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Otto Haustein
Otto Haustein (1868, Wolitz, Bohemia- ¿1917? Viena)
Ciudadano del Imperio Austro-Húngaro vivió en Viena, donde desapareció misteriosamente durante la I Guerra Mundial.
Se dedicó de manera diletante a la filosofía, la lingüística, la psicología y la arquitectura, estableciendo conexiones insospechadas entre todas estas disciplinas. Frecuentó la amistad de Wittgenstein, Loos, Krauss y Kokoschka. Precisamente la amante de este pintor, Alma Mahler, se burlaba sarcásticamente de su estrafalaria manera de vestir, por lo que él evitaba asistir a las reuniones sociales que ella organizaba en la decadente Viena de principios de siglo.
En abierta oposición a los estudios del Dr. Freud, consideraba a la arquitectura como la auténtica causa profunda de la histeria y, por lo tanto, como la única terapia posible.
Para curar este tipo de enfermedad no hay que indagar en los recuerdos sexuales infantiles ni en las relaciones familiares del paciente, sino en la casa que ha habitado. La organización y estructura del espacio, la luz, la calidad del entorno, el color y plasticidad de los materiales y muebles, etc. son las claves para el conocimiento del desequilibrio y, por lo tanto, para diagnosticar la terapia adecuada. En los primeros años de vida el habitante se apropia, hace suya e interioriza la casa que lo cobija. Si en este proceso de apropiación aparece cualquier tipo de obstáculo que lo dificulta o imposibilita, esto degenera en patología mental que, antes o después, aflorará dando origen a trastornos de todo tipo. Dada la mayor relación tradicional de las mujeres con la casa, no es extraño que este tipo de enfermedades sea más frecuente entre ellas.
Frente a la estabilidad de la vida rural vinculada a la casa ocupada sucesivamente por varias generaciones, la vida metropolitana moderna ha producido un desarraigo, agravado por el nomadismo urbano que condena a una misma familia a ocupar varias residencias diferentes a lo largo de su vida. Cuando a un niño que ha empezado a apropiarse e interiorizar su casa se le desplaza bruscamente y se le instala en una vivienda extraña para él, se le crea un trauma psicológico que puede dar origen a estados patológicos en su mente.
Todo esto conducirá, según Haustein, a una histeria global que afectará a todo el género humano. En su opinión, la locura colectiva que dio origen a la Gran Guerra venía a confirmar sus teorías.
La curación tenía que proceder de la arquitectura y era, además, sencilla. Bastaba con devolver al enfermo a un estado mental infantil y situarlo en un espacio adecuado para que pudiera reiniciar el proceso de apropiación de la casa, evitando las causas que le condujeron al desequilibrio.
El cometido principal de la arquitectura, su prioridad ineludible, es construir estos espacios terapéuticos, estas casas-sanatorios, donde aquellos que habían visto en su infancia frustrado su proceso de apropiación, pudieran recuperar el equilibrio psíquico perdido. Por descontado que estos lugares de apropiación debían ser proyectados y construidos por psicólogos y no por arquitectos, que nada saben de este problema. En consecuencia intentó convencer a su amigo Adolf Loos para que en la Academia de Arquitectura que había fundado la enseñanza prioritaria fuera la psicología.
Parece que el filósofo Martin Heidegger conocía estas teorías como lo demuestra su conocido texto “Bauen, Wohnen, Denken” tan ampliamente ponderado en los círculos universitarios.
Referencias
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