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Iglesias del Cuzco

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El Cusco monumental, en gran parte surgido después del terremoto de 1650, es sin duda uno de los conjuntos más valiosos de la América precolombina y tiene como componente principal sus edificios Religiosos.

Tres obras emblemáticas del arte Arquitectura cusqueño, la Catedral, la Compañía, y el convento de la Merced, permiten aquilatar la singulariad e importancia de las iglesias de la ciudad.

Catedral del Cusco

En cuanto a la primera, curiosamente no hay acuerdo entre los especialistas sobre el estilo al que pertenece. Tienen razón por eso seguramente quienes consideran que este edificio resume la historia del primer siglo de arquitectura colonial, tomando en cuenta, además, que las obras se inciaron en 1560 y se prolongaron, tras sucesivas modificaciones en sus planos, hasta 1668. El interior de la Catedral se caracteriza por sus colosales proporciones y la austera simplicidad de sus pilastras y cornisas. Esta sobriedad de líneas parece ser deudora del clasicismo español de un arquitecto como Juan de Herrera, el autor del Escorial, pero debe estar influida, asimismo, por el rigor y simplicidad de las mejores muestras de la arquitectura incaica. Muy distinto es el tratamiento de la puerta principal, que data de segunda mitad del siglo XVII y es considerada como una singular muestra del barroco cusqueño, pues sobresale no tanto por la profusión decorativa cuanto por una acertada combinación de los órdenes clásicos de la arquitectura. La catedral, finalmente, no fuera lo que es sin la belleza de la andesita incaica de reflejos rojizos utilizada como material de construcción. Por todo eso, hay renombrados especialistas que opinan que esta iglesia es la más admirable del hemisferio‏‎ occidental.

La Compañia de Jesús

La Compañía y la Merced, por su parte, son las expresiones más logradas del barroco cusqueño, estilo con el que la arquitectura de la ciudad llega a su cumbre más alta. Para el caso de la primera, es en su portada primorosamente ornamentada y en la profusión en la misma de detalles como columnas, pilastras, hornacinas, nichos, escudetes y cornisas, entre otros, donde mejor se expresa el estilo mencionado; aunque no menos importantes para la belleza del conjunto son la esbeltez y acertada proporción de la composición, que tiene el doble de alto que de ancho, y la feliz solución encontrada para las torres, con sus "ojos de buey" y pilastras que los guarnecen. Justificadamente se ha dicho que en su tiempo la Compañía produjo una revolución en el arte arquitectónico cusqueño, abriendo un rumbo que fue seguido por otras edificaciones.

La Merced

La Merced debe su fama al claustro principal del conjunto, un trabajo de gran originalidad y belleza por el contraste de las paredes casi rústicas con la opulenta decoración de las columnas. Además, las galerías del primer piso tienen espléndidos artesonados de madera tallada. No en vano se considera que este claustro es el mejor de toda la América hispana.

Santo Domingo

Singulares son dos conventos que se yerguen sobre antiguos recintos sagrados incaicos. El de Santo Domingo guarda todavía los restos de excelente factura del Coricancha o Templo del Sol y tiene un claustro que, a diferencia del de la Merced, destaca por su sencillez y sobriedad. El elemento más resaltante de la iglesia de Santo Domingo, en cambio, es su torre, formada por una base carente de todo adorno que sostiene un campanario vestido de columnas corintias retorcidas, a la manera de columnas Salomónicas. El conjunto está rematado por un capitel decorado con mojinetes torneados que le dan el aspecto de un castillo medieval mestizo.

Santa Catalina

Levantado sobre el Acllahuasi o Casa de las Escogidas, el monasterio de Santa Catalina es valioso justamente por una sencillez que parece haber sido escogida a propósito para resaltar la exquisita calidad de los muros incaicos, tanto los que dan a la calle Loreto como los de la calle Arequipa. A esta última mira la fachada de la iglesia, bastante modesta en comparación con otras de la ciudad.

San Pedro

Entre los templos parroquiales destacan los de San Pedro y San Sebastián. San Pedro, con planta de cruz latina, luce dos elevados campanarios de decoración bastante sobria que armonizan bien con una fachada de tres cuerpos de estilo renacimiento con columnas corintias.

San Sebastián

La iglesia de San Sebastián, en cambio, tiene una fachada de un marcado barroquismo, con columnas corintias profusamente decoradas y, en general, una riqueza de ornamentos entre los que no faltan las hornacinas, los escudetes, las conchas y muchos otros. En suma, con la uniformidad que nace de la andesita incaica empleada en sus grandes obras religiosasla arquitectura religiosa del Cusco colonial no tiene rivales en el continente.

Nuestra Señora de la Almudena

La iglesia de Nuestra Señora de la Almudena fue inaugurada en 1689, el material utilizado en su edificación es la piedra llana y cal, es de una sola nave, cuenta con una torre adosada al extremo, en su interior destaca la imagen de la Natividad o Nuestra Señora de la Almudena, obra del famoso escultor indígena Juan Tomás Tuyro Tupac. El altar mayor es de estilo barroco mestizo, una parte es dorada y otra policromada, en los laterales existen dos capillas talladas en cedro, existe un púlpito de cedro cuidadosamente tallado y un órgano como reliquia histórica.

Iglesias en los alrededores de la Ciudad

Esta riqueza arquitectónica no debe hacer olvidar, sin embargo, que hasta los pueblos más pequeños del departamento del Cusco cuentan con importantes e imponentes iglesias, verdaderas catedrales de piedra y adobe que con frecuencia guardan tesoros Artísticos en su interior.

De arquitectura en muchos sentidos destacada son, por ejemplo, los templos de Coporaque, distrito de la provincia de Espinar, y de Santo Domingo, capital de la Provincia de Chumbivilcas. Construido al parecer en la segunda mitad del siglo XVII, el primero constituye una excelente muestra de lo que los especialistas llaman arquitectura mestiza. Sus elementos más destacados, además de una sigular capilla abierta con arcos, son la portada lateral y la fachada principal, ambas de piedra profusamente labradas con motivos ornamentales prehispánicas.

Notorio es, asimismo, el aporte indígena en la portada del templo de Santo Tomás, con una Santísima Trinidad labrada en piedra bastante curiosa, donde el Dios Padre presenta cabeza de sol, mientras el Hijo y el Espíritu Santo están representados con imágenes humanas con las cabezas cubiertas con chullos (gorro andino). Este templo es emblemático de esa tendencia que los especialistas denominan "barroco andino".



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Alberto Mengual

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