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Puente de Sant Jordi (Alcoy)
El puente de San Jordi situado en Alcoy (Provincia de Alicante, España) obra de Víctor Eusa Razquín construido en 1931, ha llegado a constituir el símbolo más representativo de la ciudad, lo que no es extraño, pensando en que Alcoy, con su torturada orografía entre los ríos Barxell y Molinar, pueda ser representado por un puente. Pero también hay que pensar que este puente de hormigón siempre ha llamado la atención por su perfil airoso y ligero y por la sabia conjunción entre la potente estructura y la amable secuencia de sus remates en el tablero, que aproximan al usuario de forma doméstica, sus características más emblemáticas.
La funcionalidad del puente es la conexión entre el ensanche y el centro histórico, cruzando el río Barchell, aunque la consecuencia de haber elevado el articulador urbano desde las cotas de los barrios próximos de Buida Oli y Portal de Riquer, han degradado ambos hasta niveles muy preocupantes.
La estructura del puente se basa en un tablero superior horizontal, soportado por pilas. Las extremas son pantallas transversales lisas y las cuatro centrales, más altas arrancan desde basamentos de hormigón de forma troncopiramidal rematados con molduras de las que arrancan las pilas propiamente dichas y arcos dobles que permiten el apoyo del centro del vano y la reducción consiguiente de la luz. Entre el tablero y los arcos se establecen conectores verticales de hormigón que entretejen el conjunto de transmisión de fuerzas y completan la Imagen estructural. Todos los elementos son de hormigón.
Tanto las pilas a partir de los basamentos como los conectores entre los arcos y las vigas longitudinales en las que se apoya el tablero, están estriados en sentido vertical, de manera que se consigue un efecto de ligereza y de diálogo entre la estructura y el remate superior. En las pilas se produce un complejo capitel formado por estrías verticales y ménsulas, entre sezession y decó, que establece el tránsito a los remates superiores para los soportes de la iluminación, que a modo de casilicios establecen una secuencia muy interesante y eficaz.
Sobre las vigas del tablero, ménsulas de hormigón en las que apoya el fino voladizo, permiten iniciar los temas de remate superior con secciones finas de hormigón, de tal modo que sin cambiar el material y consiguiendo una total unidad estilística se desarrollan todos los temas del remate, que siguen utilizando una geometría de descomposición vertical de los elementos verticales, tanto en los casilicios de iluminación, como en los pilarines de arriostramiento de la ligera barandilla de hierro.
Es una pena que algunas actuaciones actuales a ambos lados del puente, con sus desmedidos volúmenes, hayan hecho que se pierda la escala de relación del puente, la ciudad y su entorno paisajístico formado por un bello perfil montañoso. También es lamentable que no se haya iniciado el proyecto de regeneración del cauce del Barxell, con la recuperación de todos sus elementos naturales y arquitectónicos, de tal manera que no se pierda el conjunto que forma el puente con su entorno.
En todo caso, se trata de una obra en la que se produce una sabia conjunción de arquitectura e ingeniería que merece estar en este Registro.
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