimentación, yo digo que no, que lo que necesita es sueño. Todos dicen que para descansar se necesita de aire, y yo digo nuevamente que no: sin sueño el aire es incapaz de restablecer nuestras fuerzas…”
La propuesta de [[Mélnikov]] fue posiblemente su proyecto más radical: la idea principal era asegurar la máxima calidad de sueño, planteando la ciudad como la máquina para dormir. Su elemento base eran las unidades residenciales de dormitorios colectivos, cada una para 4.000 personas, organizadas de tal manera que permitían un sueño profundo e ininterrumpido y cuyo diseño tendría que unir los conocimientos de médicos, músicos, arquitectos y otros técnicos. El problema de la clase obrera era el descanso. Las 8 horas de trabajo se alargaban sistemáticamente para cumplir o superar las cuotas de productividad establecidas por el plan. Había además el trabajo voluntario para la comunidad, horas de educación continua, reuniones interminables de las células políticas y sesiones de autocrítica que hacían desaparecer a las 8 horas libres además de alguna hora del sueño que también se reducía por la pérdida de tiempo en desplazamientos o abastecimiento. En la memoria del proyecto Mélnikov escribía: “Y ahora cuando oigo que nuestra salud necesita de alimentación, yo digo que no, que lo que necesita es sueño. Todos dicen que para descansar se necesita de aire, y yo digo nuevamente que no: sin sueño el aire es incapaz de restablecer nuestras fuerzas…”
 
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Archivo:Melnikov.CiudadMaquina.1.jpg|Maqueta del bloque de dormitorios
Archivo:Melnikov.CiudadMaquina.2.jpg|Planta y sección
Archivo:Melnikov.CiudadMaquina.3.jpg|Alzado
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El bloque –de tipo cuartel- consistía de dos alas unidas por el núcleo de comunicaciones y servicios mientras que los extremos de cada una son reservados para las áreas de control ambiental. Para hacer agradable y sobre todo funcional el sueño individual en un dormitorio colectivo, lo más importante era el aislamiento o el control acústico. Mélnikov planteó un trabajo interdisciplinar para contrarrestar los ruidos de gente entrando, hablando o roncando mientras los otros proletarios duermen. Se podían reproducir sonidos de la naturaleza, de hojas de árboles, lluvia fina o de olas del mar. También se reproducían piezas de música o lectura de libros si los sonidos naturales no daban resultado. Se controlaba la temperatura, la humedad y la presión del aire, se impulsaban aromas de bosques o prados, pero si todavía costaba conciliar el sueño, las camas, completamente mecanizadas se podían balancear suavemente. De esta manera el edificio actuaba en todos los niveles sensoriales: físico, psíquico, químico, térmico o mecánico. También las alas de los bloques tenían los forjados inclinados para optimizar la posición de los cuerpos que descansan. El absoluto control ambiental en el interior, como también el control del mecanismo del sueño permitía que los acabados sean totalmente transparentes y restablecer con la luz el ciclo natural del sueño.
El bloque –de tipo cuartel- consistía de dos alas unidas por el núcleo de comunicaciones y servicios mientras que los extremos de cada una son reservados para las áreas de control ambiental. Para hacer agradable y sobre todo funcional el sueño individual en un dormitorio colectivo, lo más importante era el aislamiento o el control acústico. Mélnikov planteó un trabajo interdisciplinar para contrarrestar los ruidos de gente entrando, hablando o roncando mientras los otros proletarios duermen. Se podían reproducir sonidos de la naturaleza, de hojas de árboles, lluvia fina o de olas del mar. También se reproducían piezas de música o lectura de libros si los sonidos naturales no daban resultado. Se controlaba la temperatura, la humedad y la presión del aire, se impulsaban aromas de bosques o prados, pero si todavía costaba conciliar el sueño, las camas, completamente mecanizadas se podían balancear suavemente. De esta manera el edificio actuaba en todos los niveles sensoriales: físico, psíquico, químico, térmico o mecánico. También las alas de los bloques tenían los forjados inclinados para optimizar la posición de los cuerpos que descansan. El absoluto control ambiental en el interior, como también el control del mecanismo del sueño permitía que los acabados sean totalmente transparentes y restablecer con la luz el ciclo natural del sueño.


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