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Campo de Gurs

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Campo de Gurs

El campo de Gurs fue en un principio un campo de Refugiados españoles en Francia en el año 1939 por motivos de la guerra civil española y a partir de 1940 como campo de concentración. Estaba situado en la localidad francesa de Gurs (Pirineos Atlánticos). Fue comenzado a construir por el Gobierno francés en marzo de 1939 Por su proximidad al País Vasco, estaba previsto para albergar a refugiados procedentes de esta región,[1] tras la caída del frente de Cataluña. Sin embargo, ante la avalancha de refugiados españoles que entraban en Francia por esta frontera, las autoridades francesas tuvieron que ampliar el campo e internaron en él a toda clase de combatientes procedentes de la España republicana. Fue el campo de internamiento más importante.

Al comenzar la Segunda Guerra Mundial, el gobierno francés internó en él a ciudadanos alemanes y de otros países considerados afines a éste, así como a franceses considerados peligrosos por sus ideas políticas y a presos por delitos comunes trasladados desde cárceles cercanas al frente de guerra.

Tras el armisticio firmado con la Alemania Nazi‏‎ en 1940 por el Gobierno de Vichy, fue empleado por este gobierno como campo de concentración para judíos de cualquier nacionalidad, excepto francesa, y personas consideradas peligrosas por el gobierno y durante un breve tiempo también para acoger un transporte de judíos alemanes envíados aquí desde Alemania por el gobierno nazi mientras éste determinaba lo que habría de hacer con ellos. Tras la liberación de Francia, se internó brevemente en Gurs a prisioneros de guerra alemanes, colaboracionistas franceses y combatientes españoles que habían participado en la resistencia contra la ocupación alemana, pero cuya decidida voluntad de terminar con la dictadura fascista impuesta por el general Francisco Franco los hacía peligrosos a los ojos de los aliados, antes de su cierre definitivo en 1946.

El Campo de Gurs permaneció en funcionamiento durante siete años (1939–1946), siendo el de mayor duración en Francia.


El campo

Fue construido junto a la ciudad del mismo nombre, en la región de Aquitania del departamento de los Pirineos Atlánticos, 84 kilómetros al este de la costa Atlántica y 34 kilómetros al norte de la frontera española.

Para el emplazamiento se eligió un cerro alargado, con el lomo plano, de tierra arcillosa, cuya utilidad agrícola era prácticamente nula: algo de maíz y dehesa‏‎ para ganado vacuno. La construcción comenzó el 15 de marzo de 1939, y estaba aún incompleta cuando el primer grupo de refugiados vascos procedentes del campo de Argelès-Gazost, localidad situada cerca del santuario de Lourdes, llegó al mismo el 4 de abril.[1]

Condiciones

El campo medía unos 1.400 metros de largo y 200 de ancho, una superficie de 28 hectáreas. Una única calle lo atravesaba a lo largo. A ambos lados de esta calle se cercaron parcelas de 200 metros de largo y 100 de ancho, llamadas ilots ("islotes"), siete a un lado y seis al otro. Las parcelas estaban separadas de la calle y entre sí por alambradas. Éstas eran dobles por la parte trasera, formando un pasillo por el que circulaban los guardias del exterior.[2]

En cada parcela se montaron 30 barracones, en total 382. Este tipo de barracones había sido inventado por el ejército francés durante la Primera Guerra Mundial. Instalados entonces cerca del frente pero fuera del alcance de la artillería enemiga, servían para acoger durante unos pocos días a los soldados que llegaban de sus cuarteles y esperaban la asignación de la trinchera que habían de defender. Estaban construidos con delgadas tablas de madera y cubiertos con tela embreada, siendo todos de construcción y tamaño idénticos. No estaban provistos de ventanas ni de otra ventilación. No protegían del frío y pronto la tela embreada se fue deteriorando, dejando entrar el agua de la lluvia. No existían armarios y se dormía sobre sacos llenos de paja colocados sobre el suelo. Cada barracón tenía una superficie de 25 y en ocasiones de máxima ocupación del campo, en cada barracón llegaron a alojarse 60 personas.

La comida era escasa y pésima, uno de sus internos refería:

Vivíamos tan mal que estuvimos ocho días en huelga de hambre y aquel que comía algo acababa en el hospital de Pau de la paliza que le daban. Y acabaron setenta. Cuando nos prometieron mejoras, abandonamos la huelga y una hora después nos llevaron esposados a Burdeos a otro barracón peor.

Dormíamos encima de sacos de paja o en el suelo, comíamos raíces y el miedo era permanente... Venían a llevarse a los judíos a Auschwitz. Siempre temíamos que venían a por alguno de nosotros.[3]

No había servicios sanitarios regulares, ni existía Agua corriente ni saneamiento. El campo no estaba drenado. Debido a la cercanía del Atlántico, la zona recibe mucha lluvia, lo que hacía que el campo arcilloso fuese, exceptuando los meses de verano, un permanente barrizal. Los reclusos, con las pocas piedras que encontraban, construían sendas para atajar malamente el problema del barro. Trozos de alambre que habían sido desprovistos de sus espinos, se tendieron entre los barracones, los aseos y los retretes para, a modo de barandilla, facilitar el tránsito de las personas.

En cada ilot existían rudimentarios aseos, no muy distintos de abrevaderos para animales, y un tablado de unos 2 metros de altura, a los que se accedía mediante peldaños y sobre los que estaban construidos los retretes. Debajo de este tablado estaban colocadas grandes tinas que recogían los excrementos. Una vez llenas, eran transportadas en carros fuera del campo. Las alambradas tenían una altura de 2 metros; no estaban electrificadas, ni había torres de vigilancia con guardias apuntando sus ametralladoras a los internados. El régimen de internamiento era distinto al de un campo de concentración de los considerados como de trabajo o de exterminio; no se realizaban trabajos forzados, no hubo ejecuciones ni sadismo por parte de los guardias.

Alrededor del campo se construyeron las dependencias para alojar a la administración y al cuerpo de guardia. La administración y custodia del campo estuvo bajo mando militar hasta el otoño de 1940, pasando a la administración civil al instalarse el régimen de Vichy.

El campo de Gurs hoy

El campo fue desmantelado en 1946, cayendo en el olvido. El cerro se ha ido cubriendo de espesa vegetación, que aún así no consigue absorber las aguas que manan de la tierra arcillosa. Se ven unas pocas piedras que eran caminos y bases de los barracones y que durante algún verano grupos de jóvenes rescatan entre la maleza para poner en evidencia la miseria en la que unas 64.000 personas tuvieron que vivir en alguna de las varias épocas del campo.

En la región, el nombre de campo de Gurs es como una losa de piedra maldita clavada en el cerro del que pocos quieren acordarse, incluso en el resto de Francia. Las organizaciones judías mismas se avergüenzan de lo poco que hicieron por salvar la vida a los judíos encerrados en Gurs mientras esperaban ser trasladados a los campos de exterminio, ya que el campo siempre estuvo regido por el gobierno francés y con un poco de dinero para sobornar a los guardianes franceses y a los carabineros españoles en la cercana frontera española, un importante número de judíos habría podido salvar la vida, pasando a España y de aquí a Portugal o al norte de África.

L'Amicale y L'Apell de Gurs

Al cumplirse en 1979 el 40 aniversario de la creación del campo, jóvenes de la región comenzaron a airear la historia del olvidado campo mediante conferencias a las que invitaron a antiguos recluidos. El hecho tuvo amplia difusión en la prensa francesa, alemana y española; como consecuencia, al año siguiente se reunieron en Gurs los días 20 de junio|20 y 21 de junio un centenar de antiguos detenidos, llegados de numerosos países, así como personas que pertenecieron a la Resistencia francesa y supervivientes de campos de exterminio, creando la asociación L'Amicale de Gurs (Los Amigos de Gurs). Elaboraron el comunicado L'Apell de Gurs (La Llamada de Gurs), en el que destacan palabras como «... Gurs, símbolo de combate y de sufrimiento de los pueblos de Europa... Gurs, campo de concentración, llama a la vigilancia, a la unión, a la acción para que el hombre pueda vivir libre y digno».

Desde esa fecha se celebra anualmente en Gurs una conmemoración en la que participan organizaciones judías, representantes de ciudades de Baden, exreclusos o sus familiares y personas de muchas otras nacionalidades que quieren hacer constar con su presencia la obligación, que debe pasar de generación a generación, de no olvidar los actos criminales de los regímenes dictatoriales que asolaron Europa durante el siglo XX.

Estado actual

Existe en el campo la reconstrucción de un pabellón de sección triangular, hecha con delgadas tablas de madera cubiertas con cartón embreado, como testimonio de los cientos de pabellones idénticos a este modelo que fueron vivienda de los encerrados. Unos monumentos recuerdan el campo de les Gursiens, como los encerrados eran llamados por los habitantes de los poblados cercanos y como ellos mismos, los encerrados, acabaron por denominarse.

Cementerio

Con la agreste vegetación que oculta el campo que estuvo ocupado por los ilots contrasta la placidez del gran cementerio judío costeado y exquisitamente cuidado por las ciudades alemanas de las que eran habitantes los judíos alemanes deportados.

La asociación francesa de comunidades judías de los Basses-Pyrénées que, tras la liberación en 1944 se hizo cargo en un principio del mantenimiento del cementerio, colocó en él un monumento a la memoria de las víctimas. Pero el cementerio quedó de año en año cada vez más descuidado. El alcalde de Karlsruhe, al recibir noticia de este hecho en el año 1957, tomó la iniciativa de que su ciudad había de hacerse cargo de la conservación del cementerio, siendo apoyado por las asociaciones judías de Baden.

Contactó para participar en el proyecto con las localidades de Baden de las que habían sido deportados sus ciudadanos judíos a Gurs. El Estado francés, a su vez, hizo entrega del cementerio durante una duración de 99 años al órgano superior de las asociaciones judías de Baden. Restaurado, fue abierto el 26 de marzo de 1963. Las ciudades alemanas de Karlsruhe, Friburgo, Mannheim, Heidelberg, Pforzheim, Constanza y Weinheim costean la conservación del cementerio.

Desde el año 1985 existe en el campo un memorial de los combatientes de la guerra civil española internados en él, y en el cementerio se encuentran enterrados en una separata fallecidos de este grupo de internados. En el año 2000, el Volksbund Deutsche Kriegsgräberfürsorge renovó en profundidad el cementerio.

Referencias

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Referencias e información de imágenes pulsando en ellas.
  1. 1,0 1,1 «El campo de Gurs fue sinónimo de resistencia vasca», artículo de El Diario Vasco, 30 de agosto de 2006.
  2. Imagen del Campo de Gurs.
  3. «La muerte estaba muy cerca», reportaje en la edición del País Vasco del diario El País, 28 de mayo de 2006.
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Alberto Mengual

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