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Villa Savoye

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Hitos en la Historia de la ArquitecturaCinco columnas: Hitos en la Historia de la Arquitectura, que marcan el inicio de un estilo o representan la culminación del mismo

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Villa Savoye

La Villa Savoye situada en Poissy, a las afueras de París, una de las obras fundamentales proyectadas por Le Corbusier, fue construida en 1929. Esta considerada como el paradigma de la Arquitectura Internacional y de la nueva manera de construir del siglo XX (junto con la Casa Farnsworth de Ludwig Mies van der Rohe y la Casa de la Cascada de Frank Lloyd Wright).

La intemporalidad con la que Le Corbusier define el criterio estético de sus clientes es seguramente lo que mejor caracteriza la Villa Savoye: ser el paradigma de la era de la máquina (contiene los “cinco puntos de una arquitectura nueva”: uso de pilotis, fachada libre, ventana alargada, planta libre y cubierta ajardinada) y entroncar, al mismo tiempo, con los valores esenciales de la arquitectura clásica.

Poissy es uno de los típicos suburbios de la capital francesa, con largas calles de unifamiliares con jardín. La Villa Savoye ocupa uno de estos solares, situándose más próxima a la naturaleza que a la calle y liberando un gran espacio verde a su alrededor (aunque la construcción de equipamientos para la ciudad tras la guerra mermó de forma importante el espacio privado de la vivienda).

En tanto que objeto moderno, la Villa Savoye se vincula al terreno con plena autonomía formal: es percibida como una geometría pura y prístina, una Gestalt que opone su ortogonalidad abstracta a la curvilínea organicidad de la naturaleza sin pretender mimetismos integradores.

La casa se instalará en el centro de la parcela como un contenedor de miradas al exterior, un elevado mirador a través de la cinta de ventanas que recorre las fachadas y asegura su tratamiento unitario. El retranqueo de tres de sus cuatro fachadas, que deja ver los leves apoyos sobre los que descansa, subraya esta impresión perceptiva de plano elevado, de observatorio. Al mismo tiempo, su asentamiento central y exento sobre el terreno hace que se imponga a la visión como una forma purista que ¡manta la mirada.

Esta dualidad perceptiva entre la casa-mirador y la organización espacial centrípeta, vuelta sobre sí misma, puede verse en la importancia que Le Corbusier concede a ambos aspectos en el tratamiento de la terraza de la primera planta, tanto en su orientación con respecto al sol como asegurando, simultáneamente, las vistas amplias hacia el exterior.

No obstante su concepción como residencia aislada, Le Corbusier la define como un objet-type, un modelo que habría de permitir su construcción seriada como, de hecho, llega a proponer en los proyectos para el barrio Le Vingtiéme, en Buenos Aires, formado por veinte villas Savoye.

La casa se compone de tres cuerpos diferenciados: la planta baja, que acoge los servicios comunes, un pequeño apartamento para las visitas y el garaje; la vivienda propiamente dicha, que se desarrolla en el primer piso y en donde se encuentran el salón comedor, la cocina, los dormitorios y baños y una terraza y, por último, la cubierta ajardinada, que es utilizada como segunda terraza y solario. Y todos estos espacios se encadenan mediante el viaje purificador de la promenade architecturale.

La promenade comienza ya en el camino principal para coches que se adentra en el solar y que es preciso abandonar para, tomando otro secundario, acercarse al edificio, que se va desvelando según se avanza entre la arboleda. Este acercamiento, no frontal y directo sino, casi, accidental y lateral, que implica además continuar bordeando la casa hasta localizar la entrada en la parte posterior, recoge, entre otros, uno de los principios programáticos del ideario racionalista: la dimensión espacio-tiempo de la obra moderna, si bien en Le Corbusier están presentes, asimismo, otras referencias culturales.

Se alcanza, así, con el coche la puerta principal, en la fachada sur, siguiendo el ritual de integración maquinista entre el vehículo y el edificio: “la casa es una máquina de habitar”. La tensa membrana acristalada que cierra la planta baja acomoda su trazado al radio de giro del coche; su dinámica curvatura define la función del espacio al otro lado del cierre (movimiento, circulación), y su transparencia exhibe la condición pública de dicho espacio.

Frente a la levedad y el dinamismo visual de la planta baja, el piano nobile es percibido como una losa flotante y estática, de depuradas formas rectilíneas, que descansa suavemente sobre el terreno mediante pilotis, línea punteada que señaliza el desplazamiento del coche. El contraste entre ambos planos, una de las continuas dualidades que presenta la Villa Savoye, se acentúa por la concepción cuadrada de la planta, conforme a una retícula de 5 x 5 pilotis que, no obstante, se traduce en un espacio rectangular en el primer piso, por la leve prolongación de dos de sus fachadas.

Con el mismo criterio, el previsible orden reticular exterior de los pilotis es alterado en el interior, acomodándose a la tabiquería y cediendo el protagonismo a la circulación peatonal. Así, el piloti, que teóricamente habría de Interferir la circulación una vez traspasado el umbral de la puerta principal, se desdobla en dos, para situarse lateralmente y enmarcar la entrada.

De la planta baja parten los dos elementos que comunican los diferentes planos: la escalera y la rampa. La escalera de caracol taladra verticalmente el edificio, contrastando con la disposición horizontal y abierta de la casa. Su personalidad egocéntrica la hace replegarse sobre sí misma, volviendo obsesivamente al mismo punto. Junto a ella, la rampa es, por el contrario, el elemento de comunicación que integra y se integra en el espacio, constituye la espina dorsal del mismo y facilita en su desarrollo un encadenamiento de experiencias perceptivas, un paseo arquitectónico a través de un continuum espacio-tiempo que Le Corbusier toma de la arquitectura tradicional de África del Norte (l’espace arabe).

La rampa desembarca en la primera planta frente al salón comedor, espacio que desarrolla una gradual abertura de sus paramentos, pasando de la opacidad a la transparencia total al fusionarse con la terraza exterior, habitación al aire libre, abierta y semicerrada a la vez, determinando un privilegiado observatorio.

Para la integración de ambos espacios utiliza, como nexo de unión, tanto la ininterrumpida ventana alargada, que presenta como única diferencia la aparición o no en ella de carpintería, como el uso del plano horizontal del antepecho de estas ventanas que, además de asumir diversas funciones en su recorrido, acentúa el carácter horizontal de la vivienda. Similares criterios de integración espacial pueden observarse en las otras estancias de la casa, como los dormitorios: el mobiliario realizado en obra zonifica, delimita y une a la vez el espacio, al tiempo que satisface, con su calculada ambigüedad formal, distintas necesidades. A este respecto, ya Adolf Loos había reivindicado el mueble de obra incorporado a la arquitectura como un claro ejemplo de modernidad en las nuevas formas de proyectar el espacio.

La villa Savoye hace uso extensivo de este criterio, y la pared-contenedor- superficie de apoyo de la cocina representa un magnífico ejemplo de desdoblamiento funcional e integración espacial.

El solario, máxima expresión de vida sana al aire libre, está protegido por un cerramiento en forma de pantalla que resume en su trazado toda la riqueza metafórica de la casa y el continuo juego de dualidades que presenta. Entendida como volumen o fina membrana según el lugar de observación, sus formas curvas, cóncavas o convexas, alternan con tensos planos rectos. Una abertura practicada en la pantalla y enfrentada a la rampa enmarca un fragmento del paisaje y anuncia el final del paseo arquitectónico. Un recorrido en el que la geometría es un medio pero no un fin, un sistema que impide tanto el caos y la arbitrariedad como la rigidez normativa del número a través de seductoras escenografías, un desafío emocional inscrito en un controlado orden superior.

Por otro lado, el tratamiento escultórico de la pantalla contrasta, al igual que la membrana acristalada de la planta baja, con la rígida ortogonalidad del piano nobile. Esto permite percibir la casa como un conjunto de cuidadas proporciones, con un perfecto control jerárquico de los elementos que la forman y una composición armónica entre las partes y el todo, que no son sino invariantes de la arquitectura clásica.

En efecto, la singular sintaxis de la Villa Savoye hace que se presente como una forma abstracta, superior, dificultando la identificación directa de las convenciones más próximas y exigiendo, por contra, una renovación de los códigos del habitar. A través de este extraordinario discurso arquitectónico, Le Corbusier descontextualiza la obra de su tiempo y lugar para, una vez superada su inicial función de paradigma moderno, instalarla en la universalidad clásica.

Historia[editar]

La vivienda fue habitada por sus dueños durante un corto espacio de tiempo. El edificio se terminó en 1929, pero tras la invasión alemana de Francia de 1940, fue abandonada y posteriormente bombardeada e incendiada durante la Segunda Guerra Mundial. En 1963 la Villa Savoye fue declarada patrimonio arquitectónico por parte del gobierno francés, y se procedió posteriormente a restaurarla, ya que se encontraba en un estado de ruina tras la dejadez y los ataques sufridos en la guerra.

Actualmente es una "casa-museo", dedicada a la vida y obra de Le Corbusier y mantenida por la sociedad pública Monuments de France.

Planos

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Otras imágenes

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Situación


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- Coordenadas y enlace con otros sistemas:48°55′28″N 2°01′42″E / 48.924444, 2.028333
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Referencias

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Referencias e información de imágenes pulsando en ellas.

Conrad von Soest, 'Brillenapostel' (1403).jpg
José Baltanás: Le Corbusier, promenades, Gustavo Gili ISBN 84-252-2002-5




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UMAArtículo publicado en Urbipedia Magazine. Papeles de Arquitectura y Urbanismo - '''UMA-11'''

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