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Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid

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Catedral de Nuestra Señora de la Asunción de Valladolid

La catedral de Valladolid, concebida en el siglo XVI y diseñada finalmente por el arquitecto Juan de Herrera, es un edificio de estilo herreriano con añadidos barrocos.

Conocida también con el nombre de su advocación: catedral de Nuestra Señora de la Asunción. Es la sede episcopal de la archidiócesis de Valladolid, se trata de una obra inconclusa, debido principalmente al ambicioso proyecto inicial y a los gastos provocados por la cimentación del templo, situado en una zona con un gran desnivel en el terreno.

Obtuvo la categoría de catedral en el año 1595, tras haber sido un templo colegial dependiente de la diócesis de Palencia.

Está situada en el centro de la ciudad, en una zona ligeramente elevada, cerca de la iglesia de Santa María de la Antigua Iglesia de Santa María La Antigua y construida junto a los restos de la última Colegiata de Santa María, anterior iglesia colegial de Valladolid, algunos de cuyos espacios fueron destruidos para continuar con las nuevas obras.

Etapas en la construcción del templo[editar]

Antecedentes y contexto histórico del origen[editar]

En el último cuarto del siglo XI el rey Alfonso VI encomendó al conde Pedro Ansúrez la repoblación y administración de esta zona que hoy comprende la provincia de Valladolid. Los núcleos de población más importantes a orillas del Río Pisuerga‏‎ eran Cabezón y Simancas, en cuyas tierras jurisdiccionales iban surgiendo las villas agrícolas.[1] Una de estas villas, Valladolid, fue elegida por el conde Ansúrez como asentamiento suyo y de su familia, y como centro desde el cual organizaría y gobernaría toda la repoblación del entorno. Por entonces, Valladolid era una aldea rodeada por una cerca de defensa que contaba con un alcázar o castillejo y dos ermitas dedicadas a dos santos hispanos tradicionales: san Julián y san Pelayo. El conde Ansúrez eligió la zona donde se encontraba la iglesia o ermita de san Pelayo (extramuros) para edificar su propio palacio. De esta forma, inició una expansión de la villa hacia el sureste. Además del palacio, construyó una iglesia o capilla privada, que sería el origen de la actual Iglesia de Santa María La Antigua, y una colegiata o iglesia mayor, que vino a sustituir a la ermita de san Pelayo y realzó la importancia religiosa de la villa. Esta iglesia mayor, edificada en arte románico, se llamó Santa María la Mayor y es el germen o el origen de la catedral vallisoletana.
El conde Ansúrez erigió la primera colegiata con la intención de que fuera una iglesia o templo mayor y punto de referencia para el desarrollo de la villa hacia el sureste hasta mediados del siglo XII. Sobre sus ruinas, en tiempos de Fernando III el Santo‏‎, se construyó la segunda colegiata, de vida más longeva y que permaneció hasta el siglo XVI, cuando el culto se trasladó a la actual catedral, que es su heredera, a la que se le ha llamado también cuarta colegiata. La tercera colegiata, que fue un intento fracasado de un templo más ambicioso y cuyas obras se vieron congeladas por falta de dinero, se construyó perpendicularmente a la segunda; de esta tercera colegiata solo queda el vestigio de los cimientos.

Primera colegiata[editar]

En el solar que ocupaba una antigua ermita dedicada a san Pelayo, fundó el conde Ansúrez‏‎ la primitiva colegiata en el año 1095, cuya Carta de Fundación comienza diciendo:[2]

Yo, el conde Pedro Ansúrez, juntamente con mi mujer, la condesa Eylo [...] ofrecemos por el remedio de nuestras almas [...] a la iglesia de Santa María de Valladolid [...] con tal condición que el oficio divino se celebre en la dicha Iglesia, y que se tenga la devoción debida a sus sagrados altares y reliquias.

La ciudad crecía y era necesario dotarla de una iglesia que sirviera de templo principal. Esta colegiata se convirtió en el templo más importante de la ciudad. La colegiata no fue una iglesia aislada, sino que nació como un monasterio familiar cuyo patrocinio se debe al conde Ansúrez quien, al mismo tiempo, servía de iglesia mayor de la villa y contaba con menos rentas que un obispado, pero que pretendía mantener su independencia de la diócesis de Palencia, sometiéndose directamente a Roma. Nada queda de esa primitiva colegiata, solo los restos de la torre románica de los tiempos del conde Ansúrez, construida a los pies y con la función de torre-pórtico. Poco antes, el conde había edificado en el entorno su casa-palacio, en la que había una pequeña iglesia o capilla palaciega. Como dicha iglesia ya había tomado como titular a Santa María, se le añadió el apelativo de la Antigua, mientras que la nueva colegiata fue conocida como Santa María la Mayor.

En los años 1124, 1143 y 1155 se celebraron en ella tres concilios nacionales. Esto viene a demostrar la importancia que iba adquiriendo Valladolid en la vida religiosa y civil.

Segunda colegiata del siglo XIII[editar]

Entre los años 1219 y 1230, reinando Fernando III el Santo‏‎ y siendo Canciller Juan Domínguez, se llevó a cabo la construcción de la segunda colegiata sobre el solar de la primera, respetándose tan solo la torre románica que dejó de ser torre-pórtico en 1333 cuando construyeron delante una serie de capillas destinadas a enterramientos. Son las capillas que han resistido el paso del tiempo y que forman parte desde el año [[1965}}</hovergallery> del Museo Diocesano y Catedralicio.

En 1228 se celebró en el nuevo edificio otro concilio nacional. Esta colegiata se mantuvo en uso hasta 1668 en que definitivamente se trasladó el culto al templo herreriano.

Tercera colegiata renacentista[editar]

En 1527, el cabildo convocó un concurso entre arquitectos, al que acudieron los más prestigiosos maestros del momento: Diego de Riaño, Juan de Álava, Francisco de Colonia, Juan Gil de Hontañón y Rodrigo Gil de Hontañón. A juicio del cabildo, la colegiata del siglo XIII se había quedado pequeña y era demasiado sencilla para la categoría de Valladolid, en un momento en que se habían construido las catedrales de Salamanca y Segovia y en que los conventos de la ciudad (San Pablo, San Benito y San Francisco sobre todo) costeaban grandes y suntuosas obras. Ese mismo año, en el mes de junio, se colocó la primera piedra. El proyecto, en principio ambicioso, similar al de la catedral de Segovia (una iglesia de tres amplias naves, con capillas entre los contrafuertes, crucero y cabecera que se supone sería semicircular, ya que se conservan solo las trazas del sector de los pies de este edificio), apenas pasó de la cimentación y de la elevación de unos metros. Las obras avanzaron muy lentamente por falta de recursos económicos y también porque surgieron graves problemas con el tema de la expropiación, ya que se necesitaban los terrenos hacia el sur, debido a que se había cambiado por completo el eje de la nueva planta (la nueva colegiata no se empezó a construir sobre la antigua sino perpendicular a ella): quedaría la cabecera al norte, junto al antiguo claustro de la colegiata anterior y los pies, al sur. Aun así, el atrio quedaría algo elevado, por lo que fueron necesarias unas escalinatas para su acceso (esta nueva disposición será respetada por los planos de la catedral de Herrera y así es como se ve la catedral en el presente).

Se echaron los cimientos ese mismo año de 1527, comenzando la construcción por los pies, para poder hacer uso de la antigua colegiata mientras duraban las obras. La idea era llegar al crucero, que caería en la zona del antiguo claustro, y empezar entonces la demolición total. Pero al avanzar tan lentamente, el propio Gil de Hontañón se vio obligado a hacer reformas en la colegiata vieja para seguir el uso litúrgico sin problemas. Gil de Hontañón murió en 1577 y las obras seguían prácticamente como al principio. Habían pasado 50 años y la moda y las técnicas en el arte de construir habían cambiado.1

Cuarta colegiata-catedral: Juan de Herrera[editar]

Desde la muerte del arquitecto Gil de Hontañón en 1577, las obras de la tercera colegiata habían quedado paralizadas. Sólo se habían echado los cimientos y elevado algunos metros de algunos muros. Ante esta situación, el Cabildo decidió continuar la gran obra aun cuando su situación económica nunca era boyante. Aprovechando una estancia de Juan de Herrera en Valladolid (requerido por el Ayuntamiento para hacer los planos de varias obras municipales), el Cabildo se entrevistó con él y le pidió el estudio y trazas de una nueva colegiata que fuera de acuerdo con los tiempos y que se edificaría sobre las obras de la anterior renacentista, siguiendo el mismo eje norte-sur, siempre perpendicular a la vieja colegiata de la que aún se conservaban algunas capillas.[3] El arquitecto aceptó el encargo y se puso inmediatamente a trabajar, de manera que el 13 de mayo de 1582, Pedro de Tolosa, que había trabajado en el Monasterio de El Escorial y en Villagarcía de Campos, obtuvo la maestría mayor para las obras, haciéndose cargo de ellas bajo la dirección del arquitecto Diego de Praves, hombre de confianza de Juan de Herrera. Murió al año siguiente y le sucedió como maestro de obras su hijo Alonso de Tolosa.

A instancias de Felipe II, la colegiata en construcción tomó el rango de catedral. El 21 de mayo de 1595 tuvo lugar la solemne consagración,[4] a dirigiendo la ceremonia el arzobispo de Toledo, Bernardo, con el obispo de Palencia, Raymundo, asistidos por los obispos Pedro (de León), Gómez (de Burgos), Osmundo (de Astorga), Martín (de Oviedo) y Amorico (de Lugo), acompañados de varios condes y caballeros. Al año siguiente, en 1596, Felipe II otorgó el título de Ciudad a la villa de Valladolid. En 1597 murió Juan de Herrera y un año después, en 1598, murió Felipe II.

El proyecto de Juan de Herrera[editar]

Planta actual de la Catedral de Valladolid, con cada una de sus partes numeradas: 1.Capilla de San Juan Evangelista 2.Capilla de Nuestra Señora de los Dolores 3.Capilla de Nuestra Señora del Sagrario 4.Capilla de San Fernando 5.Capilla Mayor 6.Capilla de la Magdalena 7.Capilla de San José 8.Capilla de San Pedro 9.Capilla de San Miguel 10.Sacristía 11.Capilla de San Lorenzo 12.Sala Capitular 13.Capilla de Santo Tomás 14.Ángulo del Claustro 15.Capilla de San Blas y de San Juan Evangelista 16.Torre de la Colegiata 17.Capilla de Santa Inés 18.Sala Nueva del Museo

Los rasgos del nuevo templo son Clasicistas, basados en las construcciones de la Antigua Roma que habían inspirado a la arquitectura del Renacimiento y a teóricos como Vitruvio, con su obra De Architectura.[5] También se nota influencia manierista, sobre todo a través de los escritos de Sebastiano Serlio. La línea es pura, sin concesiones al adorno de ninguna clase. La única decoración del edificio es la puramente arquitectónica: cornisas, capiteles, pilastras o Barandas.

El proyecto tiene como referencia la nueva ideología que había inspirado el Concilio de Trento, que defendía el acercamiento de la Eucaristía al pueblo. Así, Herrera traslada el coro –que tradicionalmente se había colocado en frente del altar mayor bloqueando su visión– a la cabecera del templo, dejando un amplio espacio entre el crucero y la puerta sur de entrada por los pies. El coro, que rodearía el altar, estaría abierto a la nave del templo, con lo cual ambos serían perfectamente visibles por los fieles.

En resumen, el edificio de Herrera sería una gran iglesia de tres naves, con capillas entre los contrafuertes, siguiendo la disposición general y las proporciones de la planta de la colegiata trazada en 1527, cuyos cimientos pisaba, si bien la cabecera del edificio de Herrera sería recta.

Así, la planta, como ha demostrado Fernando Chueca Goitia, se organiza en un rectángulo de proporción 2x1, (420x210 Pies castellanos) encontrándose el crucero en el centro del mismo. El edificio poseería tres naves de cuatro tramos cada una desde los pies hasta el crucero y de otros tres tramos desde el crucero a la cabecera. El edificio está proporcionado por un método usado por los maestros tardogóticos españoles en las catedrales de Segovia o Salamanca: cada tramo de las naves laterales es cuadrado en planta y cada uno de los de la nave principal es un rectángulo de proporción sexquiáltera en planta cuyo lado menor es igual al lado del cuadrado que forma en planta un tramo de la nave lateral; también las capillas-hornacina se modulan por medio de rectángulos sexquiáteros: el lado mayor del rectángulo en planta de las mismas es igual al del cuadrado que forma en planta un tramo de la nave lateral. Así, un tramo de las naves laterales tiene una medida en planta de 40x40 pies castellanos, un tramo de la nave central en planta mide 40x60 pies (40x3/2 = 60) y las capillas hornacinas están inscritas en planta en un rectángulo de 40x28 pies (40x2/3 ≈ 28).

Las secciones del edificio se proporcionan también en base a la proporción sexquiáltera. La nave central y las colaterales se separarían con grandes arcos de medio punto sobre pilares de sección cuadrada de 13 pies de lado con pilastras corintias adosadas, sobre las que cabalgaría un gran entablamento del mismo orden que abrazaría toda la nave central a la altura del arranque de las bóvedas, generando una potente sombra. La nave central se cubriría con una gran cañón corrido con lunetos y las laterales con bóvedas de arista, mientras que el crucero lo haría con una cúpula vaída (el cimborrio que aparece en algunos dibujos no se debe a Herrera y se añadió a los planes del proyecto avanzado el siglo XVII, buscando una silueta más movida y barroca al exterior). La luz entraría por la nave central por medio de grandes huecos termales que quedarían parcialmente ocultos por el entablamento, con lo que se haría la ilusión de que la bóveda flotaría sobre el entablamento, sin una unión física con resto del edificio.

Abiertas a las naves laterales habría una serie de capillas-hornacinas entre los contrafuertes. En cuanto a éstas, si bien están, naturalmente, comunicadas con el templo a través de grandes arcos, se conciben como espacios más o menos independientes, con su propio foco de luz, un pequeño óculo; el muro de estas capillas, cubiertas con Bóveda de Cañón con lunetos, está animado por decoración de placas y hornacinas que modelan el potente muro de piedra. El arco de comunicación entre las capillas-hornacina y las naves laterales se configura en su alzado a estas últimas como un arco del triunfo con dos pares de pilastras dóricas que sujetan una tribuna a la que se abre, por medio de una pequeña puerta (que introduce la escala humana dentro de la escala colosal a la que está pensado todo el edificio para acentuar su grandeza), el espacio que existe sobre las capillas hornacinas, concebido para usos auxiliares, como archivo o biblioteca.

En los dibujos de Herrera, en los exteriores, el cuerpo central y principal de la fachada de los pies (al sur), se concibe como el apilamiento de dos elementos de la arquitectura clásica: el arco del triunfo y el frente de templo. El cuerpo central se adelantaría notablemente al resto de la fachada, consiguiendo así una especie de vestíbulo o narthex a la entrada del templo. El piso bajo del cuerpo central, concebido como Arco de Triunfo con dos pares de columnas dóricas gigantes a los lados que apearían un potente entablamento dórico, cobijaría la puerta principal, adintelada y con guardapolvo; sobre este arco del triunfo se encontraría el segundo cuerpo, concebido a manera de un templo tetrástilo, aunque con el manierismo de sustituir las columnas por pilastras, que irían a plomo sobre las columnas del arco del triunfo del piso inferior. En el centro del cuerpo alto, entre las pilastras, si situaría una enorme ventana adintelada y con guardapolvo para iluminación del interior. Se coronaría con frontón triangular con remates de bolas en vez de acróteras. Además, los paños de muro de este cuerpo central estarían animados con hornacinas.[6]

En los extremos de la fachada se situarían dos torres iguales de planta cuadrada, con tres pisos separados por entablamentos apeados sobre pilastras dóricas pareadas dispuestas en las esquinas, siendo los dos primeros pisos macizos, con los lienzos del muro animados con hornacinas, adornos de placas y ventanas adinteladas, y el último cuerpo, donde estarían las campanas, abierto con un gran arco en cada cara de la torre, coronándose todo con una balaustrada con bolas a plomo de las pilastras y cúpula de media naranja con linterna y remate. Entre las torres y el cuerpo central adelantado se situarían sendos cuerpos de unión correspondientes a las naves laterales interiores y en los que se encontrarían las puertas de acceso a éstas, adinteladas y con guardapolvo. La fachada posterior no sería muy distinta a la principal, aunque no se adelantaría el cuerpo central ni el primer piso de este cuerpo tendría cuatro grandes columnas dóricas, sino pilastras, y no habría puerta. Las torres serían también más bajas que las de la fachada principal, pues tendrían sólo dos pisos, si bien semejantes en todo a los dos primeros de las torres principales, rematándose con una balaustrada con bolas y un chapitel piramidal de pizarra rematado con una gran esfera.

En los alzados exteriores laterales, se encontraría en el centro la fachada del crucero, idéntica en todo al cuerpo central de la fachada principal, con su arco triunfal dórico abajo y su frente de templo arriba. En los extremos de los laterales se hallarían las torres y entre éstas y el crucero, se encontrarían los cerramientos de las capillas hornacinas y las dependencias auxiliares situadas encima de ellas. Este cerramiento se vería al exterior como un muro apilastrado rítmicamente, animado con las ventanas adinteladas de las dependencias auxiliares y con los óculos de las capillas y rematado por una saliente cornisa. Este muro dialogaría con las construcciones próximas a la Catedral por su altura moderada. Sobre él, aunque en un plano posterior, retrasado, se encontraría el cerramiento lateral de la nave central, más alta, con los contrafuertes en forma de arbotante invertido y los huecos termales que la iluminan, rematado con una gran cornisa y el tejado de pizarra.

En su proyecto, Herrera tuvo en cuenta la posibilidad de un gran claustro procesional cuadrado de un solo piso de orden dórico, que iría unido a la nave oeste y que contendría dependencias como la sala capitular o la sacristía. La construcción de este claustro traería serias dificultades de tipo técnico y económico, pues por este lado del oeste del edificio había un importante desnivel que caía hasta el cauce del Río Esgueva y por ello, parece que su construcción nunca se consideró seriamente.[7]

El edificio, al pisar la cimentación de la colegiata de 1527, se orientaría en un eje norte-sur, con la cabecera el norte, sin seguir la orientación canónica, ya en desuso en el siglo XVI, en el que pesaban más los valores urbanísticos a la hora de orientar las iglesias.

Una vez terminado el estudio, Herrera puso los planos en manos de su discípulo y hombre de confianza, el arquitecto Diego de Praves.[8] En 1587 tuvieron una entrevista de trabajo en Madrid. Es sabido que Juan de Herrera jamás estuvo a pie de obra de la catedral de Valladolid.

Hay controversia entre los historiadores sobre si las trazas de esta catedral de Valladolid son un reflejo de la basílica de El Escorial.[9]

Siglo XVI[editar]

El nuevo edificio no sólo trajo aires modernos en cuanto a arquitectura se refiere, sino también en la técnica y modo de trabajar, copiando el sistema llevado en las obras de El Escorial. En primer lugar, se organizó en el entorno un gigantesco obrador o taller que dio nombre a la vía abierta delante de la fachada: calle de la Obra. Se coordinó un equipo de picapedreros (que extraían la piedra en canteras cercanas, como la de Villanubla), carreteros, canteros, carpinteros y otros oficios. Hubo un grupo de trabajo integrado por profesionales de la construcción, cuya cabeza principal era Juan de Herrera, que había diseñado los planos y había ideado la fábrica, seguido por su hombre de confianza, Diego de Praves, como arquitecto director y supervisor que tenía a sus órdenes a un maestro mayor, Pedro de Tolosa, quien a su vez había nombrado a varios aparejadores, entre los que se encontraba su hijo, Alonso de Tolosa. Pedro de Tolosa murió en 1583, sucediéndole en la maestría mayor su hijo Alonso, que se mantuvo a pie de obra hasta 1588, año en que Diego de Praves se hizo cargo de la obra como arquitecto-director y maestro mayor.

Diego de Praves replanteó todo el templo desde los pies hasta el crucero. Empezó la construcción por los pilares del lado del Evangelio y trató de embutir lo que se había construido de la colegiata gótica trazada en 1527 en el nuevo edificio. Sin embargo, los muros ya realizados del lado del Evangelio del templo de 1527 tenían una leve declinación en planta, lo que hacían problemático su aprovechamiento. Para solventar esto, Praves escribió una carta a Herrera en la que manifestaba esta cuestión, acompañándose de un plano donde se dibujaba lo que estaba hecho de la colegiata de 1527 y lo del nuevo edificio de Herrera. Solucionados estos problemas, los muros de la colegiata Tardogótica se reaprovecharon, embutiéndolos en los de la obra herreriana. En 1589‏‎ se compró más piedra para labrar las basas y zócalos de los pilares interiores. En 1594 ya se estaban preparando los cimientos del crucero, que irrumpiría en el claustro de la anterior colegiata. Un año después, Felipe II iba a conseguir la sede episcopal para Valladolid, de manera que en plenas obras, el edificio pasó de seguir siendo una colegiata a ser ya una catedral. Sin embargo, faltaban todavía bastante años para su consagración‏‎, así es que la liturgia siguió celebrándose en el edificio de la antigua colegiata. En 1599, de Praves terminaba el sector del lado del Evangelio desde los pies hasta el crucero, aunque faltando la cubrición. Hacia 1600, empezaba la fachada principal (sur), haciéndose el gran arco de la misma en 1616. En los primeros años del siglo XVII se trabajaba realizando molduras y cornisas y construyendo el sector del lado de la Epístola desde los pies hasta el crucero, dejándolo también hasta el arranque de las bóvedas.

Siglo XVII[editar]

En 1620 murió Diego de Praves, sucediéndole en la maestría de obras su hijo Francisco de Praves‏‎, con quien se terminaron las capillas del lado del Evangelio, haciendo sus bóvedas. En la década de 1620, Juan de la Rozadilla talló los capiteles corintios de las pilastras de la nave central y las molduras y modillones del entablamento de la nave. A la muerte de Francisco de Praves en 1637, tomó su puesto Juan de Répide, hasta 1661. Cuatro años más tarde, Sebastián Mardaz Colmenares, supervisado por Francisco Tejerina, cerró toda la nave de la Epístola con bóveda de arista y en 1662 se terminó la nave central, tapándola con Bóveda de Cañón corrido con lunetos y adornada con yeserías ajenas a las trazas de Herrera. Las obras se habían dilatado más de lo esperado, así que el Cabildo tomó la decisión de inaugurar la nueva catedral, aunque estuviera incompleta. El 26 de agosto de 1668, en una ceremonia de gran solemnidad, fue consagrada la parte construida de la nueva catedral, que se componía de las tres naves, las capillas del lado del Evangelio, una capilla en el lado de la Epístola y tres ábsides provisionales en el espacio en que se suponía iría el crucero.

Siglo XVIII[editar]

Los recursos económicos siguieron siendo escasos a pesar de las ayudas de los reyes y otras donaciones, por lo que las obras de la catedral o se paralizaban o continuaban lentas y sin grandes avances arquitectónicos. Ya entrado el siglo XVIII, se levantó la torre del lado del Evangelio, siguiendo las trazas de Herrera, aunque no demasiado fielmente. En 1713 se pudieron terminar las capillas del lado de la Epístola, todavía en estilo herreriano, a pesar de que venía imponiéndose el barroco. Sin embargo, el cuerpo alto de la fachada principal fue terminado al gusto de la nueva corriente artística, siguiendo las trazas del arquitecto Alberto de Churriguera. Los planos y dibujos de este arquitecto que se guardan en los archivos, distan bastante de la interpretación y hechura que dieron los maestros de obras correspondientes y los canteros, que no supieron estar a la altura. La fachada principal, con sus estatuas, fue terminada en 1733.

Conclusión[editar]

Las obras de engrandecimiento de la catedral quedaron interrumpidas en la mitad del proyecto de Herrera. Además, la torre que se había levantado a principios del siglo XVIII, se hundió en 1841, causando daños al edificio que tuvieron que ser reparados, aunque la torre jamás se volvió a levantar. A principios de año 1880, comenzó la construcción de la torre del lado de la Epístola, que finalizó en 1890, salvo el remate actual de la cúpula y la escultura del Sagrado Corazón de Jesús que se añadieron en 1923.

Entre 1922 y 1928 se hicieron reformas interiores, entre otras la eliminación del coro de la nave central, la construcción de la tribuna del nuevo órgano, (para lo cual se desbarató parte del crucero que ya no servía como tal), bajo la dirección del arquitecto Ricardo García Guereta, y la instalación del Retablo mayor de Juan de Juni. Entre 1962 y 1964 hubo un intento bastante afortunado de rematar en alguna medida el proyecto de Herrera allí donde había quedado inconcluso (siempre en la única mitad construida), rematando la parte alta del lado de la Epístola al exterior, y el primer cuerpo de la portada, que en teoría habría dado acceso al crucero, dirigiendo estos trabajos el arquitecto Anselmo Arenillas. En 1965 se restauraron las capillas de la antigua colegiata, salvadas de la demolición porque las obras de la catedral no prosperaron. En estas capillas se ubicó el Museo Diocesano Catedralicio.

Exterior[editar]

El edificio está sólo construido desde los pies hasta el crucero. De la otra parte, desde el crucero a la cabecera, sólo está realizada una capilla hornacina del lado del Evangelio y las cimentaciones de su simétrica del lado de la Epístola. Por ello, el edificio presenta hoy en día tres naves, separadas con grandes pilares de planta cuadrada que sujetan grandes arcos de medio punto, presentando sólo cuatro tramos cada una y rematándose en tres ábsides provisionales construidos en el siglo XVII, usando ladrillo, en el lugar donde debería haber estado el crucero. A los lados del conjunto de las tres naves existen ocho capillas hornacinas (cuatro a cada lado) cerradas con rejas, que guardan retablos barrocos, rococós y neoclásicos, además de alguna muestra de escultura funeraria.

En el exterior, el edificio también sólo está concluido hasta el crucero, si bien falta una torre de la fachada principal, que se hundió en 1841, y la que actualmente se conserva, fue construida entre 1880 y 1890 y no es fiel en absoluto a las trazas de Juan de Herrera. Tampoco el cuerpo alto de la fachada principal (orientada al sur) es fiel a los planos herrerianos, pues fue diseñado por Alberto de Churriguera a principios del siglo XVIII.

Fachada sur[editar]

En el exterior destaca la portada de la fachada principal, que estaría situada entre las dos torres, de las cuales sólo existe hoy una, levantada en el siglo XIX sin seguir los planos de Herrera. Está resuelta como un colosal Arco de Triunfo de orden dórico y distribuida en tres cuerpos centrales bien definidos:

  • El primer cuerpo, presenta cuatro columnas y dos imágenes de San Pedro y San Pablo situadas en dos hornacinas excavadas en los intercolumnios. En el centro y enmarcando la puerta de entrada hay un arco formado por dos pares de columnas que soportan la cornisa con metopas y que flanquean un arco de medio punto, dentro del cual se abre la puerta adintelada. No está bien ejecutada por los canteros que materializaron los planos de Herrera, pues, aparte de no adelantarse tanto el cuerpo central respecto al resto de la fachada como está reflejado en los planos del cántabro, el gran arco tiende a ser apuntado, habiendo sido diseñado como de medio punto. En el tímpano del arco se halla una imagen de la Virgen de la Asunción, titular de la catedral. Las esculturas de San Pedro, San Pablo y la de la Virgen fueron realizadas por Pedro Baamonde en el siglo XVIII cuando se edificó el segundo cuerpo de la fachada. Sobre los capiteles de las cuatro columnas, separando los dos primeros cuerpos, se asienta un arquitrabe con friso y cornisa.
  • El segundo cuerpo, edificado según las trazas de Alberto Churriguera en el siglo XVIII, presenta, en altura, las mismas dimensiones que el primero. Posee una gran ventana rectangular y adintelada, flanqueada por pilastras que continúan las columnas dóricas del cuerpo bajo, con los símbolos del Sol y la Luna entre ellas, temas Marianos, realizados por el escultor salmantino Juan García Espinosa. Sobre la ventana se sitúa una cornisa que sirve de separación con el tercer cuerpo. Presenta una balaustrada interrumpida lateralmente por cuatro pedestales, perpendiculares a las columnas del primer piso, sobre los cuales se ubican las estatuas en piedra de los cuatro doctores de la Iglesia latina: San Ambrosio, San Agustín, obras del escultor Pedro Baamonde, San Gregorio y San Jerónimo, obras del escultor Antonio de Gautúa.
  • El último cuerpo se remata con un triángulo concebido a modo de frontón en cuyo centro se ubica un escudo sostenido por dos ángeles que cobijan las iniciales de María. El tejadillo del frontón presenta cuatro pilastras barrocas, dos a cada lado, y otra de mayor tamaño en el vértice rematada con una cruz de hierro forjado.

Los cuerpos laterales de la fachada presentan dos puertas que se abren a las las naves menores del interior de la catedral. Sobre estas puertas se encuentra un círculo en relieve y una cornisa sobre la cual se levanta otro cuerpo de poca altura con otro círculo en relieve, de tamaño menor, terminado con un adorno en voluta o roleo de estilo churrigueresco.

Fachada oeste[editar]

En este lado, el edificio está concluido hasta el crucero, aunque falta la torre de la fachada principal, hundida en 1841. De la fachada del crucero sólo están realizados la cimentación y los arranques de los muros, pero sin el revestimiento exterior. A esta fachada habría estado pegado el claustro diseñado por Herrera si se hubiera construido.

Fachada este[editar]

Sólo se habían construido hasta mediados del siglo XX la mitad baja del cerramiento exterior de las capillas-hornacina hasta el crucero, la parte alta que cierra la nave central, con sus contrafuertes en forma de arbotante invertido, y el exterior de una capilla-hornacina del sector de la cabecera, después del crucero, que quedaba aislada por no estar unida con el resto a raíz de que la fachada del crucero no estaba ni siquiera empezada. Entre 1962 y 1964, se reanudaron las obras con la idea de completar en parte el proyecto de Herrera bajo la dirección del arquitecto A. Arenillas, construyéndose la parte alta de las capillas del lado de la Epístola y el primer cuerpo de la fachada este del crucero. El resultado fue bastante satisfactorio. La fachada del crucero, semejante al cuerpo bajo de la fachada sur, presenta cuatro gruesas columnas, arco de medio punto que cobija la puerta de entrada y un entablamento con cornisa. Sobre este cuerpo existiría otro, que no está realizado, con una gran ventana flanqueada por dos pares de pilastras y coronado con frontón con bolas a modo de acróteras.

Fachada Norte[editar]

Nunca fue construida tal fachada. Aunque desde el exterior no puede verse, esta parte de la catedral es una mezcla entre las ruinas de la colegiata y zonas de lo que pudo ser el crucero de Herrera. Lo construido del templo herreriano se remata por este lado por con un muro de ladrillo que cierra la nave central a la altura del crucero y los tres ábsides que rematan las naves. Por encima se ven los muros sin terminar de lo que hubiese sido el interior del crucero, con el gran entablamento corintio, los capiteles y los huecos termales sin cerrar.

Torres[editar]

Juan de Herrera había concebido para la catedral la construcción de cuatro torres, dos en las esquinas de la fachada de los pies y dos más bajas en las esquinas de la cabecera. Estas dos últimas nunca llegaron a construirse y de las otras dos sólo se levantó la del oeste. En su alzado, según los planos, las torres constan de tres cuerpos y se remata en media naranja y linterna. El tercer cuerpo había de servir como campanario.

Entre 1703 y 1709 se levantó la torre del lado del Evangelio, siguiendo las trazas de Herrera y dirigiendo las obras el maestro de cantería Antonio de la Torre. Años más tarde, sustituyendo a la cúpula de media naranja pensada por Herrera, se le añadió un piso más, ochavado con huecos donde se albergaron las campanas, en un número mayor de lo previsto y rematado con cúpula de cascos y linterna. La torre empezó a dar problemas, y a lo largo del siglo XVIII se hicieron tres reparaciones, hasta que en el siglo siguiente, en 1841, se desmoronó toda la parte de arriba, arrastrando gran parte del tercer y segundo cuerpo. Las ruinas corrían peligro de desplome, así es que las autoridades se decidieron por su derribo hasta la altura del primer cuerpo, que se mantenía sólido y firme.

A raíz de esta caída se proyectó el alzado de la otra torre del lado de la Epístola. Habrá que esperar hasta 1879 para que empiecen en serio las obras de la nueva torre. Las trazas de Iturralde se basaban en las de Juan de Herrera para la torre, con la alteración de la coronación ochavada, pero suprimiendo por economía el segundo cuerpo de la torre ideada por Herrera, es decir, el cuerpo que tenía en sus alzados dos ventanas superpuestas. Al terminarse el primer piso del cuerpo ochavado, se inauguró con solemnidad el 4 de abril de 1885. Hubo entonces numerosas críticas ante la escasa esbeltez de la torre y su poca altura, con lo que Iturralde se vio obligado a construir sobre lo edificado dos cuerpos ochavados más: uno con el reloj y otro con una nueva sala de campanas, similar a la del primer piso (ya construido en ese momento) del cuerpo ochavado. Todo esto se realizó entre 1886 y 1890, año en el que la torre se remató con un torpe tejado y un pararrayos.[10] Por motivos económicos, hasta bien entrado el siglo XX no se culminó la obra con la instalación del reloj en 1911 y la colocación de la estatua del Sagrado Corazón en 1923.

Interior[editar]

El estilo de la catedral de Valladolid es purista y sobrio y se corresponde con el más típico clasicismo herreriano, lo cual se demuestra tanto en su arquitectura como en la decoración.

La catedral presenta actualmente tres naves de cuatro tramos rematadas con ábsides en el lugar donde hubiese estado el crucero. En el interior, filas de pilares con pilastras adosadas de orden corintio sujetan hileras de arcos de medio punto.[11] Las naves están cubiertas por bóvedas de arista.

El crucero ideado por Herrera no existe como tal porque fue convertido en espacio para la capilla mayor y dos laterales. Solamente del crucero quedan construidos algunos muros y el cuerpo bajo de su fachada del lado de la Epístola, al Este; en la estancia llamada Vestíbulo del museo catedralicio puede verse el arranque de uno de los arcos torales que se iban a construir. El espacio de lo que pudo ser este crucero tiene la misma longitud que el ancho de las tres naves, por lo que no sobresale a los lados del templo. En sus extremos desemboca en dos portales pero sólo está realizado, con puerta de acceso y gran portada, el cuerpo bajo del correspondiente al lado este, como ya se ha dicho. Entre los contrafuertes de cada nave del templo se encuentran emplazadas cuatro capillas.

Capilla mayor[editar]

Se encuentra en el presbiterio, en el ábside central. Sus paredes están tapizadas con damasco carmesí y contiene el retablo mayor, obra de Juan de Juni, que fue trasladado desde la cercana iglesia de La Antigua, la sillería y un facistol del siglo XVII, obra de Cristóbal Ruiz de Andino. En el centro hay un altar adornado con un frontal que presenta un trabajo de Repujado en plata, obra barroca del siglo XVIII.

Coro[editar]

Al contrario que muchas catedrales españolas, en la actualidad, la sillería de coro no está colocada en la nave, sino en el presbiterio, mientras que el órgano se halla en una tribuna alta a los pies. Sin embargo, cuando se construyó el coro en 1667, se situó la sillería en el centro de la nave mayor, con los órganos a los lados, según costumbre de la arquitectura religiosa española, ocupando el segundo tramo por los pies de la nave central. La primera sillería que tuvo fue la proveniente de la antigua colegiata, de estilo tardogótico, realizada en el siglo XV. En el siglo XVII, hubo necesidad de hacer nuevos sitiales al pasar de la Colegiata gótica al templo herreriano. Esta sillería se utilizó hasta los primeros años del siglo XIX, cuando se sustituyó por otra, desmembrándose la tardogótica, que fue arrinconada y guardada en huecos de diversas capillas. Algunos de los paneles de madera finamente tallados que servían de respaldos, fueron utilizados como batientes de puertas[12] y la silla abacial se llevó a la capilla del Palacio Arzobispal. En 1763 se empezó a colocar la reja costeada por el obispo de Valladolid Isidro Cosío y Bustamante.

A principios del siglo XIX se amuebló el coro con la sillería que estaba en el coro alto de la iglesia del convento de San Pablo. Esta sillería, de estilo herreriano y realizada con maderas de gran calidad, fue mandada construir por el duque de Lerma, patrón del Convento de San Pablo, en el siglo XVII y sus autores fueron Francisco Velázquez y Melchor Beya, ambos de Valladolid.

Cuando en 1928 se desbarató el recinto del coro y la reja que lo cerraba fue vendida, se hizo la tribuna a los pies de la catedral, donde se instaló uno de los dos órganos, y los sitiales se llevaron al presbiterio, donde se colocaron en semicírculo apoyados en la pared. Actualmente siguen dispuestos de este modo. Se encuentran los sitiales distribuidos en dos grupos simétricos flanqueando al retablo de Juan de Juni. Existen en total 32 sillas altas y 22 bajas sin contar con los seis sitiales bajos que posee el propio retablo de Juni.

Capillas de la nave del evangelio[editar]

Son las capillas que se encuentran a la izquierda, según se mira al altar. Son las siguientes: Capilla de San Juan Evangelista, Capilla de Nuestra Señora de los Dolores, Capilla de Nuestra Señora del Sagrario y Capilla de San Fernando

Capilla de San Juan Evangelista: Hacía las funciones parroquiales, ya que en su interior se encontraba la pila bautismal. Es una capilla de tamaño reducido, ya que se encuentra justo debajo de la antigua torre. Con el hundimiento de dicha torre, se procedió a rehacer su bóveda, imitando a la antes existente. Contiene en su interior un retablo neoclásico, realizado por por Jorge Somoza en 1846, que se organiza a modo de arco del triunfo, con cuatro grandes columnas corintias. Dicho retablo fue encargado para reemplazar al anterior, de 1714 y obra de Pedro de Rivas, que se destruyó al hundirse la torre. Acoge una escultura del santo titular del siglo XVII. Además, hay varios lienzos y parte de la antigua sillería del siglo XV procedente de la colegiata. La capilla se cierra con una reja del siglo XVII, rematada con crestería barroca tallada en madera.

Capilla de Nuestra Señora de los Dolores: Formaba parte del antiguo patronato de la familia de los Velarde, siendo bendecida la capilla en 1630‏‎. Posee un gran retablo barroco dorado, datado hacia 1700, con estípites y un gran tabernáculo, adornado con espejos. En el retablo se encuentran pequeñas esculturas coetáneas al mismo. Flanqueándolo, se hallan dos hornacinas que contienen los relicarios de la Catedral, del siglo XVII. En un lado de la capilla se halla un retablo de estilo rococó, realizado en 1776, para conmemorar el nacimiento de San Simón de Rojas en 1552‏‎, en una casa que se encontraba, antes de la construcción de la actual catedral, en el lugar que hoy ocupa esta capilla; contiene una pintura que representa un pasaje de la vida del santo. En el lado opuesto a este último retablo, se halla el monumento sepulcral del fundador Juan Velarde (fallecido en 1616), de estilo clasicista, con cuatro columnas dóricas entre las que se encuentra el sarcófago; también existe un retrato del fundador, obra de gran calidad, atribuida al pintor Francisco Martínez. Aquí se encuentra en la actualidad la pila bautismal de la Catedral. Hay además varios lienzos. La capilla se cierra con una reja del siglo XVI, quizás procedente de la colegiata, y colocada aquí en 1674.

Capilla de Nuestra Señora del Sagrario: En esta capilla se encuentra la imagen de Nuestra Señora del Sagrario, una escultura de la Virgen con el Niño, de pequeño tamaño realizada en piedra y que data del siglo XV; se encontró emparedada en 1602, durante el transcurso de unas obras en la colegiata. El Cabildo la eligió como su patrona y la colocó en esta capilla, terminada en 1624‏‎. La imagen se encuentra en un retablo neoclásico de principios del siglo XIX. Se encuentran además dos lienzos de Manuel Peti, realizados en 1700, varias pinturas y esculturas de santos del siglo XVII, entre ellas, una buena imagen de la Virgen del círculo de Francisco del Rincón, y dieciocho sitiales de la antigua sillería tardogótica. Se cierra la capilla con una reja de hierro realizada antes de 1655.

Capilla de San Fernando: Fue fundada en 1585 por Juan de Santisteban, pero debido a la lentitud de la marcha de las obras del templo herreriano, la capilla no se materializó hasta casi noventa años después. En su interior, se halla un retablo salomónico de 1680, obra de Pedro de Cea, que se organiza por medio de cuatro columnas salomónicas entre las que se encuentra una escultura de San Fernando tallada por Alonso de Rozas. También existe un retablo dedicado la Inmaculada, situado antes en el trascoro desmantelado en 1928, que contiene una serie de pinturas de Felipe Gil de Mena. Se cierra con una reja de 1678‏‎.

Capilla del ábside: Remata la nave del Evangelio y notablemente más baja que ésta. Fue construida en el siglo XVII de manera provisional, usando ladrillo y yeso. Posee planta ochavada y se decora en el interior con varias molduras y ménsulas de estilo barroco. En esta capilla, se encuentra el mostrador donde se despachan los billetes para entrar al Museo Diocesano y Catedralicio; también se encuentran, además del sepulcro del Conde Ansúrez, algunas obras de arte como el retablo neoclásico formado por una tabla del siglo XVI con el tema de la Crucifixión cuyo autor es el flamenco Miguel Coxcie, que trabajó bastante durante el reinado de Felipe II.

Capillas de la nave de la epístola[editar]

Son las capillas que se encuentran a la derecha, según se mira al altar. Son las siguientes: Capilla de San Miguel, Capilla de San Pedro Regalado, Capilla de San José, Capilla de San Pedro Apóstol y la Capilla absidal.

Capilla de San Miguel: Realizada en 1712, se encuentra bajo la torre realizada entre 1880 y 1890. Su reja data también de 1712‏‎. El retablo, barroco y adornado con cornucopias de estilo churrigueresco, fue realizado en 1714 por Pedro de Rivas, y su escultura titular, probablemente también fue obra de Pedro de Ávila.

Capilla de San Pedro Regalado: Originalmente dedicada a la Magdalena, fue realizada en 1712‏‎, y cambió su advocación en 1843‏‎ por la de San Pedro Regalado, en honor al santo local. En uno de sus lados, en un retablo neoclásico con frontón triangular, contiene un lienzo neoclásico de la Asunción, obra de Zacarías González Velázquez; enfrente de este retablo existe otro con un lienzo que representa a la Virgen entregando el niño a San Antonio de Padua, obra de Alonso del Arco. No se conserva el retablo titular realizado en 1714, pero sí la Magdalena, posiblemente realizada por Pedro de Ávila, que se guarda en otras dependencias catedralicias. Actualmente, el retablo que posee la capilla, de estilo rococó, con dos columnas corintias de fuste adornado, acoge un gran lienzo con el tema de San Pedro Regalado resucitando para dar de comer a un pobre, del pintor italiano Placido Costanzi datado en la primera mitad del siglo XVIII. La reja que remata la capilla data del año 1712‏‎.

Capilla de San José: Contiene las esculturas funerarias de la familia Venero y Leyva, provenientes de la Capilla de Santa Catalina del Convento de San Francisco, atribuibles a Francisco del Rincón y realizadas en alabastro. Su retablo mayor, de estilo barroco, con estípites y dorado, data de 1712‏‎, siendo la imagen titular atribuida a Pedro de Ávila. Cuenta con una serie de lienzos, varios de ellos copias de cuadros de pintores como Tiziano y Rafael. Su reja fue realizada en Vitoria en 1712, siendo realizada su cornisa por Alonso del Manzano.

Capilla de San Pedro Apóstol: Se terminó su realización en 1712, siendo colocado su retablo, también barroco y con estípites, dos años más tarde. Su escultura titular es atribuible a Pedro de Ávila. Cuenta con una escultura de la Asunción. Contiene además dos pequeños retablos salomónicos, procedentes de la antigua iglesia de San Esteban, en Portillo, hoy desaparecida. Su reja data del siglo XVI, siendo recompuesta dos siglos más tarde. Se encuentran además una serie de pinturas de santos, todas ellas del siglo XVII. En esta capilla y la anterior se encuentra actualmente una colección de doce hacheros de bronce realizados en Barcelona en el siglo XVIII.

Capilla del ábside: Es ochavada, construida con ladrillo y yeso, adornada con algunas molduras y ménsulas de estilo barroco y totalmente enlucida. Posee un retablo neoclásico, idéntico al de la capilla absidal del lado del Evangelio, que acoge un gran lienzo sobre el tema de la Transfiguración, obra atribuida a Lucas Jordán‏‎. A través de la capilla se realiza el ingreso al templo a través de la fachada este, a la plaza de la Universidad, cerrándose con unas puertas de estilo rococó, muy deterioradas, procedentes de la Iglesia del monasterio de San Benito el Real de Valladolid, donde originalmente cerraron el trascoro de esta iglesia. Llegaron a la Catedral en 1866.

Sacristía[editar]

La sacristía de la catedral era la antigua capilla de la Inmaculada, la única construida del sector de la cabecera después del crucero. Fue patronato de don Pedro de Arce, pero que fue habilitada en 1960 como sacristía. Se construyó en 1655, y de dos años más tarde es su reja. Contiene una serie de pinturas originales y copias, varias tablas con piezas en cobre y un retablo neoclásico con un cuadro de la Anunciación, obra de Bartolomé de Cárdenas. Contiene también una sencilla cajonería neoclásica de principios del siglo XIX. En dependencias contiguas se halla una serie de retratos de los Obispos y Arzobispos vallisoletanos desde Bartolomé de la Plaza hasta nuestros días.

Sala capitular[editar]

Se encuentra integrada entre las capillas de la antigua colegiata. Fue construida en el siglo XVII, usando parte de una crujía del claustro colegial. Se cubre con bóveda de cañón con lunetos y yeserías. Posee una sillería barroca tallada en 1764 para el coro alto la Iglesia del monasterio de San Benito el Real de Valladolid y trasladada a la Catedral en 1867. Además, contiene varias pinturas, y esculturas, dos de ellas traídas de San Pablo de la Moraleja.

Influencia[editar]

Debido a la influencia de Juan de Herrera y a la similitud de la filosofía de su construcción con la ideología de los Austrias Mayores, la catedral de Valladolid fue muy imitada en la arquitectura religiosa del siglo XVII. Su influencia está presente en la Iglesia de Nuestra Señora de las Angustias de Valladolid así como en las catedral de México y Lima.

Referencias

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Referencias e información de imágenes pulsando en ellas.
  1. Las jurisdicciones durante la Edad Media, venían determinadas por el régimen feudal y estaban formadas, física y jurídicamente, por el conjunto de tierras sobre las que el señor ejercía su autoridad.
  2. El texto de esta Carta de Fundación tanto en latín como en castellano puede verse (además del original que está en los archivos) en la obra citada de Manuel Canesi, Tomo I página 220 a 225.
  3. Esto pudo suceder entre 1580-1582; no se tiene una referencia exacta.
  4. Se refiere a la consagración del rango de catedral que sustituyó al de colegiata, no a la consagración del edificio como catedral nueva, ya que eso tuvo lugar más adelante, el 26 de agosto de 1668.
  5. Wikisource en latín contiene una copia de De architectura.
  6. Herrera consiguió aquí su deseo de resaltar la parte central donde va la puerta, cosa que no había podido realizar en la fachada del patio de los Reyes en El Escorial.
  7. Aun hoy (año 2008) sigue habiendo bastante desnivel a pesar de las obras de relleno que se fueron haciendo en distintas ocasiones.
  8. Diego de Praves estaba en Valladolid por esas fechas ejecutando otros proyectos de Herrera encargados por el Ayuntamiento: Consistorio, Carnicería, Panadería y Fuentes.
  9. Wilkinson-Zerner; Juan de Herrera, arquitecto de Felipe II, pág. 5, 122 y 124
  10. Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
    Ortega del Río, José Miguel (2000), El siglo en que cambió la ciudad, págs 193-203, Ayuntamiento de Valladolid. ISBN 84-95389-10-X.
  11. Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
    Bongäser, Barbara: «Arquitectura barroca en España y Portugal, pág 92», en El Barroco. Colonia:Könemann, 1997. ISBN 3-89508-920-6
  12. Hoy (2008) están custodiadas en el museo.
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