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Convento de San Francisco (Valladolid)

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Convento de San Francisco (Valladolid)

El convento de San Francisco, de Valladolid, España, fue fundado en el siglo XIII y situado extramuros de la ciudad, frente a la plaza del mercado (que sería la futura Plaza Mayor). El convento fue protegido y patrocinado en ese siglo por doña Violante, esposa del rey Alfonso X el Sabio. Su existencia incidió mucho en la vida social y religiosa de Valladolid durando hasta 1836, en que fue demolido y sus solares fueron puestos a la venta. A partir de esa fecha, pasa a formar parte del patrimonio perdido de la ciudad de Valladolid.

Cristóbal Colón murió en Valladolid en mayo de 1506 y fue enterrado en la iglesia de este convento de franciscanos. Aunque sigue sin saberse (año 2007) en qué casa u hospital murió exactamente, durante la conmemoración del V centenario de su muerte el Ayuntamiento de Valladolid colocó una placa en su recuerdo en el lugar donde se hallaba el convento de San Francisco.[1]

Historia del convento[editar]

Los franciscanos llegaron a la ciudad de Valladolid en el primer tercio del siglo XIII, aunque hay muchas discusiones sobre la fecha exacta. El documento de fundación está perdido y los distintos historiadores e investigadores han ido barajando fechas acordes con otros acontecimientos y con los viajes que el propio San Francisco hiciera a España para fundar conventos. El arquitecto y académico de Bellas Artes Juan Agapito y Revilla hace mención a la fecha de 1210 como llegada de los franciscanos a Valladolid tomando como referencias las opiniones de los historiadores de esta ciudad Matías Sangrador Vítores,[2] Ortega Rubio, González García-Valladolid y Juan Antolínez de Burgos‏‎ (el historiador más antiguo) que dice en su Historia de Valladolid:

La fundación del convento del Señor San Francisco de Valladolid fue en la era de 1248, que es año de 1210, por uno de los compañeros del Santo llamado fray Gil, lo cual fue dos años después de su conversión y a los 27 de su edad. […]


Comienzos y traslado[editar]

La reina Berenguela, esposa del rey de León Alfonso IX‏‎, cedió a los padres franciscanos los terrenos de una finca que se hallaba en la zona conocida como Río de Olmos.[3] Es posible que esto sucediera hacia 1230, pero, como ya se ha dicho, la fecha es controvertida. Este lugar estaba bastante alejado de la ciudad,[4] además de considerarse (con razón o sin ella) bastante insalubre para vivir.[5] Los franciscanos tratan siempre de edificar sus conventos en la propia ciudad, o al menos en las afueras cercanas, pues su condición de predicadores y mendicantes requiere un continuo roce con la ciudadanía. Algunos años más tarde otra reina, Violante, esposa de Alfonso X el Sabio les ofreció un terreno y unas casas cerca de la primera muralla, para su posible traslado. Para esto dictó una carta-donación el 6 de marzo de 1267, firmada en Sevilla, en la que declaraba que cedía terreno y casas

…a pro é á salud é honra del Rey é de mis fijos e de mi compañía.

El amplio solar estaba situado extramuros pero pegado a la gran extensión que por entonces se utilizaba como mercado. Un siglo más tarde, otra reina, María de Molina‏‎, protegería también este convento, haciendo donación de unas casas-palacio que ella conservaba adyacentes a las instalaciones de los franciscanos y que daban a la calle de Olleros y que formarían parte de la ampliación.

Extensión del recinto conventual[editar]

El perímetro conventual llegó a comprender un gran espacio que se extendía por todo el frente que daba a la plaza del mercado (futura plaza Mayor y futura Acera de San Francisco), daba vuelta a la esquina en la calle de Olleros y por esta calle hacia el sur llegaba a la calle del Verdugo;[6] proseguía por esta calle hasta desembocar en la calle de Santiago y desde allí subía hacia el norte hasta llegar otra vez a la Acera de San Francisco. En todo este enorme solar estaban las dependencias monacales, iglesia, varios claustros, hospedería, huerta, corrales y jardines. Además había casas de viviendas particulares vendidas o cedidas por los propios franciscanos, un hospital y unas dependencias concejiles junto a la puerta principal que daba al mercado.[7]

Estaba rodeado de una cerca que lo protegía, como era común en todos los conventos y monasterios, en la que se abrían tan solo dos puertas: una era el acceso desde la plaza Mayor, la puerta principal. Se llegaba a un gran corralón e inmediatamente después estaba la iglesia que ocupaba el espacio que hoy (año 2007) es la calle de Constitución.[8] La otra entrada estaba por la calle Santiago, a la altura de la propia iglesia de Santiago. Se llamó Puerta de las Carretas[9] y en ella se hizo en 1599 una portada con arco, cornisa y frontispicio con una hornacina donde se colocó una escultura de San Francisco hecha de alabastro y piedra.[10] Después de traspasar la puerta se llegaba a la iglesia por medio de un estrecho callejón.


La iglesia[editar]

Sobre el edificio de la iglesia no se conservan dibujos ni pinturas ni litografías. Sin embargo a través de los documentos guardados en el Archivo Histórico Provincial de Valladolid, en el Municipal y en el de Hacienda y a través de la descripción de historiadores y viajeros[11] que llegaron a conocerlo puede hacerse una amplia descripción del templo tanto de su planta como del interior, de sus capillas y de sus obras de arte. Es muy estimable el inventario que se hizo en los años de la ocupación francesa, en 1809, cuando la primera exclaustración, de las obras de arte contenidas en la iglesia.[12]

De la portada al exterior que daba a la plaza Mayor se tiene noticia gráfica en el dibujo de Ventura Pérez hecho en el siglo XVIII, así como en un lienzo de 1506 y otro de 1656. Sobremonte cuenta que ya entre 1455 y 1456, siendo arzobispo de Toledo Alfonso Carrillo de Acuña, se reformó la fachada, levantando entonces un segundo piso con un balcón corrido donde se podía instalar un altar, con el fin de que los mercaderes pudieran oír misa sin dejar de atender a su trabajo. Tras el incendio de 1561 y la Real Orden de Felipe II, se restauró la fachada con su balcón para la misa y se sacó a nivel de las otras fachadas de casas que había a derecha e izquierda.[13] En 1727 se colocó en el frontón la imagen de San Francisco, siendo esto motivo de disputa y enfrentamiento entre los frailes y el Ayuntamiento, que protestó enérgicamente porque el convento había modificado la fachada sin permiso de la ciudad.

La puerta principal de la iglesia había estado a los pies, al oeste, pero más tarde se cambió por la del lado norte, entre las capillas de Santa Catalina y la de San Antonio de los Cañedos. Esta puerta estaba precedida por un pórtico de sillería abovedado.

La iglesia, de estilo gótico, tenía una sola nave que medía 39,20 m de largo por 12,60 m de ancho. En su origen sólo estaba abovedada la capilla mayor, mientras el cuerpo de la iglesia se cubría con madera, hasta que en el siglo XVI se hicieron reformas y se modificó con siete bóvedas de crucería. El templo contaba con 10 capillas además de la capilla mayor. Todas las capillas fueron fundadas y patrocinadas por las familias linajudas más influyentes de la ciudad que además tomaron esos espacios como lugar de enterramiento. También personajes de la realeza fueron sepultados bajo las bóvedas de este convento. ===Capilla mayor=== En sus orígenes el convento fue una fundación real (patronazgo de tres reinas consecutivas, Berenguela, Violante y María de Molina), así que la capilla mayor también lo fue. Pasados los siglos, esta protección pertenecería a otros personajes, bien de la nobleza, bien mercaderes ricos que se podían permitir la ayuda económica.

Desde los comienzos del siglo XVI la familia de Gómez Manrique de Mendoza quiso acceder al patronazgo de esta capilla, aunque tuvo una fuerte oposición por parte de los frailes. Aun así en 1613 se sabe que Carlos Manrique de Mendoza, conde de Castro, enterró en esta capilla los restos de sus padres que había mandado traer desde Castrogeriz en Burgos.[14] pero, o no consiguieron el patronazgo tal y como lo hubieran deseado o lo compartieron con el mercader Alonso de Portillo quien en 1543 contrató a los yeseros y albañiles Gaspar de Mendoza y Diego de Segovia para:

[…] enyesar, bañar y pincelar el casco y cruceros de la capilla mayo […] bañar y pincelar las paredes que están debajo del altar mayor […] hacer a donde acaban las repisas de la dicha capilla mayor un letrero pintado al fresco, dándonos vos el dicho Alonso de Portillo las letras dibujadas que tenemos que poner en el dicho letrero […]

Se entraba en la capilla mayor por un arco apuntado y estaba separada del resto de la iglesia por una reja. Dentro de esta zona estaba situada la capilla de los Rivera (en el lado del Evangelio), las sacristías Vieja y Nueva y la capilla de San Bernardino, llamada resacristía por el padre Sobremonte. Contenía la capilla mayor varias obras de arte y lienzos muy valiosos, inventariados en 1809. Además del retablo mayor tenía otros dos laterales.

Retablos[editar]

La capilla mayor tuvo tres retablos mayores consecutivos y dos colaterales del siglo XVI que también fueron sustituidos por otros un siglo más tarde.

El primer retablo mayor fue adquirido y patrocinado en 1578 por los testamentarios de Gómez Manrique, hijo de los condes de Castro. Sobre este particular hizo Martí y Monsó un estudio exhaustivo, aportando documentación de tasadores y compradores.[15]

Hubo un segundo retablo con pinturas, que fue instalado hacia el año 1622 y duró unos pocos años pues hacia 1674 ya se había desmontado y vendido por el precio de 5.000 reales a la parroquia de Laguna de Duero (Valladolid) donde lo ajustó el ensamblador Blas Martínez de Obregón.[16] Consta de banco, dos cuerpos, tres calles y ático. En el primero están las efigies de San Antonio de Padua y San Bernardino de Siena. En el segundo está San Buenaventura y un obispo. Estos cuatro lienzos son de Diego Valentín Díaz. Los dos del centro representan la Asunción de la Virgen y la Coronación, obras de Diego Díez Ferreras. En el ático hay un lienzo del Padre Eterno y Jesucristo.

El tercer retablo mayor fue costeado por la Familia de los Mendoza en 1674. En el Archivo Provincial hay constancia de que en 1674 el dorador Miguel Jerónimo de Mondragón se comprometió a ejecutar el dorado de este retablo y tenerlo terminado en el plazo estipulado. Este retablo alcanzó a verlo el historiador Canesi. Fue una de las obras destacadas en el inventario de 1809.

Rejas[editar]

Tuvo la capilla mayor dos rejas consecutivas que sirvieron de separación del presbiterio con el resto de la iglesia. De la primera apenas se tiene noticia, sólo que era obra pobre y deslucida, por lo que los frailes encargaron una segunda que trajeron de Vizcaya sin concluir. El trabajo de remate se le dio al rejero Rodríguez de San Pedro, del cual se tienen noticias confusas. Canesi y Martí y Monsó creen que fray Pedro Villate (lego rejero que trabajó en varias obras del convento) ayudó en la terminación de esta reja.

Capilla de los Rivera[editar]

Conocida también como capilla de la Inmaculada. Su fundador fue Andrés de Rivera (señor de la villa de Fuentes de Valdepero y alcalde de la ciudad de Burgos) quien en su testamento de 1518 dejó bien explicado cómo debía ser la capilla y el lugar de su propio enterramiento. Dicha capilla debía edificarse en el solar de un corral que había pegado a la cabecera de la iglesia del convento:

[…] que salga la dicha mi capilla a la capilla mayor del dicho monasterio […]

y se pondría bajo la advocación de Nuestra Señora de los Remedios. Andrés de Rivera daba toda clase de detalles, incluso de cómo tenía que ser el lienzo del retablo. Un siglo más tarde la capilla se encontraba en bastante mal estado y los frailes tuvieron que pedir a los descendientes del fundador una limosna para su mantenimiento.

Por la fecha de 1628 la capilla tenía un retablo con la imagen de la inmaculada, del escultor Francisco del Rincón. Durante los años siguientes la capilla se mantuvo descuidada hasta que en 1675 fue transformada totalmente, cambiando de título y advocación y pasando a llamarse capilla de Nuestra Señora de Copacabana.

Capilla de Nuestra Señora de Copacabana[editar]

Ocupó el mismo espacio que la capilla de los Rivera, cambiando de advocación y de nombre. Entre los años 1676 y 1679 se hicieron obras de ensanchamiento y de reparación teniendo como resultado final un importante recinto. En 1679 se terminaron las obras y se llevó a cabo la ceremonia de bendición de la imagen de la Virgen de Copacabana que fue entronizada en su camarín.

La capilla fue patrocinada por fray Hernando de la Rúa, monje del convento que había tenido el puesto de Comisario General de las Provincias de Nueva España. Fray Hernando trajo desde América la imagen de Copacabana que fue muy querida y venerada. El maestro de cantería Juan Mazo realizó las obras de la capilla, con piedra traída del pueblo vallisoletano de Campaspero, bajo la dirección del maestro de obras Antonio de Bustamante. La capilla resultó ser un espacio bastante amplio, casi como una pequeña iglesia con capilla mayor, crucero, altar mayor y dos colaterales más otros dos en la nave, sacristía y coro con un pequeño órgano. En el exterior se remataba con un chapitel.


Retablo[editar]

El historiador Canesi hace referencia y describe el retablo ensamblado por el maestro Blas Martínez de Obregón. Tenía un pedestal con pilastras y columnas salomónicas en los dos cuerpos. En el primer cuerpo se situó la Virgen de Copacabana. Debajo del camarín había un cuadro de azulejos con el escudo de Ana Mónica Pimentel y Cardona, condesa de Alcaudete, que había sido la primera camarera de la Virgen.

Puertas[editar]

Se rehizo la puerta principal de salida a la capilla mayor y se abrieron otras cuatro más pequeñas que daban salida al cuerpo de la iglesia y a la sacristía. Fue obra del ensamblador Obregón antes citado.

Capilla de San Antonio de Padua[editar]

Se encontraba en el muro norte de la iglesia, (lado del Evangelio). Fue fundada en el siglo XV por Luis Morales, tesorero del rey Juan II de Castilla con la advocación de Santa Ana. Después pasó al patronazgo de la familia Ulloa hasta que en el siglo XVII otro miembro de esa familia vendió todo el recinto de la capilla a la Cofradía-Hermandad de los Mancebos Sastres y desde entonces pasó a llamarse capilla de San Antonio de Padua, que es el patrón y titular de esta hermandad.

La Cofradía encargó en 1650 un retablo al ensamblador José de Castilla. En el contrato se dice que debían pagar al maestro 5.900 reales. En el centro estaba la estatua de San Antonio que había traído desde Florencia el banquero genovés afincado en Valladolid, Jácome Espínola, para donarla a la Cofradía. Sobremonte escribe sobre esta imagen calificándola de buenísima y dice que se la conocía como San Antonio el Rico para distinguirla de la capilla conocida como San Antonio el Pobre.

Capilla de San Francisco[editar]

Anteriormente se llamó capilla de San Mancio y fue fundada por el ballestero mayor Ruy Pérez de Agraz, pasando más tarde el patronazgo al Hospital de Esgueva.

Capillas de Santa Catalina y San Carlos Borromeo[editar]

Ambas capillas estaban situadas a continuación de la de San Francisco, en el muro norte de la iglesia. Don Carlos de Venero y Leyva[17] obtuvo el patronazgo de estas dos capillas cuyas escrituras para esta concesión datan de 1602 y 1603 y se conservan en el Archivo Histórico Provincial de Valladolid. La que se llamó capilla de Santa Catalina debió ser de grandes proporciones y, según escribe Sobremonte:

[…] la más moderna y la más elegante, majestuosa y aseada de la iglesia… […]

En esos mismos documentos del Archivo se da noticia sobre las misas y memorias por el alma del patrocinador y sus familiares, y sobre las obras y trabajos a realizar en la capilla para su mejora y ornamentación, todo a cargo de Carlos de Venero que gastó en los trabajos 26.829 reales, más ajuar litúrgico (corporales, paños de altar, purificadores, amitos, frontales de tisú, casullas, etc.) por un valor de 535 ducados. A lo que hay que añadir un retablo de Santa Catalina, mencionado por Sobremonte con un coste de 600 ducados.

Capilla de San Antonio el pobre[editar]

Esta capilla se hallaba situada a los pies de la iglesia, debajo del coro y su espacio comprendía la zona de dos capillas anteriores llamadas de la Trinidad y de San Antonio. Fue remodelada y adornada en 1617. Tenía también el título de capilla de los Cañedos cuyos enterramientos estaban en dos tumbas de yeso bajo arcos góticos.

Capilla de Santa Ana[editar]

Se sabe que a partir de 1659 pasó a propiedad de tres familias consecutivas. En primer lugar la compró Casilda de Espinosa que estaba casada con el secretario del Santo Oficio de la Inquisición Diego Montero de Carrera. Después pasó a manos de Juan de Para, contador de S. M. para finalmente heredarla Sebastián Montero de Espinosa y Juana Durango de Quirós, señores de la villa de Castroserna.

La capilla tenía dos rejas, una que daba a la nave de la iglesia y otra a la llamada nave de Santa Juana.

Capilla de San Diego[editar]

Esta capilla como todas las que se describen a continuación estaba en el muro sur que daba al claustro al cual tenía acceso. Fue su protector el licenciado Diego de Escudero. Tenía una imagen del titular de San Diego de Alcalá, obra de Gregorio Fernández.[18]

Capilla de la Encarnación[editar]

Había dos capillas diferentes con esta misma advocación, aunque ésta se llamaba antes capilla de Santiago. En el siglo XVII era patronazgo de Clemente Formento, Regidor perpetuo de Valladolid que la adquirió en 1622, emprendiendo obras de restauración y cambiando el titular. Su escudo podía verse adornando la capilla. La descripción de esta capilla se encuentra en varios documentos por lo que ha sido posible hacer una buena exposición de todos sus componentes y de los maestros que intervinieron.[19] Los autores de la nuevas trazas fueron Francisco de Praves‏‎ y Rodrigo de la Cantera. El arco de acceso se construyó en cantería. Los maestros canteros fueron Pedro de Vega y Domingo del Rey. El altar estaba colocado en el muro este mientras que en el muro del fondo se abría una puerta que daba al claustro.

Reja[editar]

La capilla estaba cerrada por una reja obra de Matías Ruiz a partir de un modelo de madera que se le había entregado. Tenía 32 balaustres y se asentaba sobre un podio de piedra; la cornisa era de madera.

Retablo[editar]

Era de un solo cuerpo más ático, con un gran lienzo de la Anunciación que se supone obra de Diego Valentín Díaz. El retablo fue dorado por el maestro Tomás de Prado que doró también la reja, según consta en documentos del Archivo.

Capilla de Nuestra Señora de la Soledad[editar]

El primer patronazgo de esta capilla fue de Pablo de la Vega cuyo retrato se encontraba colgado de una de las paredes con un pie que decía:

D. Paulus de la Vega Huius saceli primus patronus

En 1590 heredaron la capilla Juan de Sevilla y su mujer Ana de la Vega. Por entonces la capilla estaba bajo el titular San Bernardino. En el siglo XVII perteneció a Francisco de Cárdenas que fue quien encargó el retablo dedicado a la Piedad, cambiando al mismo tiempo la advocación.

Retablo[editar]

El retablo y el grupo escultórico de la Piedad son obra de Gregorio Fernández y están custodiados en la iglesia de San Martín de Valladolid, en la capilla de Gaspar Vallejo del siglo XVII. Consta de un banco con pinturas de San Juan Bautista, San Francisco, San Bernardino y la Magdalena. La caja principal está ocupada por el altorrelieve de la Piedad (obra conocida como la Quinta Angustia), obra de Gregorio Fernández. En el ático se ve la Imposición de la casulla a San Ildefonso, del pintor Diego Valentín Díaz.

Capilla del Santo Cristo[editar]

Estaba situada en el muro sur de la iglesia que daba al claustro. En 1576 tenía como titular a San Andrés. Los frailes la vendieron a su médico de cabecera (clérigo) Juan Rodríguez de Santamaría para capilla funeraria para él y su familia. Juan Rodríguez la restauró y adornó.

Capilla de la Encarnación[editar]

Segunda con este nombre, estaba ubicada debajo del coro y anteriormente estaba dedicada a San Pablo. En el siglo XVI se hizo cargo como patrono el cerero Antonio de Frómista y su mujer Juana de la Vega.

Coro[editar]

Hasta el siglo XVI el coro de la iglesia estaba situado en el presbiterio, hasta que el convento decidió quitarlo para levantar uno nuevo en lo alto y a los pies del templo. Este coro alto tuvo una sillería con dos pisos de sitiales que en total sumaban 84, por lo que en algunas épocas de la vida del convento no cabían sentados todos los monjes, cuando alcanzaron la cifra de 100. Este coro antiguo fue ejecutado por dos franciscanos entalladores, frailes de esta casa y fue sustituido en 1735 por una nueva sillería a la moda rococó cuya obra de talla se debe a Pedro de Sierra. Fue colocada y ensamblada por su hermano fray Jacinto de Sierra, con la ayuda de otros ensambladores, de cuyo hecho da noticia Ventura Pérez (que también era ensamblador) en su Diario de Valladolid:

Año de 1735, día de San Francisco se estrenó la sillería del coro de su real convento, aunque no del todo perfeccionada, que de todo punto se concluyó el día 7 de Diciembre de dicho año. La costeó y mandó hacer el reverendísimo P. Fr. Juan de Soto, ministro general de toda la orden e hijo de esta ciudad y convento. La ejecutó Fr. Jacinto de Sierra, religioso sacerdote recoleto de dicha orden, hijo del convento del Abrojo;[20] y de los oficiales que la concluyeron, entre muchos que trabajaron, fueron Tomás Rey, Manuel Villa, Manuel Mazariegos, Juan de Paredes, Manuel Conde, José García y yo Ventura Pérez. Sea para honra y gloria de Dios y su culto divino.


Nave de Santa Juana (o de San Diego)[editar]

Estaba construida a los pies de la iglesia, tan larga como la anchura de ésta y perpendicular a la nave. Era como una verdadera iglesia, con altar mayor y ocho capillas distribuidas a derecha e izquierda. Se entraba desde el claustro y servía como lugar de paso para acceder a la portería principal que a su vez daba a la plaza Mayor.

Capilla de los Ajusticiados[editar]

Fue construida en 1598, situada, según los comentarios de Sobremonte:

[…] entre la puerta de la iglesia o nave de Santa Juana y la pared de la casa de Baltasar de Paredes […]

Tenía un altar con un Cristo acompañado de la Virgen y Juan Evangelista y donde siempre había una vela encendida. En el suelo había grandes losas de enterramiento para los ajusticiados, salvo aquellos que habían sido degollados, que eran enterrados en el claustro. Por las paredes de la capilla corría una inscripción que daba noticia del patronazgo ostentado por la Real Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de la Pasión y San Juan Bautista Degollado y de las indulgencias concedidas por el obispo de Valladolid Juan Vigil de Quiñones para aquellos que rezasen en la capilla implorando por el alma de los difuntos enterrados allí.

Así funcionó durante dos siglos hasta que en los primeros años del siglo XVIII se hizo una remodelación del recinto, a petición del peinero[21] Antonio Fernández que, junto con otras personas piadosas, dio limosna para las obras. La nueva construcción fue realizada por el maestro Joseph Gómez que dejó como limosna los 12 reales que le correspondían por hacer el proyecto.

Ventura Pérez en su Diario de Valladolid da la noticia en 1752 de la construcción de una nueva capilla junto a la antigua, para enterramiento de nobles y muertos por garrote, más un espacio entre las dos capillas para los ajusticiados que no son descuartizados y esparcidos sus restos por los caminos, según era costumbre para los delitos de sangre.

Sacristía y resacristía[editar]

Era un recinto de forma rectangular, de 16,80 m por 7,28 m, construido hacia 1574, que se extendía a lo largo de la calle de Olleros con la que limitaba y donde se abrían tres ventanas; por el lado contrario el recinto estaba pegado a la capilla mayor y a la capilla llamada de los Leones. Se cubría con bóveda de crucería con terceletes y estaba bien reforzada con contrafuertes. A su lado estaba la capilla-lavatorio, también con bóveda de crucería, y un poco más allá, por detrás de la cabecera del templo estaba la capilla de San Bernardino, que hacía las veces de resacristía.

Claustro mayor[editar]

Se sabe que el monasterio disponía de otros claustros o patios además del claustro mayor propiamente dicho, pero no se conoce muy bien su situación ni el destino que se les daba. El claustro mayor estaba situado junto al muro sur de la iglesia. Fue obra de finales del siglo XV, rehecho por Diego de Praves en 1595. En el siglo XVII estaba adornado con un zócalo de azulejos y su suelo enchinarrado haciendo dibujos geométricos. Tenía colgados de los muros lienzos sobre la vida de San Francisco, obra de Felipe Gil de Mena. Este escultor trabajó mucho en este claustro no sólo con la realización de los grandes lienzos sino pintando los lunetos de las bóvedas. Otro pintor fue fray Diego de Frutos, lego del convento que en el siglo XVIII pintó sobre la vida de San Pedro Regalado.[22]

En 1641, el pintor Blas de Cervera se hizo cargo de la pintura del claustro bajo.

Capilla de Santa Cruz[editar]

Llamada también capilla de los Santisteban, una de las familias más notables de Valladolid.[23] Los historiadores sitúan esta capilla junto a la de los condes de Cabra. Los libros antiguos del convento dicen que sirvió como primitiva iglesia para la comunidad cuando todavía no se había construido la otra.

Capilla de la Porciúncula[editar]

Según Sobremonte, estaba situada en el segundo lado del claustro. Pertenecía a la familia Vitoria que ostentaba el patronazgo en la figura del tesorero Luis de Vitoria quien invirtió mucho dinero en arreglarla, ponerle reja, retablo y adornos, incluidos sus escudos en las paredes. A su muerte heredó la capilla su hija Antonia de Vitoria.

Capilla de los condes de Cabra[editar]

Tuvo diferentes nombres a través de los años:

  • Capilla de San Antonio
  • Capilla de la Concepción
  • Capilla de las Maravillas
  • Capilla de los Condes de Cabra
  • Capilla de la Concepción (y al mismo tiempo del Relicario y del Comulgatorio)

Se encontraba en el entorno del claustro y, según el historiador Canesi en el tránsito oscuro que está al salir de la capilla mayor a mano derecha.

Capilla del obispo de Mondoñedo[editar]

Llamada también capilla del Sepulcro por albergar en ella esta obra escultórica de Juan de Juni. Son muchos los autores que dan datos de esta capilla y existen varios documentos sobre contratos de obras de albañilería y carpintería y contratos de artistas.[24]

La capilla fue construida a instancias de fray Antonio de Guevara (franciscano, muerto en 1545), obispo de Mondoñedo, escritor y cronista de Carlos I, como capilla funeraria para ser enterrado. El lugar de construcción fue “en el tránsito oscuro entre el claustro y la sacristía”, en la zona donde estaba la capilla del conde de Cabra. Se construyó también un pequeño claustro precediéndola. Fray Antonio de Guevara financió también las obras de otros dos claustros. En uno de los contratos puede leerse sobre el carpintero Pedro de Salamanca que se ve requerido para:

[…] hacer 4 paños de claostra que son los 3 paños y por el cuarto hacia el refitorio tengo de hacer una roza en la pared del refitorio para que quepa el alto de la solera […] e más tengo de hacer un zaguán […]

Fue diseñada por el escultor Juan de Juni, de planta cuadrada y con un testero en el que iría un retablo con la gran obra de este escultor, El entierro de Cristo. El retablo y toda la capilla estaban adornados de yeserías de Jerónimo del Corral. En 1686 debía encontrarse la capilla algo envejecida pues se requiere al dorador Manuel Martínez de Estrada para limpiarla y restaurar los dorados y pinturas, arreglando y consolidando los deterioros y desprendimientos que hubiere. En este contrato de restauración se detallan ampliamente todos los elementos y es así como se sabe que la capilla estaba adornada por cartelas, florones, mascarones, conchas, guirnaldas, ángeles, serafines, santos y otras esculturas tanto de medio cuerpo como de cuerpo entero.

Capilla de la Venerable Orden Tercera[editar]

A partir de 1609 se instaló en el convento la sede para la vida espiritual de la Orden Tercera (V.O.T.), compuesta por una congregación de personas de ambos sexos y variada condición social. En el convento se llevaban a cabo todos los actos sociales y religiosos de esta comunidad. Hasta la fecha de 1620 dicha hermandad se reunía para sus actividades en diversas capillas del convento, hasta que los frailes les vendieron unos terrenos cercanos a la Nave de Santa Juana y una sala grande que había hecho las veces de hospedería de seglares. En esta zona se edificó su capilla y otras dependencias hacia 1622 (se tiene noticia del trabajo de los maestros albañiles y carpinteros Domingo del Rey y Antonio de Morales), siendo el proyecto o traza del arquitecto Francisco de Praves‏‎. Continuaron las obras de ampliación en 1626 cuando consiguieron, a cambio de una limosna, un poco más de espacio junto a su capilla, donde edificarían la sacristía. En 1654 hubo una nueva ampliación bajo la dirección y proyecto del arquitecto Juan de Répide[25] y reedificaron la iglesia poniendo entonces la inscripción:

A honra y gloria de Dios y de la V. María N.S. concebida sin pecado original, y de N.P.S. Francisco se reedificó y adornó esta Capilla, con la limosna que para ello dieron los hermanos de la Tercera Horden de Penitencia, siendo ministro de ella, el hermano Andrés García, año de 1655.


Descripción de la capilla[editar]

Tras la ampliación, acabó siendo una verdadera iglesia, con 25,20 m de largo y 7,84 m de ancho en la nave, más 9,80 m de ancho en la capilla mayor. La sacristía se situaba del lado del Evangelio y tenía el acceso por el lado de la Epístola. El cuerpo de la iglesia estaba dividido en 3 tramos y la cubierta era abovedada y de ladrillo. El suelo también era de ladrillo. Las paredes estaban encaladas. En 1675 el pintor Antonio de Noboa Osorio las cubrió de pinturas, ocupándose también del dorado y decoración en otros muchos puntos del recinto (bóvedas, lunetos, arcos, ventanas, etc.). Unos años antes Diego Valentín Díaz había pintado las pechinas. Sobremonte y el padre Calderón describen el resultado de todos estos trabajos dando una impresión de conjunto barroco rico en temas y colorido. Dan cuenta así mismo del mobiliario y de las distintas zonas existentes: dos altares colaterales, un coro con órgano, sacristía con ricos ornamentos, púlpito y un pequeño jardín.

El primer retablo mayor (que se quemó en 1710) era, según Sobremonte, “todo él un ascua de oro”. Lo realizó el ensamblador Antonio Villota,[26] con columnas salomónicas y estaba dividido en 2 cuerpos y 3 calles. En la caja central se colocó una imagen de la Inmaculada. El segundo retablo se concertó con los hermanos doradores Claudio y Cristóbal Martínez de Estrada.


El convento en el siglo XXI[editar]

Nada de lo que fue el enorme recinto de este convento de San Francisco subsiste en la memoria de los vallisoletanos del siglo XXI. Las nuevas calles abiertas en su solar no evocan al transeúnte lo que hubo allí edificado un siglo atrás. Tan solo ha quedado como recuerdo la llamada acera de San Francisco, para designar el tramo de los soportales de la plaza Mayor, pero no de manera oficial sino como tradición en personas de una edad ya avanzada que lo oyeron nombrar así en su niñez.[27] Los franciscanos residen desde mediados del siglo XX en el Paseo de Zorrilla nº 27 donde tienen la iglesia-parroquia de la Inmaculada Concepción. Es un edificio moderno obra del arquitecto vallisoletano Julio González.

Referencias

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Referencias e información de imágenes pulsando en ellas.
  1. En 1513, Fernando el Católico mandó trasladar sus restos a la Cartuja de Santa María de las Cuevas, extramuros de Sevilla. El emperador Carlos I dictó Real Cédula‏‎ en Valladolid el día 2 de junio de 1537 a doña María de Toledo para que se enterrase a Colón en la capilla mayor de la catedral de Santo Domingo de la isla Española. La isla fue cedida a los franceses en 1796 por lo que fueron trasladados los restos a la catedral de La Habana, guardados en rica urna de plata en el lado del Evangelio del presbiterio, como gran honor. Pero La Habana dejó también de ser española y entonces los restos de Colón volvieron a cruzar el Océano para ser colocados en 1899 en la Santa Iglesia Catedral Basílica de Sevilla.
  2. En su Manual histórico y descriptivo
  3. Era conocido como Río de Olmos una zona comprendida entre el Río Pisuerga‏‎ (a la altura del actual (2007) puente de la División Azul) y el actual (2007) Paseo de Zorrilla, a la altura del matadero hasta llegar por el Camino Viejo de Simancas al Puente de Hispanoamérica. En esos terrenos hubo muchas propiedades con casas, huertas y árboles frutales, a las que se llamaba riberas por estar a la orilla del río. Algunas de estas propiedades fueron donaciones de sus dueños para fundar conventos, como este de los franciscanos, otro de los frailes carmelitas y una primera casa de Santa Teresa de Jesús.
  4. Con el crecimiento de Valladolid a lo largo de los siglos, el lugar ha quedado completamente integrado en la ciudad.
  5. Ocurrió lo mismo con otros conventos que se ubicaron en este lugar. Los frailes se quejaban del lugar y en un documento de los Carmelitas puede leerse: "El traslado y definitiva instalación se justifica por estar la primera casa tan lejos y ser tan pobre y por estar tan cerca del río enfermaban los frailes pero también por ser poco frecuentada de limosnas.
  6. En la actualidad, año 2007, se llama calle de Montero Calvo.
  7. Estas dependencias fueron utilizadas mientras se construía el antiguo edificio del Ayuntamiento.
  8. Alcalde Prieto y R. Gallardo, Manual Histórico y Descriptivo de Valladolid, 1854.
  9. Todos los monasterios han tenido en su recinto una puerta de carros o de carretas que solía dar a las huertas.
  10. E. García Chico, Arquitectos.
  11. Escribieron sobre el convento y la iglesia, el viajero Antonio Ponz, el historiador Matías Sangrador y Vitores (Historia de Valladolid II, 1854), Alcalde Prieto y R. Gallardo (Manual Histórico y Descriptivo de Valladolid), José María Quadrado (Recuerdos y bellezas de España, Valladolid), (1885).
  12. Entre otros muchos enseres se contabilizaron 8 lámparas de bronce o metal dorado, 16 confesonarios y 22 altares.
  13. Desde muy antiguo los frailes habían vendido o alquilado la zona inmediata a la tapia que corría todo lo largo de la plaza Mayor, para que sus propietarios lo destinasen a tiendas. Poco a poco estos propietarios fueron levantando encima uno o dos pisos de vivienda, con gran disgusto de los frailes, pues superaban la altura de la cerca y desde allí se podía ver el interior del convento, si es que se abrían ventanas por el lado sur.
  14. AHPV, leg. 96, Fol. 6-7.
  15. *MARTÍ Y MONSÓ, José. Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid. Basados en la investigación de diversos archivos. Primera edición 1892-1901. Segunda edición facsímil, Valladolid 1992, Editorial Ámbito S.A. ISBN 84-86770-74-2, página 356.
  16. El retablo se halla (año 2007) en dicha parroquia.
  17. Fue capellán del rey Felipe III y canónigo de la catedral de Toledo.
  18. Está en el Museo Nacional de Escultura de Valladolid.
  19. García Chico en Arquitectura hizo los dibujos del arco de entrada; AHPV leg. 1609, 1659, 1660.
  20. El Abrojo fue una finca cercana a Laguna de Duero (Valladolid), a orillas del río Duero, donde tuvieron los franciscanos un convento fundado por San Pedro Regalado. Se conserva íntegra la tapia que rodeaba la enorme extensión. En el año 2007 se está parcelando para urbanizaciones particulares.
  21. Persona que fabrica o vende peines.
  22. Esta obra se conserva en los fondos del museo de Escultura, así como algunos de los cuadros de Gil de Mena.
  23. Esta familia fue la primera propietaria de la Casa de las Aldabas (patrimonio desaparecido) en la que nació Enrique IV en 1425. En el siglo XVII esta casa pertenecía a Rodrigo Calderón, muerto en la horca, patrono del convento de Porta Coeli de Valladolid, lindante con su casa.
  24. Relatan muchos detalles, el padre Sobremonte, el viajero y escritor Isidoro Bosarte, los historiadores Ponz y Matías Sangrador, a lo que hay que añadir las investigaciones de Martí y Monsó en su obra Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid, página 354 y los estudios realizados a finales del siglo XX por los profesores J.J. Martín González, Jesús Urrea y María Antonia Fernández del Hoyo, principal investigadora.
  25. En el A.H.P.V. se conservan las escrituras y el dibujo de la planta de la iglesia, obra de Juan de Répide. Por este contrato puede saberse exactamente las dimensiones de la nueva planta y su distribución.
  26. Antonio de Villota pertenecía a una familia antigua de ensambladores que trabajaron mucho en Valladolid en la segunda mitad del siglo XVII.
  27. En esta acera se mantuvieron siempre las casas de vecinos con los espacios para comercio, edificadas a partir de la cerca del convento, a derecha e izquierda de la puerta principal. Algunas fueron vendidas y otras alquiladas a particulares por los propios franciscanos. Estas casas no entraron en el recuento final del solar del convento que fue vendido.

Bibliografía consultada[editar]

  • AGAPITO y REVILLA, Juan (arquitecto municipal y académico de Bellas Artes). Las calles de Valladolid. Imprenta Casa Martín, Valladolid 1937.
  • AGAPITO y REVILLA, Juan (arquitecto municipal y académico de Bellas Artes). La leyenda del convento de San Francisco. Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones. Tomo VI (1913-1914). Edición facsímil, Grupo Pinciano, Valladolid 1986. ISBN 84-505-3630-8
  • AGAPITO y REVILLA, Juan (arquitecto municipal y académico de Bellas Artes). De la fundación del convento de San Francisco, de Valladolid. Boletín de la Sociedad Castellana de Excursiones. Tomo VII (1915-1916). Edición facsímil, Grupo Pinciano, Valladolid 1986. ISBN 84-505-3630-8.
  • ALCALDE PRIETO, Domingo. Manual Histórico de Valladolid, publicado en 1861. Edición facsímil del Grupo Pinciano, Valladolid 1992. ISBN 84-87739-28-8
  • ALTÉS, José. La plaza Mayor de Valladolid. Ayuntamiento de Valladolid 1998. ISBN 84-86808-90-1.
  • FERNÁNDEZ DEL HOYO, María Antonia. Patrimonio perdido. Conventos desaparecidos de Valladolid. Ayuntamiento de Valladolid, 1998. ISBN 84-86808-72-3.
  • MADOZ, Pascual. Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España. Madrid 1845-1850. Edición facsímil de Editorial Ámbito, Valladolid 1984. ISBN 84-86047-34-X.
  • MARTÍ Y MONSÓ, José. Estudios histórico-artísticos relativos principalmente a Valladolid. Basados en la investigación de diversos archivos. Primera edición 1892-1901. Segunda edición facsímil, Valladolid 1992, Editorial Ámbito S.A. ISBN 84-86770-74-2.
  • QUADRADO, José María. Valladolid, historia, monumentos, artes y naturaleza (1885). Edición facsímil Grupo Pinciano 1989. ISBN 84-505-8594-5.
  • QUADRADO, José María y PARCERISA, Francisco. Recuerdos y bellezas de España. Valladolid. Año 1861. Edición facsímil, Ámbito 1990. ISBN 84-86770-37-8.
  • URUEÑA PAREDES, Juan Carlos. Rincones con fantasmas. Un paseo por el Valladolid desaparecido. Ayuntamiento de Valladolid, 2006. ISBN 84-95389-97-5.


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