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Cuartel de San Fernando (Lugo)

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Cuartel de San Fernando (Lugo)

La historia del Cuartel de San Fernando situado en la ciudad de Lugo se inicia en el mes de enero de 1779 en el Palacio del Pardo, siendo rey Carlos III y Ministro de la Guerra el Conde de Ricla. Ambos, en colaboración con el arquitecto mayor de las obras reales, Francisco Sabatini, deciden erigir en la ciudad de Lugo un cuartel destinado a atender a los inválidos del ejército.

El lugar elegido fueron unos terrenos próximos al Hospital de San Bartolomé, que se encontraba situado en el lugar que hoy ocupa el Colegio de la Milagrosa, en la Plaza de Ferrol. Varias debieron de ser las razones que propiciaron la elección del solar y entre ellas tuvo que influir desde luego la proximidad del Hospital de San Bartolomé, porque la Corona deseaba que fuera la Orden de San Juan de Dios, que regentaba en aquel tiempo esta institución asistencial, quien se encargará también de gestionar y dirigir el nuevo cuartel. Además, debió de valorarse el hecho de que los terrenos elegidos se encontraran intramuros y, al propio tiempo, en las proximidades del camino de A Coruña, una de las principales arterias de acceso a la ciudad. Es preciso recordar que unos años antes había tenido lugar la apertura de una nueva puerta en la muralla, la del Príncipe o de San Fernando, la cual favorecería el acceso de los enfermos procedentes de los barrios situados al norte de la ciudad y permitiría la llegada de las tropas que en un futuro pudieran alojarse en el acuartelamiento. Un tercer argumento en favor del establecimiento en esta zona era la existencia de un abastecimiento de agua abundante y continuo, que aseguraba un caudal permanente muy necesario para un edificio sanitario de estas características.

Por la documentación que se conserva el proyecto inicial elaborado por el ingeniero militar Bartolomé Amphoux, contemplaba la construcción de un cuartel que permitiría albergar a seis compañías de inválidos y un batallón de infantería (un total aproximado de 1.240 hombres), que compartirían el mismo edificio pero que nunca coincidirían, ya que se pretendía delimitar dos zonas independientes en el inmueble, con sus entradas y escaleras propias. Una vez elaboradas las trazas, Francisco Sabatini introdujo los cambios pertinentes para que el coste de la construcción no excediera del presupuesto disponible.

En el proyecto original el edificio se organizaría en torno a dos patios, cada uno con su correspondiente fuente, el primero orientado al norte, destinado a las compañías de inválidos, y el segundo orientado al sur, al batallón de infantería. Ambos estarían separados mediante un pabellón, en el que se alojarían los soldados de infantería.

En la actualidad los dos patios porticados están unidos, por lo que el cuartel presenta una planta rectangular muy poco frecuente en edificios de estas características, si bien con la eliminación del pabellón de infantería desapareció el cuerpo de edificio común que compartían ambos claustros y alteró el aspecto de cada uno de ellos.

El inmueble se organizó en dos plantas en las que se repetía la misma distribución. En la inferior se localizaban todos los servicios necesarios para el buen funcionamiento del acuartelamiento, tales como las cocinas, las despensas, el vestíbulo de acceso, las cárceles, la botica, y los cuartos de los enfermos, además de las enfermerías. En planta superior se repetía la distribución, con la excepción de que sobre el vestíbulo de acceso y las cárceles se habilitó un quinto pabellón para albergar a los soldados transeúntes del arma de infantería.

Según el proyecto de Amphoux, tanto las enfermerías como los cuartos para alojar a los soldados se cubrirían con bóvedas en las que se emplearía piedra de la zona, pero esta propuesta supondría un encarecimiento importante de la obra por lo que Francisco Sabatini propuso cubrir los pabellones con una cubierta de madera; dadas las proporciones que presentaban, se hizo necesario dividir longitudinalmente cada una de las estancias con una arquería integrada por cinco arcos de medio punto que sirvieran de apoyo a la techumbre de madera.

Por lo demás, el proyecto fue de una sencillez extraordinaria, evitando todo ornato que pudiera resultar superfluo pero buscando la funcionalidad del edificio y adaptando cada espacio al uso que iba desempeñar. La cocina (antiguo bar de oficiales) todavía conserva su estructura original con sus abovedamientos primitivos; sucede lo mismo con las escaleras, cuyos zócalos son de granito como medida profiláctica para evitar contagios, y con las seis enfermerías y los nueve cuartos para las tropas, que constituyen las dependencias más originales de todas y que se conservan sin modificaciones significativas. En todos los casos se mantuvieron los tabiques que delimitan dichos espacios, las puertas de acceso originales y las arquerías de arcos de medio punto de sillería perfectamente escuadrada que dividían cada una de las enfermerías. También se conserva en inmejorables condiciones la leñera que ocupa el desván del edificio y que mantiene sin aparentes cambios la armadura con una estructura de par-nudillo de una singularidad excepcional.

Referencias

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Referencias e información de imágenes pulsando en ellas.

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  BOE Nº 96 de fecha 20/4/2009 (texto).




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Alberto Mengual

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