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Casa Rovira
La casa Rovira proyectada por José Antonio Coderch se sitúa cerca de la coronación de un monte que cae en picado, en su lado sur, sobre la playa de Canet de Mar, y constituye una clara muestra del modo de trabajo de Coderch, de su vuelta sobre temas ya explorados, de su continuo proceso de ajuste a partir de nuevos condicionantes.
Construida en 1967, la planta, casi idéntica a la de la casa Uriach, es ligeramente más pequeña y se ajusta a un solar también más reducido. Así, en el ala de servicio, el dormitorio y el lavadero pasan a una planta superior, al igual que el pequeño estudio que se dispone sobre la sala. Años más tarde, cuando el propietario compró una parcela vecina, Coderch se encargó de convertir ese lavadero en una segunda sala, que disfruta de la sombra de los pinos y las vistas al mar. También se puede apreciar que, en el ala de reposo, la distribución de los aseos varía (sus proporciones son menos alargadas) y los dormitorios del lado de la terraza tienen unas aberturas mayores. En el acceso, la entrada peatonal se separa del garaje, pues probablemente los clientes se quejaron, a un Coderch siempre atento a las indicaciones razonables, de la suciedad y de los humos que provocaban los coches.
Dejando de lado estas cuestiones, lo importante es comprobar que, dependiendo de su disposición sobre una topografía concreta, una misma planta genera un espacio completamente diferente. Si en la casa Uriach la sala es el rincón de una zona de relación que se extiende en dos direcciones, en este caso, al disponerse contra una escarpada ladera al oeste, la zona de relación se convierte en un patio abierto tan sólo por su lado sur, donde también se abren las vistas al mar. Además, al ajustarse a la pendiente del terreno, la terraza de la piscina no está a nivel con la sala, sino en uno inferior, y tiene un límite muy bien definido en su único lado abierto.
A instancias del propietario, la sala incorpora una estructura de losa sobre pilares metálicos, y el hogar se traslada hacia la vidriera sur, para permitir la visión conjunta del fuego y el mar. El resultado es una zona de relación mucho más unitaria y abierta que en la casa Uriach: un gran porche que puede cerrarse a conveniencia con persianas correderas, y una mejor definición, gracias al límite de la terraza y al tercer muro que construye la ladera de la montaña. Todos estos cambios son objeto de reflexión por parte de Coderch y se recogen en casas posteriores, donde ya siempre se evitan los muros en la línea de cerramiento de la sala y se busca una mayor interiorización del espacio.
Durante la construcción se comprobó que si no se quería que la terraza de la piscina fuera muy reducida debía volar en exceso por encima del terreno. Por tanto, se decidió construir en ese espacio una casa independiente más pequeña, a la que se accede por el paso que queda entre el ala de dormitorios y la siguiente finca. Este apartamento independiente se desarrolla como un balcón continuo de planta escalonada, que vuela sobre el mar con la visión única y omnipresente de la línea del horizonte.
Planos
Otras imágenes
Situación
Referencias
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