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Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona
Edificio del Macba
El Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona, conocido también por sus siglas MACBA, proyectado por Richard Meier y construido entre 1988 y 1995 está dedicado básicamente a la exposición de obras realizadas durante la segunda mitad del siglo XX. Se encuentra en el barrio de El Raval en la ciudad de Barcelona (España), muy cerca del Centro de Cultura Contemporánea, en la zona de la Casa de la Caridad, un antiguo enclave monástico, el Museo de Arte Contemporáneo busca crear un diálogo entre el tejido urbano histórico del barrio y el arte contemporáneo que contiene.
La naturaleza laberíntica de los recorridos existentes en el lugar se ve reflejada en la propia organización del edificio, especialmente en la entrada principal, frente a la cual discurre un paso peatonal que une el jardín trasero del museo con la nueva plaza que se ha creado frente al mismo, llamada Plaza de los Ángeles. Esta suerte de paseo pasará a formar parte de la red peatonal que atraviesa el casco antiguo. El suave pliegue de este sendero de circulación realza el movimiento centrífugo del vestíbulo cilíndrico y describe una quinta fachada que conecta la geometría del museo con un contexto urbano caracterizado por las intersecciones oblicuas y las cúpulas de las antiguas iglesias.
Frente a la Plaza de los Ángeles, la fachada sur del museo despliega una diversidad de formas muy adecuada a este rico contexto. La entrada principal está enmarcada por una gran pantalla en voladizo formada por elementos planos y huecos rectilíneos que parece deslizarse para dejar a la vista la terraza retranqueada que ocupa la fachada a la plaza.
Conectada visualmente con esta entrada mediante una pantalla de vidrio transparente articulada en horizontal, la semiexenta galería de esculturas está encerrada dentro de una ondulante cáscara curvilínea, un lírico puesto de ‘vigilancia’ que evoca el espíritu contemporáneo de la colección y las formas expresivas propias del antiguo carácter del enclave. •Un muro retranqueado con respecto a estos elementos y revestido de paneles blancos de aluminio recorre el edificio en toda su longitud, creando una división entre los cuerpos de acceso y circulación y los principales espacios de exposición.
La entrada principal, a la que se accede a través de una rampa que discurre paralela a la fachada, se alza un metro por encima de la plaza. Una vez atravesado este pórtico, los visitantes penetran en un área de recepción cilíndrica que se asoma al paseo, formando un círculo que interconecta los cuadrados de la geometría del museo con los bloques rectilíneos de la ciudad.
Desde la entrada, los visitantes ascienden por una rampa que se despliega verticalmente en el interior de un vestíbulo de triple altura. Ámpliamente acristalado, este volumen transparente desde el que se disfruta de amplias vistas de la plaza sirve para orientar al visitante, actuando como elemento de mediación entre las fachadas más públicas del museo y los volúmenes más cerrados de las galerías.
El cerramiento de la rampa, acristalado y equipado con lamas, contribuye además a filtrar la luz natural proveniente del sur. La extensión visual de la rampa exterior de entrada a través del vestíbulo de triple altura sitúa el museo en el punto de conexión de los recorridos del casco antiguo, guiando al visitante a través de una sucesión de exposiciones de arte contemporáneo sin perder un vínculo directo con el tejido urbano histórico.
Los espacios principales de exposición, a los que se accede a través de la rampa, evocan tanto en su volumen como en su disposición la masa de la adyacente Casa de la Caridad. Estos espacios amplios y diáfanos han sido concebidos tanto para exposiciones temporales como para la presentación de obras de arte de gran tamaño. Para entrar en las galerías principales, los visitantes deben transitar por las pasarelas de pavés que iluminan los espacios inferiores.
Los lucernarios con lamas que cubren las galerías de la última planta, además de iluminar las obras expuestas, dotan al espacio de un cierto carácter de patio interior. La luz, como el entorno circundante, penetra así profundamente hasta los espacios interiores del nuevo edificio.
Como corresponde a una institución destinada al arte del siglo xx, el museo sintetiza la llamativa contemporaneidad de su arquitectura y la acendrada historia de su contexto. En la fachada sur, que asoma a la plaza y al Convento de los Ángeles, se pone de manifiesto el juego de sólidos y vacíos, de luz y sombra.
La forma fluida de la galería de esculturas evoca la curva de la capilla del convento y los arcos planos de sus profundos pórticos, mientras que la piel de vidrio del vestíbulo de triple altura revela las profundidad a la que pueden llevarse las pautas establecidas de movimiento.
Los materiales de resonancias tradicionales, como el granito del pavimento y el enfoscado, señalan los elementos públicos de la plaza, como el jardín y la galería de esculturas, mientras que los materiales suavemente reflectantes como el vidrio, los entarimados de madera y los paneles de aluminio, se han usado para envolver las zonas caracterizadas por el movimiento y la luz.
Planos
Planta baja
Planta primera
Otras imágenes
Situación
Referencias
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