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Sancti Spiritu

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Sancti Spiritu fue la primera población española levantada en el actual territorio Argentino; fue establecida por Sebastián Gaboto el 27 de febrero de 1527, a orillas del río Paraná, junto a la desembocadura del Río Carcarañá. Este sitio está cerca del actual poblado de Puerto Gaboto, 60 km al norte de la ciudad de Rosario (Argentina). Llegó a tener una capilla en la que se celebraron casamientos entre españoles e indígenas. Sin embargo, el maltrato dado a estos últimos hizo que los mismos destruyeran la población.

...Ago saber a vuestra merced questa tierra donde agora estamos es mui sana y de mucho fruto porque habo saber a vuestra merced que se sembraron en este tierra para probar si daba trigo y sembraron cincuenta granos de trigo y cojieron por cuenta 550 granos, esto en tres meses, de manera que se da dos vezes al año, escríbolo a vuestra merced...

Carta de Luis Ramírez desde el Puerto de San Salvador en el Río de Solís. 10 de julio de 1528. Archivo de Indias

Historia

La partida

El 3 de abril de 1526 partió desde el puerto español de Sanlúcar de Barrameda la expedición de Sebastián Gaboto compuesta por algo más de 200 hombres repartidos en cuatro navíos con destino a las islas Molucas, vía el Estrecho de Magallanes.
A principios de noviembre llegó al Puerto de los Patos en la isla (actualmente brasileña) de Santa Catalina, donde se encontró con dos náufragos del viaje de Juan Díaz de Solís que le informaron de las supuestas fabulosas riquezas de un "Rey Blanco" y de un lugar denominado Sierra de la Plata. Al escuchar esto relatos Gaboto decide por su cuenta, sin consultar a España, abandonar el viaje a Molucas. En febrero de 1527 partió hacia el Sur, hasta la desembocadura del entonces denominado río de Solís, que ya se lo comenzaba a nombrar como Río de la Plata. Remontó este río hasta una isla que llamó de San Gabriel por haber llegado a ella el 18 de marzo, día del santo. Cerca de la isla, en la que denominaban Banda Oriental, se establecieron en un puerto que denominaron San Lázaro y que resulta así ser el primer asentamiento en esta parte de América.

En el transcurso de la expedición se había encontrado con el Grumete Francisco del Puerto, único sobreviviente de la expedición de Juan Díaz de Solís, quien se ofreció para señalarle el camino hacia la ambicionada Sierra de la Plata, que en realidad quedaba en la aún no conquistada región del Perú y Alto Perú. Decide entonces dejar en mayo a las naves Trinidad y Santa María con treinta hombres al mando de Antón de Grajeda para que construyera un fuerte más seguro en lo que se llamaría San Salvador, también en la Banda Oriental. El veneciano parte con cerca de 200 hombres en la San Gabriel y la goleta Santa Catalina, navegando por el Río Paraná de las Palmas hasta la desembocadura del río Carcarañá.

Fundación de Sancti Spiritu

En la margen izquierda del Río Carcarañá, sobre una barranca saliente de seis metros de alto, en el ángulo que forma este río con el Río Coronda se detuvieron el 27 de mayo y fundaron el fuerte Sancti Spiritu, cerca del río Paraná. Allí levantaron además 20 casas, convirtiéndose en la primera población blanca del actual territorio argentino.

Los indígenas carcarañáes colaboraron tanto en la construcción del poblado como en la siembra de trigo y cebada, que resultaron así las primeras realizadas en Sudamérica.

El clérigo García construyó una pequeña capilla, donde daba misa los domingos, lunes y viernes. Esta capillita fue pues, la primera que hubo en el Río de la Plata y fue allí donde se formaron los primeros matrimonios entre indios y blancos.

Los trabajos de construcción del fuerte quedaron terminados el 9 de junio de 1527, fiesta católica de la Pascua de Pentecostés, lo que explica el nombre, en latín, de Sancti Spiritu (Espíritu Santo) con que lo designó Gaboto. El fuerte levantado sobre la barranca estaba rodeado por un foso de tres metros de ancho por cuarenta de largo, formando un semicírculo con una empalizada de palos a pique. Tenía dos torreones y en su interior una casa de tapias de madera y techo de paja que servía de cuartel general. Gaboto se hizo construir en el fuerte una pieza adornada por cueros con dibujos en relieve.

Construyeron además un Bergantín, y el 23 de diciembre, después de nombrar a Gregorio Caro capitán del fuerte y dejarle treinta hombres para defenderlo, Gaboto partió aguas arriba por el río Paraná. Llegó a una isla que designó Año Nuevo y allí resolvió regresar al Río Carcarañá por temor a los nativos a quienes les habían quemado sus chozas y muerto a varios de ellos. Ésta fue la primera matanza de originarios en esa parte de América. Prosiguió su viaje hasta la boca del Río Paraguay donde dobló a la derecha por el Paraná, llegando en febrero de 1528 hasta un caserío de amerindios, cuyo jefe se llamaba Yaguarón. A ese lugar lo denominó Santa Ana, y debió ser el solar de la actual ciudad argentina de Itatí en la provincia de Corrientes. Comenzó luego a remontar el río Paraguay, adelantándose con su bergantín hasta la boca del Río Bermejo, donde encontraron a la tribu agaces quienes les tendieron una celada, y dieron muerte a un grupo de hombres. Temeroso de males mayores inició en abril de 1528 el regreso a Sancti Spiritu.

Mientras tanto, en febrero de ese año llegaba al Río de la Plata la expedición de Diego García de Moguer. Navegando en abril por el Paraná, encontró de improviso el fuerte Sancti Spiritu. Sorprendido e indignado, ordenó al capitán Caro que abandonase el lugar, ya que esa era conquista que sólo a él le pertenecía por haber sido designado por España para explorar esas tierras. Pero vencido por los ruegos de Caro y su gente para que fuese en auxilio de Gaboto, García siguió aguas arriba y entre lo que hoy día son las localidades de Goya y Bella Vista se encontró con el piloto veneciano, quien más astuto y más fuerte lo obligó a cooperar en la búsqueda de la Sierra de la Plata.

A todo esto, en Sancti Spiritu, los españoles descuidaron la defensa del fuerte, y si bien en principio los pobladores se habían entendido bien con los indígenas de la zona, Gaboto los había maltratado y estaba convencido de que cuanto mayores fueran los castigos que les infligiera mayor respeto les impondría. Esto sólo sirvió para despertar el odio de los mismos, quienes en septiembre de 1529, antes del amanecer, tomaron por asalto la fortaleza. No bien se dieron cuenta los conquistadores de la situación, comenzaron a correr hacia los bergantines, con la intención de salvarse, lográndolo sólo algunos de ellos.

Sebastián Gaboto y Diego García de Moguer se encontraban en ese tiempo en el asentamiento de San Salvador, preparando hombres y embarcaciones y no sabían nada de lo que se estaba desarrollando en Sancti Spiritu, hasta que vieron llegar a Gregorio Caro con los sobrevivientes y la terrible noticia de la destrucción del fuerte. Inmediatamente Gaboto y García se dirigieron al fuerte intentando rescatar a sus hombres. En los alrededores de Sancti Spiritu hallaron algunos cadáveres completamente mutilados; los bergantines defondados y hundidos, los almacenes saqueados e incendiados. Gaboto decidió entonces volver a España, donde se le inició proceso y se lo condenó a cuatro años de destierro en Orán (Argelia). Sólo cumplió dos porque Carlos I lo restituiría en su cargo de piloto mayor. Sus relatos sobre la Sierra del Plata despertaron la codicia de otros viajeros por explorar la región.
Sólo dos cañones quedaron como testigos de la primera fortaleza que se levantó en tierra argentina.

Sucesos posteriores

Una torre del fuerte de Sancti Spiritu se mantuvo erguida por varios años. En 1541 Domingo Martínez de Irala clavó una cruz de madera en las ruinas del fuerte y dejó una carta donde relataba las penurias de la primera fundación de Buenos Aires. Esta carta fue descubierta en 1545.
En 1573, Jerónimo Luis de Cabrera, el fundador de la ciudad de Córdoba, intentó establecer un puerto llamado San Luis en el sitio como salida navegable de la recientemente fundada Córdoba sin embargo al encontrarse con su compatriota pero rival Juan de Garay quien estaba bajando desde Asunción también con el objetivo de crear «puertas de la tierra», en este caso para la zona paraguaya, discutieron por quién de ambos tenía derecho real para establecerse en el sitio de la antigua "Torre de Gaboto", ninguno de los dos lo tenía, sin embargo Cabrera debió abandonar el lugar llamado desde Córdoba. De este modo la zona quedó bajo la jurisdicción de Garay y luego del cabildo de Santa Fe.
En el siglo XVII Los padres franciscanos crearon una reducción de Calchaquíes.
Más tarde se formó un pequeño pueblo por el cual en 1832 pasó Charles Darwin haciendo notar cómo el gobernador santafesino Estanislao López ejercía feroces represalias contra los Tobas, mocovíes y Abipones. En 1891 se creó oficialmente un puerto al que se llamó Puerto Gaboto en recuerdo del navegante, recibiendo la zona una importantísima inmigración europea (principalmente procedente de Italia).
El 4 de febrero de 1942, el gobierno argentino, por Decreto n.º 112.765, declaró Lugar Histórico Nacional el sitio donde fue fundado el fuerte.

La leyenda de la andaluza Lucía

En 1610, el paraguayo Ruy Díaz de Guzmán escribe el poema La Argentina manuscrita, donde incluye un relato sobre el fuerte Sancti Spiritu, planteando una historia de raíz europea.

La leyenda cuenta acerca de Lucía de Miranda, una noble andaluza que se enamora de un soldado llamado Sebastián Hurtado. Debido a que sus padres no estaban de acuerdo con esa relación decidieron huir de sus casas y terminaron formando parte de la expedición de Gaboto. Cuando se hallaban en el fuerte Sancti Spiritu el cacique de la región, Mangoré, se enamoró de Lucía. Como ésta lo rechazó, los aborígenes destruyen el fuerte y raptan a Lucía. Pero el hermano del cacique, Siripo, también se enamora de la mujer, y mata a Mangoré. Cuando Hurtado intenta rescatar a su amada es tomado prisionero y castigado, hasta que la española intercede por él y logra que lo dejen vivir allí con la promesa de no convivir con ella, que pasa a ser la mujer de Siripo. Pero con el tiempo Hurtado rompe el pacto, y al ser descubierto por los "indios", éstos los condenan a muerte. A Hurtado lo matan de un mazazo y a ella la queman viva colgada de un árbol. Este tipo de historia, con enamorados muriendo de la manera descrita, huyendo de sus familias, era común en algunos poemas europeos de la época.

Nunca se comprobó que en la expedición de Gaboto viajase una mujer, pero sí existen pruebas de la existencia de Sebastián Hurtado en el fuerte. No hay, por lo tanto, pruebas suficientes como para creer que la leyenda sea real ni para negarla, pareciendo más bien haber sido una creación del autor.
A partir de lo narrado por Guzmán, retomado a inicios de siglo XIX por Manuel de Lavardén, luego Felipe Boero ya en la segunda década del siglo XX escribiría el drama llamado «Siripo».

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Alberto Mengual

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