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Fortaleza del Real Felipe

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La Fortaleza del Real Felipe, conocida también, en su conjunto, como Castillos del Callao, es una de las pocas obras de arquitectura militar y la más grande que construyeron los españoles en América. Su misión principal, fue la defensa del Callao de piratas y corsarios. Esta fortaleza se encuentra en el puerto del Callao, en el Perú.


Antecedentes

La necesidad de contar con una sólida defensa que protegiese de corsarios y piratas a la capital del Virreinato, llevó a las autoridades coloniales a reforzar con murallas el entorno de la ciudad. Pero ya bien entrado el siglo XVIII, el 28 de octubre de 1746, un violento terremoto que destruyó la urbe limeña terminó por convencer al virrey José Antonio Manso de Velasco (1741-1761) Conde de Superunda, de que mucho más necesaria era la construcción en el puerto del Callao, de una fortaleza inexpugnable. El nombre elegido, en honor de Felipe V (1700-1724) de la Casa de Borbón, fue Real Felipe, el cual existe en perfecto estado de conservación, a cargo del ejército peruano, aún en el siglo XXI.

Se optó por el diseño del matemático y arquitecto francés Luis Godin, y los primeros trabajos, las zanjas, se iniciaron el 21 de enero de 1747. La colosal construcción, una de las más grandes que España edificó en su género, duró 27 años y tuvo un costo de tres millones de pesos. La culminó el virrey Manuel Amat y Juniet (1761-1776), en 1774.

La fortaleza tiene una forma pentagonal abaluartada, con muros de 4 metros de altura y un perímetro externo de 1.580 metros, alrededor del cual se extendía un foso de Agua de 16 metros de ancho por 2,5 metros de profundidad; a ello se sumaba un sistema de terraplenes que conseguía ocultar la vista de la fortaleza desde alta mar. El sistema defensivo se completaba con dos pequeños castillos, llamados San Miguel y San Rafael, que se hallaban a corta distancia, a ambos lados del recinto, protegiendo sus flancos.

Historia

Hasta comienzos del siglo XIX (1806), la fortaleza permaneció relativamente tranquila;

sólo se reactivó después, cuando los vientos independentistas empezaron a golpear con fuerza el pabellón de Castilla. Es entonces cuando el virrey José Fernando de Abascal y Sousa (1806-1816), Marqués de la Concordia, ordenó la construcción de un almacén para las armas y la artillería, así como un depósito que pudiera contener agua para 2.00 hombres sitiados por cuatro meses.

La fortaleza del Real Felipe rechazó el ataque libertador del almirante Lord Thomas Cochrane en 1819, durante el gobierno del virrey Joaquín de la Pezuela (1816-1821). Ese intento infructuoso obligó al general José de San Martín a entrar a la capital por Huacho y no por el Callao. Declarada la independencia, se ordenó el sitio del fortín, que se hallaba al mando del general José de La Mar, quién se pasó finalmente a las hueste independentistas. San Martín decide entonces cambiar el nombre de la fortaleza y la bautiza como Castillos de la Independencia.

Posteriormente, el brigadier español José Ramón Rodil y Campillo, negándose a reconocer la capitulación de Ayacucho, se encerró en 1824 en la fortaleza y resistió el sitio de las fuerzas patriotas y los estragos del Escorbuto hasta el 22 de enero de 1826, en que entregó la plaza. Así se selló el fin del Imperio español‏‎ en América del Sur, pues una semana antes Chiloé había sido anexionado a Chile con la firma del Tratado de Tantauco, sólo quedaron los Hermanos Pincheira en la Patagonia y la Araucanía manteniendo la causa del rey de España en América del Sur hasta 1832.

Luego, durante el famoso Combate de 2 de mayo el fuerte fue una de las principales líneas defensivas peruanas contra la flota española, pero durante el combate el torreón de la Reina fue alcanzado por una granada matando al ministro José Gálvez entrando en combate el "cañón del pueblo" (Un enorme cañón situado aún frente al fuerte), aún queda en la puerta una pequeña parte del arco que está dañada, sobre esa parte hay una inscripción que dice que en esa área cayó un proyectil enemigo.

Museo

La Fortaleza del Real Felipe actualmente, es un museo que se encuentra a cargo del Ejército. Allí se pueden apreciar las diversas etapas que ha vivido dicha institución castrense. Lo interesante de la visita a dicha fortaleza, es tomar contacto con un auténtico monumento histórico, cuya leyenda llega a su cumbre con el protagonismo que asumió en la defensa de Lima, tanto en el Combate del Dos de Mayo (1866) como en la Guerra del Pacífico (1879-1883).

El recinto militar posee dos entradas. La principal, orientada hacia el antiguo Camino Real de Lima al Callao (hoy avenida Oscar R. Benavides), cuenta con un puente levadizo para salvar el foso de agua que originalmente rodeaba a la fortaleza; en tanto que la secundaria, ubicada en la partre trasera de la fortaleza, es conocida como la "Puerta del Perdón", pues fue utilizada durante el sitio del Callao (1825) por los desertores que se pasaban al lado patriota.

Una de las zonas más impresionantes es el "Caballero de los Doce Cañones" que, al igual que los torreones, tenía capacidad de convertirse en un fuerte impenetrable en caso de la ocupación del atacante, al cual se le podía contraatacar desde allí.

El "caballero" del Real Felipe está en la parte alta de la "Casa del Gobernador". El nombre se debe al armamento que utilizaba: doce cañones que apuntaban hacia los cuatro lados; además de tres líneas de retirada, cada una con cañones apuntando contra los invasores.

La "Casa del Gobernador" era el lugar de alojamiento del jefe militar de la plaza. Tenía tallados en su frontis los escudos de los reyes de España. Hoy se exhiben allí objetos pertenecientes a diferentes épocas militares, desde la incaica, pasando por detalles de la colonia, los próceres y precursores de la independencia, hasta los héroes republicanos. Los patronos de cada arma y especialidad del ejército tienen también un lugar reservado en este monumento.

En una sala aparte se rinde homenaje a la mujer peruana; y al lado, en donde estaba antiguamente el aljibe o depósito de agua, destaca la oploteca, esto es, la colección de armas portátiles del museo. Se encuentran armas de puño (Pistolas y Revólveres). de largo alcance (Fusiles y Carabinas), y de acompañamiento (Ametralladoras, lanzagranadas y morteros).

El paseo por la fortaleza incluye también el "Parque de Vehículos Blindados", donde se exponen tanques de distinta procedencia; y el "Parque de Artillería", en el que se muestran cañones utilizados por el ejército en diversas etapas de su historia.

También se exhibe una réplica de la parte frontal de la "Casa de la Respuesta", existente en la ciudad de Arica (hoy consulado peruano), en la que el Coronel EP Francisco Bolognesi Cervantes dio su célebre respuesta. Al lado de esta réplica se halla el "Monumento al Soldado Desconocido", que representa a todos aquellos que en honor al ejercito sacrificaron su vida en el guerra con Ecuador (1941).

Finalmente, están los dos torreones. Por un lado, el de la Reina, considerado dentro del esquema defensivo del Real Felipe, al igual que el del Rey, como una fortaleza dentro de la fortaleza. Esta zona estaba equipada con depósitos de municiones, provisiones y hasta con un pozo con agua. Posee un calabozo semicircular en el que los detenidos permanecían de pie todo el tiempo. Al principio el torreón tenía dos niveles con plataformas de cañones, pero se modificó con la guerra con Chile (1879-1883), ya que se necesitaba contribuir a la defensa del puerto chalaco. Se eliminó sencillamente el nivel superior y se prepararon cuatro plataformas para cañones giratorios Vavaseaur, uno de los cuales aún existe en el museo. El "Torreón del Rey" cuenta con tres niveles (base, machón y mirador), en dos de los cuales hay plataformas con cañones; la primera con 24 de fierro, y la segunda con ocho de bronce. El interior era un búnker laberíntico que poseía todo lo adecuado para resistir cualquier ataque. El puente de acceso levadizo completaba la seguridad. Al igual que el torreón de la Reina, el del Rey fue modificado en la guerra del Pacífico, eliminándose los niveles superiores y montándose dos plataformas para cañones giratorios. El tiempo hizo su papel y lo dejó en ruinas, pero ha sido restaurado recientemente a su forma original.

Ambos torreones eran una verdadera trampa para el enemigo, y ello le dio prestigio continental, en su momento, a la fortaleza del Real Felipe, uno de los atractivos más importantes del Callao.




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Alberto Mengual

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