Diferencia entre revisiones de «Quinta de San Pedro Alejandrino»

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La Quinta de San Pedro Alejandrino fue fundada el 2 de febrero de 1608 por el canónigo de la Catedral de Santa Marta Francisco de Godoy y Cortesía con el nombre de “La Florida San Pedro Alejandrino”; en memoria del mártir español Pedro Godoy.
La Quinta de San Pedro Alejandrino fue fundada el 2 de febrero de 1608 por el canónigo de la Catedral de Santa Marta Francisco de Godoy y Cortesía con el nombre de “La Florida San Pedro Alejandrino”; en memoria del mártir español Pedro Godoy.


Con el transcurrir del tiempo y la historia, la hacienda cambia 15 veces de propietarios; entre los cuales se destacan nobles apellidos como Mondragón, Orozco, Zubiría, De Mier entre otros. El 9 de enero de [[1808]] don Faustino de Mier y Theran compró la hacienda por $11.773 pesos oro, pero años más tarde le fue confiscada dicha propiedad por no colaborar con la causa patriota. A finales de la segunda década del siglo XIX el destino deparó proféticamente, que esta hacienda fuera adjudicada al hidalgo español Don Joaquín de Mier y Benítez, gran hombre de negocios, quien intensificó los cultivos de caña de azúcar para la producción de la panela, el ron y la miel. Al fallecer Don Joaquín de Mier en 1861, heredó la hacienda su hijo Manuel Julián de Mier, quien continuo la costumbre de su padre de visitarla casi diariamente; pero extrañamente ocurrió que algunos vecinos del pueblo de Mamatoco querían impedir la entrada a San Pedro de las aguas que le pertenecían, por lo cual Don Manuel Julián inició un pleito contra ese abuso. Los responsables, viéndose perdidos en el terreno legal, lo acecharon y lamentablemente decidieron una mañana cuando este caballero pasase por el río, realizarle un atentado. La bestia en que montaba se asustó y corrió, lo cual lo salvó de una muerte segura. Después de ese atentado Don Manuel Julián nostálgicamente no volvió a San Pedro Alejandrino, y a partir de ese momento el ingenio entra en un triste proceso de decadencia y abandono.
Con el transcurrir del tiempo y la historia, la hacienda cambia 15 veces de propietarios; entre los cuales se destacan nobles apellidos como Mondragón, Orozco, Zubiría, De Mier entre otros. El 9 de enero de 1808 don Faustino de Mier y Theran compró la hacienda por $11.773 pesos oro, pero años más tarde le fue confiscada dicha propiedad por no colaborar con la causa patriota. A finales de la segunda década del siglo XIX el destino deparó proféticamente, que esta hacienda fuera adjudicada al hidalgo español Don Joaquín de Mier y Benítez, gran hombre de negocios, quien intensificó los cultivos de caña de azúcar para la producción de la panela, el ron y la miel. Al fallecer Don Joaquín de Mier en 1861, heredó la hacienda su hijo Manuel Julián de Mier, quien continuo la costumbre de su padre de visitarla casi diariamente; pero extrañamente ocurrió que algunos vecinos del pueblo de Mamatoco querían impedir la entrada a San Pedro de las aguas que le pertenecían, por lo cual Don Manuel Julián inició un pleito contra ese abuso. Los responsables, viéndose perdidos en el terreno legal, lo acecharon y lamentablemente decidieron una mañana cuando este caballero pasase por el río, realizarle un atentado. La bestia en que montaba se asustó y corrió, lo cual lo salvó de una muerte segura. Después de ese atentado Don Manuel Julián nostálgicamente no volvió a San Pedro Alejandrino, y a partir de ese momento el ingenio entra en un triste proceso de decadencia y abandono.


Posteriormente el 2 de febrero de 1891 el Departamento del Magdalena, siendo gobernador el Doctor Ramón Goenaga, de manera acertada y agradecida, compra 200 hectáreas de la hacienda por la suma de $24.000 pesos oro, con el ánimo de conservarla. Y en 1891 ya el reloj de la historia reclama el inicio de la primera restauración para volverla al estado que presentaba en 1830; años más tarde esta hacienda es declarada Monumento Nacional Histórico.
Posteriormente el 2 de febrero de 1891 el Departamento del Magdalena, siendo gobernador el Doctor Ramón Goenaga, de manera acertada y agradecida, compra 200 hectáreas de la hacienda por la suma de $24.000 pesos oro, con el ánimo de conservarla. Y en 1891 ya el reloj de la historia reclama el inicio de la primera restauración para volverla al estado que presentaba en 1830; años más tarde esta hacienda es declarada Monumento Nacional Histórico.
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